“Trabajamos de día para ver si comemos de noche”: la lucha diaria de los venteros informales en Medellín

En la capital antioqueña se ve el rebusque en todas sus esquinas y los venteros informales, principalmente en el Centro. Estas personas protagonizan la inestabilidad social que da la informalidad, pero que también se siente en otros sectores.  

Había que salir a hacer algo para poder solventarnos. Desde ahí nos enseñaron a trabajar porque no había otra opción”, dijo Guillermo Giraldo, un ventero informal de toda la vida, quien desde los once años empezó a ofrecer de todo por las calles de Medellín.

Su familia es de Granada, municipio del Oriente de Antioquia. Hace 45 años decidieron trasladarse para Medellín. Su papá, un obrero de Empresas Públicas, en ese entonces eligió llevar a su familia de once hijos al barrio Santo Domingo.

“Yo aquí he vendido desde una fruna, un limón, un cigarrillo o una tarjeta navideña. Me ha tocado vender de todo”, dijo Guillermo Giraldo.

Ahora, a sus 55 años, vela por las garantías y derechos de sus colegas como presidente de la Unión General Trabajadores Independientes y de la Economía Informal en Colombia (UGTI), una asociación que tiene unos 2.720 afiliados.

En 2022 se estimaba que había unos 35 mil venteros informales en Medellín, según cifras de la Alcaldía de Medellín. Ese número se mantiene más o menos igual en la actualidad, pues la Unión General de Trabajadores en la Economía Informal–UGTI– calcula que hay unos 36 mil que trabajan principalmente en el Centro de la ciudad.

“No estamos en la calle porque queramos, pero nos toca vivir y luchar con todas las problemáticas de ciudad como la inseguridad. Constantemente dicen que somos ilegales, pero la única ilegalidad que cometemos es trabajar”, explica Giraldo.

La situación de los venteros informales es una de las cuatro problemáticas que investiga Informalidad visible: revelando las realidades del trabajo informal, una investigación realizada por la Universidad EAFIT, la Universidad el Norte y el Observatorio de Políticas Públicas (POLIS) de la Universidad Icesi en el marco de la Alianza 4U. 

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En Medellín fueron encuestados 238 vendedores informales, principalmente en el sector El Hueco, una zona clave para la economía de la ciudad. Las respuestas de los encuestados sobre el tiempo dedicado a la actividad, el acceso a seguridad, el acceso a servicios financieros, entre otros aspectos pueden dar luces sobre la magnitud de la situación de los venteros en la ciudad.

Las encuestas ahondaron en los datos demográficos de las personas, en las características del hogar, las características del negocio y las prácticas empresariales de los vendedores informales.  

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¿A qué se enfrentan los venteros? 

Los venteros informales de la ciudad se enfrentan día a día con la incertidumbre de saber si van a tener un día bueno o no para conseguir lo suficiente para subsistir. Los desalojos son una preocupación latente, pero es algo sobre lo que ellos han venido dialogando desde hace más de veinte años con las diferentes administraciones.

Lo que les inquieta más es el día a día y, por eso, las preocupaciones que hay en la formalidad, como la seguridad social, quedan rezagadas a un segundo o tercer plano.

“Muchos de los venteros quisieran, pero no pueden pagar seguridad social porque se vive del día a día, no hay cultura, ni tampoco se ve la necesidad”, dijo Giraldo. Él cotiza pensión y está afiliado al Sisbén, pero eso a veces no es suficiente para ellos.

Cuando uno de ellos se enferma, pierde el día de trabajo si no sale a vender, pero hay otras preocupaciones que se desprenden de ahí. “Uno los ve en situaciones precarias y les pregunta por qué no va al centro médico y dicen: ‘¿Pa’ qué? Voy y me atienden, pero pierdo el día y la droga qué, ¿con qué la compro?’”, explicó.

La situación de los venteros informales se deriva del problema estructural de la economía de la ciudad. Para Mauricio López, economista e investigador de la Universidad de Antioquia, una manera de mejorar sus condiciones es pedirles una pequeña parte de los que ganan para aportar a seguridad social, pero reconoce que las personas tienen ingresos tan bajos que no alcanzan a generar un ahorro para su formalización.

“En ese caso sería el Estado el que tendría que entrar a aportar para formalizarlos”, puntualizó López.  

Una problemática de ciudad 

La situación de los venteros informales solo es una parte de la problemática que vive Medellín en cuanto a la informalidad. De acuerdo con las cifras del DANE, para el final del primer semestre del 2024 los ocupados informales representaron el 39,3% del total de los ocupados en la ciudad y el Valle de Aburrá.

En los últimos años, esta cifra se ha mantenido relativamente estable. En enero de 2021, la informalidad tuvo un pico del 74,3%, pero desde diciembre de ese mismo año el porcentaje de ocupados informales se ha mantenido casi siempre entre el 38,8% y 40,6%.

La Secretaría de Desarrollo Económico y la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia iniciarán un programa llamado Crecer es Posible, que busca fortalecer las capacidades empresariales de los emprendedores y empresarios, y así facilitar su crecimiento y sostenibilidad en el mercado laboral. La formación es el objetivo más importante de esta alianza.

Además de esto, la Alcaldía quiere establecer convenios con el sector privado para incentivar el mercado laboral, como parte de la estrategia de reactivación económica de la región.

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Hay otros planes que buscan acompañar a alrededor de 10 mil empresas y emprendimientos en sus etapas de desarrollo, integrando la ciencia, la tecnología y la innovación para impulsar un desarrollo económico y sostenible. En síntesis, los planes que hay desde la Alcaldía están enfocados a la tecnología, la innovación y la creación de pequeñas unidades productivas y emprendedoras.

Por otro lado, la estructura empresarial de la ciudad condiciona la manera en la que el empleo está repartido y sus condiciones. El 60% del empleo formal se encuentra en las grandes empresas y las pymes, mientras que las microempresas operan en el mercado laboral informal, según datos del DANE.

Para diciembre del año pasado, Medellín contaba con más de 114 mil empresas activas. El 85% de ellas eran microempresas que generaban el 40% del empleo de la ciudad, principalmente informal. Así que la creación de microempresas no necesariamente va a reducir las cifras de informalidad de forma directa.

"El autoempleo y los emprendimientos también generan empleos informales, entonces no basta solamente con un apoyo para generar el emprendimiento", dijo López, profesor de economía de la UdeA. Esta es una situación que hay que atender desde diferentes ángulos, pero la formación es clave para tener buenos resultados a futuro.

Los emprendimientos conocidos como micronegocios emplean a unas nueve personas como máximo. En la encuesta de micronegocios que hizo el DANE en 2023 se mostró la evolución de estos comercios entre 2019 y 2022, que principalmente buscan obtener ingresos y no están centrados en la rentabilidad, el crecimiento o la sostenibilidad de la empresa.

En 2019 había unos 250 mil micronegocios y para 2022 eran unos 390 mil. Al igual que el número de emprendimientos, el de empleados subió. Pasaron de 350 mil en 2019 a 480 mil en 2022. Una de las razones por las que la informalidad es un factor común en los micronegocios es que, en promedio, pagar prestaciones a un trabajador aumenta el costo salarial en un 70%. 

El estudio y la formación laboral no son suficientes 

Por otro lado, una de las situaciones que contribuye a que más personas terminen en la informalidad es el bajo nivel educativo y la falta de una formación profesional adecuada para insertarse en el mercado laboral formal ya que muchos puestos requieren conocimientos específicos.

En 2023, Medellín Cómo Vamos, una organización cívica que publica alertó sobre la problemática en la educación de los medellinenses. Desde fallas en la estructura de 95% de los colegios públicos de la ciudad hasta el abandono escolar que para el año pasado fue el más alto del país en los últimos 12 años.

A eso se le suma que Medellín repuntó como la ciudad donde los estudiantes pierden más los años escolares en todos los niveles educativos, así que hay una necesidad desde la formación de los jóvenes en espacios educativos básicos que impide un buen proceso de cara a una formación profesional, técnica o tecnológica.

En Matemáticas, los jóvenes que presentaron la prueba Saber 11 en 2022 no alcanzaron las competencias básicas requeridas para tener un buen desempeño en la educación superior y en comprensión lectora, el 38,4% de los jóvenes de Medellín presentaron niveles bajos de desempeño.

Esto afecta el ingreso de estudiantes de educación básica a educación técnica, tecnológica y universitaria. En 2020 y 2021 la tasa de tránsito inmediato a la educación superior pasó de 51,1% a 45,3%.

Por eso, muchas personas en Medellín terminan en la informalidad, viviendo del día a día y sin una estabilidad económica y social. Giraldo lo resumió en una sola frase muy cruda, pero que viven los venteros de la ciudad en su cotidianidad: “Trabajamos el día para ver si comemos de noche”.

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