empresa Boletín de prensa# 102 El profesor Melquicedec Lozano, Ph.D.Investigador del Centro de Desarrollo del Espíritu Empresarial de la Universidad Icesi habla para la revista Latin Pyme sobre educación que reciben los padres por parte de los hijos como un proceso complementario en la apropiación de conocimiento por parte de la familia empresaria.  

EDUCACIÓN EMPRESARIAL EN SENTIDO OPUESTO: DE HIJOS A PADRES

  La educación sigue siendo un tema alrededor del cual se debate con frecuencia. Algunas razones fuertes de su protagonismo son: la cobertura, el costo, las áreas de demanda del mercado y los intereses de preparación de la gente. Los debates permean también a las familias empresarias, pues estas deben dar oportunidades de estudio a todos los hijos, ayudarlos en la exploración de posibles carreras universitarias y apoyarlos en la elección que hagan. Posteriormente deben brindarles acompañamiento personal desde la familia o valiéndose de tutores externos. Este ha sido el flujo tradicional sobre el que se han escrito muchas páginas. Sin embargo, poco se ha enfatizado sobre la educación de hijos a padres, proceso complementario en la apropiación de conocimiento por parte de la familia empresaria. Las páginas siguientes exploran algunos factores claves en la formalización de este nuevo rol que debe asumirse con agrado y determinación por parte de padres e hijos. Educar a los hijos Experimentar el nacimiento de un hijo o una hija de hecho plantea para los padres muchas responsabilidades, y una es la de educarlos. Durante los primeros años los infantes son altamente dependientes de los adultos para sus aprendizajes. La elección de colegio la hacen los padres, intentando proporcionar una educación integral, garante en la formación de competencias, de buena calidad, y en un escenario armonioso. Estos flujos de instrucción e información dados por las instituciones se alimentan adicionalmente en el hogar por los padres y otros adultos, mediante la formación de valores, las conversaciones sobre la vida en general, las socializaciones con la empresa familiar y el acompañamiento en sus deberes académicos. Durante la primaria y secundaria la brecha del conocimiento está del lado de los padres. Al terminar la secundaria, algo muy particular ocurre. Los jóvenes eligen carrera universitaria y la brecha del conocimiento comienza a estar a favor de los hijos. Este es un hecho natural debido a dos aspectos: a) el conocimiento se va actualizando, y b) todas las carreras tienen unos enfoques específicos especializados. Debido a esto, se va experimentando una autonomía paulatina del joven y, por consiguiente, el aprendizaje queda más bajo la orientación de las instituciones. Pero aún persiste un área en la que los padres y otros adultos siguen siendo altamente influyentes en el aprendizaje: el conocimiento sobre la empresa familiar, dada la experiencia y el dominio sobre los temas de negocio y las dinámicas del sector. Así, en esta línea, se continúa con el influjo de educación de padres a hijos, proceso este que se va tornando de doble vía a medida que los hijos avanzan en su carrera universitaria y van aprendiendo nuevos conocimientos que pueden ser aplicables a la empresa y que no son  del manejo pleno de quienes la dirigen. Educar a los padres Llega el momento oportuno en que aquellos conocimientos de los hijos adquiridos en la universidad, que son útiles a la empresa familiar, se pueden acoger. Este es el inicio de la educación de hijos a padres. Esta interesante etapa debe tratarse con inteligencia. Se recomienda que los padres estén abiertos a las propuestas de los hijos y que los hijos sientan agrado y disposición para enseñar a sus padres. Si bien es cierto que los procesos, los sistemas, los flujos operativos y de gestión, quizá estén funcionando bien en la empresa, no se puede descartar que pudieran funcionar mejor aprendiendo las enseñanzas que provean los hijos. Dado el caso, lo aprendido podría llevar a descartar su implementación, pero la decisión sería más objetiva, pues se estaría obrando con conocimiento de causa. No hay peor actitud que negarse a las cosas sin conocerlas. Para la educación de hijos a padres debe disponerse de un escenario que lo facilite: un lugar adecuado, unas fechas y horarios previamente acordados, unos temas identificados, uno o varios asistentes que hayan confirmado su participación y una fuerte voluntad para que se haga efectivo el proceso enseñanza-aprendizaje. Para los hijos, debería ser gratificante educar a quienes han sido sus educadores en muchas facetas de la vida y quienes, además de ser sus progenitores, poseen una trayectoria y un acervo de conocimientos sobre sus propios negocios, lo cual es un privilegio. Para los padres, recibir enseñanzas de temas que no dominan, de parte de sus hijos, es una experiencia retadora y dignificante. Retadora, por cuanto significa cambiar el papel que casi siempre han desempeñado al actuar regularmente como proveedores de conocimiento frente a ellos, y no como sus receptores, al señalarles el camino orientándolos sobre los que es bueno hacer y aprender. Dignificante, por cuanto se trata de un discípulo permanente, con lazos directos de consanguinidad, que ahora obra como un maestro en temas, herramientas, aplicaciones, modelos, ideas estratégicas, que pueden resultar muy útiles para la empresa familiar, quizá con efectos positivos sobre reputación, crecimiento y resultados, si se llegara a implementar el conocimiento en cuestión. Sin embargo, estas interacciones que resultan en beneficio para la familia y la empresa, requieren de buena voluntad de parte y parte, así como de actitudes que puedan tornar provechosos los intercambios. He aquí algunas recomendaciones en el proceso de educación de hijos a padres. Para el padre (o la madre):
  1. Esté abierto a las enseñanzas que le darán. No se frene ante contenidos que involucren tecnología o conocimientos que parecen difíciles, su hijo(a) se encargará de que comprenda todo. Maneje sus pensamientos positivamente, procurando colmarse de la convicción de que aprenderá.
  2. Acoja las explicaciones con entusiasmo, con atención, con deseos de aprender. Esto entusiasmará también a su hijo y lo motivará más a dedicarse en su rol de educador. Además, lo dispondrá a hacer de instructor las veces que se requiera.
  3. Pregunte cuando no entienda algo, no deje que se avance sin que las cosas estén claras. Si lo permite, es probable que tampoco entienda explicaciones posteriores.
  4. Modere con cortesía la velocidad de enseñanza de su hijo. El único propósito no es cubrir el tema, lo importante es comprenderlo.
  5. Al final de cada sesión exprese su gusto y agradecimiento. Acuerde la fecha y horario de la próxima sesión.
  6. No olvide prepararse para la sesión que sigue. Lea los materiales, avance, dé muestras de su interés.
Para el hijo (o hija):
  1. Dispóngase a enseñar, tome en serio su papel de educador. Deje de lado la creencia de que los adultos se cierran a la tecnología. Hay de todo, pero la gran mayoría han aceptado que deben entrar en ella; la competitividad del mercado se los exige. Una vez entre en calor con las explicaciones verá cómo se entusiasma con ellas y se abre cada vez más.
  2. Vaya siempre con energía y disposición a las sesiones pactadas, hágalas agradables a sus padres. Diseñe un método de enseñanza que facilite la comprensión. Esto será valioso para despertar el ánimo, la curiosidad y el apetito escrutador del discípulo.
  3. Esté dispuesto a recibir preguntas y a responderle con claridad y gusto. No muestre molestias cuando le planteen interrogantes; por el contrario, son oportunidades para entrenarse como conocedor de sus áreas de conocimiento. Periódicamente pregunte al padre si tiene dudas o si desea que se repita algún apartado específico. Repita cuantas veces tenga que hacerlo sin molestarse, el propósito es que sus padres aprendan.
  4. Mida la velocidad de aprendizaje de su interlocutor y procure ir al mismo ritmo, Concéntrese más en quien recibe las enseñanzas que en demostrar que usted las domina. No se trata meramente de cubrir unos temas, poco se logrará sino fueron entendidos.
  5. Al finalizar cada sesión resalte el esfuerzo dispensado por sus padres. Esto les animará a continuar, déjeles algunas tareas para la próxima sesión, cuidando de no abrumarlos con demasiado trabajo. Esté atento a la próxima fecha y horario que se haya acordado, resérvelo y resáltelo en su agenda para que no se le olvide.
  6. Estudie cada vez cómo llega mejor a sus discípulos padres y, conforme a esto, afine su método de enseñanza.