El camino de transformación es la educación
Luisa, «juanchaqueña», soñadora, lideresa, negra y mujer queer que desde muy pequeña llegó a vivir a la Ciudad de Cali, se siente orgullosa de haber nacido en Juanchaco, un corregimiento de Bahía Málaga a 45 minutos en lancha de Buenaventura.
Con nostalgia, emoción y un poco de tristeza recuerda que su madre tomó la decisión de migrar a la ciudad de Cali en busca de mejores oportunidades, pues, si hay algo cierto, es que el acceso a la educación y las herramientas para crecer profesionalmente, pueden llegar a ser muy limitadas, sobre todo en zonas rurales y urbanas, habitadas por personas afrodescendientes. En lugares donde soñar no siempre es una posibilidad, Luisa y su familia se atrevieron a hacerlo.
Más adelante, entre los 12 o 13 años, se fue a vivir con su familia a Tumaco, en donde el proceso de seguir encontrando dónde podía ser ella misma, continuó siendo un interrogante enorme.
Para esta lideresa, que más bien se reconoce como una gestora comunitaria, el trabajo en conjunto con su comunidad ha sido primordial. Cada paso que ha dado representa una voz para los y las jóvenes que vienen detrás de ella y para las mujeres que la acompañan en el día a día.
La historia de Luisa y la de muchas personas en la región del Pacífico ha sido atravesada por la falta de acceso de oportunidades a servicios básicos —salud, educación, trabajo, etc.—, por eso es que esta joven desde su experiencia señala que la educación es esa herramienta que con calidad puede significar un paso para muchos y muchas.
Con nostalgia, emoción y un poco de tristeza recuerda que su madre tomó la decisión de migrar a la ciudad de Cali en busca de mejores oportunidades, pues, si hay algo cierto, es que el acceso a la educación y las herramientas para crecer profesionalmente, pueden llegar a ser muy limitadas, sobre todo en zonas rurales y urbanas, habitadas por personas afrodescendientes. En lugares donde soñar no siempre es una posibilidad, Luisa y su familia se atrevieron a hacerlo.
Más adelante, entre los 12 o 13 años, se fue a vivir con su familia a Tumaco, en donde el proceso de seguir encontrando dónde podía ser ella misma, continuó siendo un interrogante enorme.
Para esta lideresa, que más bien se reconoce como una gestora comunitaria, el trabajo en conjunto con su comunidad ha sido primordial. Cada paso que ha dado representa una voz para los y las jóvenes que vienen detrás de ella y para las mujeres que la acompañan en el día a día.
La historia de Luisa y la de muchas personas en la región del Pacífico ha sido atravesada por la falta de acceso de oportunidades a servicios básicos —salud, educación, trabajo, etc.—, por eso es que esta joven desde su experiencia señala que la educación es esa herramienta que con calidad puede significar un paso para muchos y muchas.
La equidad se va a dar cuando esos jóvenes de zonas rurales también tengan opciones [de soñar] en sus territorios, porque la única opción no puede ser, “si mi mamá me saca de [aquí]”.