Liliana Riascos es una mujer negra, docente y escritora, oriunda de la ciudad de Bogotá, quien recuerda como si hubiera sido ayer, su primer encuentro con la escritura cuando a sus diez años su madre le regaló su primer libro. Liliana creció en la Localidad de San Cristóbal Sur, donde en medio de las dificultades que presentaba su contexto, asegura haber tenido un encuentro cercano con el campo, su comunidad y raíces del Pacífico colombiano.
 
Entre los ires y venires que le implicaba el viaje de Bogotá a Buenaventura para visitar a sus abuelos, fue comprendiendo que las dificultades que atravesaba este territorio no estaban muy alejadas de las que se configuraban en su hogar en la Localidad de San Cristóbal Sur. Su experiencia en aquellos contextos de injusticia social constante, le fueron llevando a ser consciente y conocer de cerca «la división estratégica de la ciudad en sectores sociales y económicos» y, por ende, la diferenciación en la inversión estatal que resuena a lo largo y ancho de Colombia, reflejada en desigualdades sociales y económicas.

Para Liliana, la escritura significa no desaparecer en el tiempo, resistir al sistema patriarcal y racista que oprime constantemente. Como mujer negra, asegura haber encontrado una herramienta que la ayudó a identificar su lugar en la sociedad y ser la voz que denuncia las injusticias sociales.

Para Liliana las escuelas también son un reflejo de los obstáculos que enfrentan las comunidades negras en su diario vivir: «me encuentro con infraestructuras deficientes, gestión académica y docente deficientes, los estudiantes deben navegar contextos de vulnerabilidad socioeconómica».

Liliana construye equidad desde las aulas de clase y ese es su propósito de vida. Asegura que siempre intenta inculcar en sus estudiantes la importancia de tener un proyecto de vida basado en la búsqueda de oportunidades educativas. Ella intenta ser un modelo de referencia para las generaciones más jóvenes y enfatiza en el gran valor que tiene el desarrollo de políticas públicas que permitan tener una claridad de las condiciones reales de las comunidades que ella hoy habita: El Distrito de Aguablanca en Cali. 

Errante.
Como viento que baña la bahía costera.
Se tambalea de un lado para otro.
Tambalean sus pies, y con ellos los fantasmas que la siguen.
Desafiante.
Como la vida en una noche de octubre.
Oscura como los ángeles que nacen un domingo a las 12 del día.
¡Pobres alados negros!
Que por destino, en cada día santo deben llorar a solas.
Pero no es su piel la de un ángel.
Ni mucho menos la de un santo.
Llorar no puede.
Solo escribe.
Canta.

Autora: Liliana Riascos