Boletín de prensa # 472 Aunque Colombia tiene un fuerte sistema de atención; el Aedes, mosquito transmisor de los virus que transportan estas enfermedades, sigue siendo una amenaza latente que podría prevenirse de forma más efectiva si en el país se hiciera una inversión continua, estratificación de zonas de riesgo y trabajo colaborativo entre expertos. [caption id="attachment_24823" align="aligncenter" width="626"]Investigadores de Brasil, Colombia, Cuba, México y Estados Unidos, compartieron sus reflexiones sobre la evaluación e impacto de las intervenciones en cada uno de sus países, en contra de virus del dengue, Zika y chikungunya. Investigadores de Brasil, Colombia, Cuba, México y Estados Unidos, compartieron sus reflexiones sobre la evaluación e impacto de las intervenciones en cada uno de sus países, en contra de virus del dengue, Zika y chikungunya.[/caption] Desde que el ser humano existe, las enfermedades le han acompañado como a cualquier ser vivo, y por ello, no resulta extraño que los virus del dengue, Zika y chikungunya, hayan salido del continente africano, lugar del cual provino el ser humano, específicamente en Marruecos, hace unos 300.000 años, según los últimos reportes científicos. Para salir del África, el virus del dengue y el mosquito que lo transporta (el Aedes aegypti), se apoyaron en las colonizaciones europeas, que a través de sus recurrentes viajes en barcos, ofrecían hospederos (huéspedes o portadores) ideales: depósitos de agua y personas infectadas. El paso del mosquito en la historia de la humanidad, no ha sido en vano, y así lo evidencian estudios de investigadores en Estados Unidos, quienes comentan que este vector (portador), capaz “de transmitir patógenos mortales como la malaria, el dengue, y la fiebre amarilla; contribuyó a la victoria de Francis Drake sobre la Armada Española; apresuró la decadencia del Imperio Romano, comprobó las ambiciones tanto de Alejandro Magno como de Gengis Khan; y frustró el primer esfuerzo para construir un canal a través del istmo panameño, donde los franceses perdieron a más de 20 mil vidas”. Por otro lado, los primeros registros de la aparición de los virus del Zika y el chikungunya, se encuentran en las comunidades de monos de Tanzania y Nigeria entre los años 1947 y 1950. Desde esas zonas y al igual que en el caso del dengue, los dos virus, también se dispersaron en el mundo a través de personas infectadas que iban en barco y avión a sitios donde el mosquito Aedes ya estaba presente. De esta forma, estos virus saltaron inicialmente al continente asiático, luego a las islas caribeñas, y específicamente el Zika, llegó hasta Brasil, gracias a la asistencia de personas de todo el planeta al mundial de fútbol en 2014. Y aunque el mosquito Aedes está en  regiones tropicales y subtropicales; el cambio climático con su progresivo aumento de la temperatura, ha favorecido las condiciones para que este insecto de aproximadamente un mes de vida, vuele a sus anchas por cualquier zona urbana del territorio tropical menor a 2.200 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m), lo que correspondería a cerca del 85 % de toda Colombia. De este modo, el contar con condiciones ideales de temperatura, altitud y numerosos depósitos de agua y personas para incubarse; el mosquito Aedes y los virus de las tres enfermedades que él transmite, la tienen más fácil a la hora de sobrevivir. Entre esas facilidades, los tres virus cuentan con una variabilidad genética tal, que les da ventaja en la lucha por la supervivencia. De tal manera, la variabilidad genética del virus dengue, se manifiesta en los cuatro serotipos (variedades) que son transportados por el mosquito en su interior, donde cada uno de ellos puede infectar a las personas Los virus de chikungunya y el Zika, tienen cada uno un serotipo y el cuerpo humano después del primer contagio, queda inmunizado frente a estas dos enfermedades. El problema surge cuando entra en juego el virus del dengue, que al tener cuatro serotipos distintos, dificulta que nuestro organismo desarrolle defensas para volverse menos susceptible; pero además, con cada infección de un nuevo serotipo, la persona se hace más vulnerable a desarrollar dengue severo e incluso dengue hemorrágico, que pueden desembocar en la muerte de la persona contagiada si no es atendida a tiempo. Oportunidades de mejora En Colombia, los brotes por estas tres enfermedades son cada vez más frecuentes. En el año 2016, se registraron 103.819 casos por dengue. Y desde la entrada al país del virus de chikungunya en 2014, se han reportado 486.526 casos; y 107.686 casos de Zika desde 2015, según cifras del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila). Tal número de contagio, hace que Colombia sea el segundo país con más casos de infección, después de Brasil. Esto supone grandes retos a nivel de salud pública para disminuir las cifras a través de estrategias de prevención. Un primer momento de trabajo de prevención, requiere solucionar lo que tiene que ver “cuando uno identifica que la fuerza de trabajo en los centros de control de vectores, cuya planta no es muy grande, se reduce a la mitad, a finales y a mitad de año, dado que los trabajadores tienen contratos trimestrales, y el proceso de recontratación demora aproximadamente otros tres meses. Esto implica un serio problema si se quiere generar continuidad en las actividades de intervención efectiva frente al Aedes”, expresa Patrick Van der Stuyft, médico epidemiólogo y profesor de salud internacional en el Instituto de Medicina Tropical en Amberes (Bélgica). Esta es una de las reflexiones del médico belga, quien compartió con otros investigadores de Brasil, Colombia, Cuba, México y Estados Unidos, un curso sobre la evaluación e impacto de las intervenciones contra enfermedades arbovirales (transmitidas por artrópodos) urbanas, especialmente el dengue, Zika y chikungunya. En dicho curso desarrollado y apoyado por el CIDEIM (Centro Internacional de Entrenamiento e Investigaciones Médicas), centro aliado de la Universidad ICESI, además de presentar las necesidades de mayor inversión y sostenibilidad en el tiempo para la contratación de los trabajadores de los centros de control de vectores; se comentó que es importante iniciar una estratificación de las zonas de riesgo, ya que así se puede hacer una identificación prioritaria de los lugares de intervención, dependiendo de sus condiciones y estado actual de vulnerabilidad. “Si estratificamos el riesgo, conocemos las necesidades particulares de cada región y barrio en las que se siguen presentando las enfermedades. Esto permitiría hacer algo más que fumigar cuando el brote llega. De esta forma, se debe incluir un trabajo conjunto con las comunidades, identificando entre otras cosas, las prácticas con las que las personas han venido tratando la problemática. Así obtenemos información para trabajar con metadatos, sistemas de información geográfica en tiempo real y otras herramientas, para que las decisiones tomadas, sean basadas en la evidencia”, detalla Clara Ocampo, bióloga, doctora en parasitología y Líder  de Investigación del Centro Internacional de Entrenamiento e Investigaciones Médicas (Cideim). Otro aspecto relevante a tener en cuenta para potenciar las intervenciones en zonas de presencia de las enfermedades transmitidas por el Aedes,  es que se requiere trabajar de manera interdisciplinar, es decir, que los distintos profesionales de médicos, biólogos, entomólogos, epidemiólogos, bacteriólogos, participen en equipo en los proyectos, de la mano con funcionarios públicos.En este sentido, “se ha intentado trabajar acordes a tales objetivos de La Red Dentarget (Red Latinoamericana para Investigación en Prevención y Control del Dengue basado en la estratificación del riesgo) de la cual hacemos parte, y en la que de forma multidisciplinaria, decisores y académicos, desarrollamos nuevas estrategias basadas en la estratificación del riesgo a nivel municipal, para controlar el dengue”, manifiesta Bertha Nelly Restrepo, médica epidemióloga investigadora del instituto colombiano de medicina tropical en Medellín, centro adscrito a la Universidad CES, respecto a los aportes que desde los grupos académicos se vienen trabajando por la atención eficaz de estas tres enfermedades. En el caso de Cali, por ejemplo, el CIDEIM es consultor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace más de 15 años, y ha contribuido en la formación de los investigadores en enfermedades desatendidas tales como: leishmaniasis, malaria, y dengue en zonas tropicales de Latinoamérica, con el fin de disminuir el impacto de las enfermedades infecciosas que permitan mejorar la calidad de vida de las poblaciones afectadas.   Más informes: Clara Ocampo Líder  y Coordinadora de Investigación  Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.   Alejandra Chamorro Gestora y Administradora de TIC para E-learning del Cideim Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.