Autor: Pablo Felipe Gómez Montañez y Fredy Leonardo Reyes Albarracín
Editorial: Ediciones USTA
Año de publicació: 2017
Breve presentación del libro: El libro es resultado de un proceso investigativo que se viene realizando hace dos años a través de la Unidad de Investigación y de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás. Se buscó ahondar, desde la narrativa, la oralidad y la memoria, sobre los procesos etnopolíticos del pueblo muisca de Bogotá, a partir de las perspectivas y roles de las mujeres, quienes encarnan la figura de lo femenino como arquetipo del origen del mundo y la humanidad desde la cosmogonía/mitología muisca.
Como parte del proceso de recomposición cultural, las diferentes comunidades y organizaciones muiscas vienen implementando políticas de memoria con el fin de fortalecer la cohesión colectiva de sus comunidades mediante la recuperación de prácticas, rutinas, mitologías y cuerpo de valores que vinculan a sus miembros moralmente con su pasado de larga data. Como fruto de dichos procesos, el campo etnopolítico muisca se ha caracterizado por generar discursos e ideas en los que se referencia a la “Madre”, a la “Madre Tierra (Jisca Guaya) como la figuración del principio creador y ordenador del mundo. De igual manera se rescatan mitos como el de la primera madre Bachué que resaltan el rol de lo femenino como principio cosmogónico de lo muisca. Sin embargo, el rol de la mujer muisca en la conformación del campo etnopolítico suele quedar supeditado al de los hombres. En la poca y reciente producción etnográfica sobre los muiscas contemporáneos, los investigadores dan primacía a la voz masculina, pese a que muchas mujeres han protagonizado los procesos organizativos que llevaron a la conformación de proyectos colectivos con miras al reconocimiento de sus comunidades.
De ahí que el presente texto se proponga elaborar una narrativa del proceso etnopolítico reciente muisca desde la perspectiva de mujeres líderes. Estas mujeres han asumido roles que van desde autoridades civiles y políticas, hasta transmisoras de prácticas culturales como la medicina, el cuidado de la familia y la gastronomía. Consecuentemente, se parte de la premisa de que la indigenidad muisca también involucra en su construcción posiciones y perspectivas de género.