“Desde la comunicación étnica podemos hacer narrativas que propendan por visibilizar y reflejar lo equitativo. También lo que no”
– Andreiza Anaya
El Centro de Estudios Afrodiaspóricos – CEAF de la Universidad Icesi, tuvo la oportunidad de generar una conversación con Andreiza Anaya para visibilizar su historia de vida y liderazgo:
Andreiza Anaya es comunicadora social y gerente de comunicaciones de la organización colombiana Manos Visibles. Su pasión por las tradiciones afro del Caribe, la radio y las sonoridades, más su preocupación por el trabajo comunitario y lo que denomina como la responsabilidad histórica, la han llevado a resignificar su quehacer y con ello a iniciarse en el ejercicio y la conceptualización de la comunicación étnica afro en el país.
El Centro de Estudios Afrodiaspóricos – CEAF de la Universidad Icesi, tuvo la oportunidad de generar una conversación con Andreiza Anaya para visibilizar su historia de vida y liderazgo:
CEAF: Usted se presenta como una mujer afrocaribeña, afrosabanera y negra del Caribe colombiano. ¿Qué más nos puede contar de su historia?
Andreiza Anaya: Soy una apasionada por lo que me rodeó y lo que tuve a mi alrededor en mi crianza. Crecí en un corregimiento llamado Berrugas, Sucre. Ahí estuve todos los años de mi infancia y, alternando con Cartagena, gran parte de mi juventud. Crecer en este lugar guió mis intereses, lo que he estudiado y cómo he enfocado mi profesión… He comprendido que el Caribe colombiano y el ser afro en ese Caribe representa un escenario de resistencia y un campo de acción.
CEAF: Ahondemos en el significado de la región para usted
Andreiza Anaya: Eso implica muchos elementos. Empezar a caminar por las ferias, festivales y fiestas, si bien me permitió encontrarme con prácticas y manifestaciones culturales como el baile, la música, el Guapirreo, el Fandango de San Pelayo y el Bullerengue de María La Baja, también me permitió encontrarme en el Caribe con unas falencias estructurales muy similares a las del Pacífico; no somos tan distantes en cuanto a las necesidades de la negritud. Estas necesidades vienen a ser las mismas, pero en la narrativa nacional nos cuesta mucho entrar desde el Caribe que ha sido negado desde la negritud, que su historia quedó anclada a los negros esclavizados del muelle de la Bodeguita, y no más. Pareciera que la negritud desapareció en Cartagena y sólo la contamos cuando hay que mencionar que esta es una de las ciudades más racistas. El ser negro, el ser afro y la negritud siguen andando aquí. Tendríamos que entrar a ver cómo nos contamos.
CEAF: Y ¿cómo cree que podríamos hacerlo?
Andreiza Anaya: Contarnos desde un Caribe afro y negro también implica contarnos desde un lugar en el que se han repetido muchas historias sobre la vulneración de los derechos, en donde la luz se sigue yendo todo el tiempo, donde no hay un hospital. En Berrugas, por ejemplo, no hay un servicio médico constante y de primer nivel. Ahí te encuentras una auxiliar de enfermería para vacunación esporádica cada dos o tres días. Alberto Abello y otros caribeñólogos hablan de una isla encallada, y creo que realmente somos eso, una isla encallada en unas problemáticas sociales que también vive en esa nostalgia de la hamaca, la mecedora y el queso costeño.
CEAF: Tenemos la sensación de que la responsabilidad histórica y la necesidad por contar el Caribe desde la negritud está vinculado a lo que usted se dedica, a la comunicación étnica afro.
Andreiza Anaya: La comunicación étnica viene a ser un eje conductual de vida propia y de resignificación del quehacer de la comunicación social. Esta llega a mi vida antes de la universidad, cuando supe que quería esa comunicación del sentido básico, esa comunicación de lo real. Es como ver al médico sin el bisturí, siempre pongo este ejemplo. O sea, es ver la comunicación sin el medio, sin el canal tradicional, y recobrarlo en las relaciones interpersonales. ¿Y cuáles son esas relaciones interpersonales? La oralidad entre lo negro y lo afro, la forma nuestra de comunicarnos entre los afro e indígenas.
También la comunicación étnica llega cuando empiezo a pensar cómo podía encajar en la narrativa de los derechos emanados de la Constitución. Cabe aclarar que la comunicación étnica no es una denominación de Andreiza Anaya, aunque ella está conceptualizando el ejercicio. No. Encontrarías comunicación étnica por doquier, pero nadie te va a decir qué es, más allá que es donde está un negro y un indígena. Lo siguiente es para ejemplificar por qué la comunicación étnica es necesaria: ves convocatorias que dicen comunicación étnica, pero te das cuenta que quienes participan en esa convocatoria audiovisual de X canal resultan siendo 2 afro y una productora audiovisual que no pertenece a personas afro, ni a personas con conciencia negra, ni siquiera a personas con sensibilidad. Debo admitir que hice parte de eso, y de ahí siguieron mis cuestionamientos sobre qué es la comunicación étnica: ¿es sólo donde estén los negros? Yo estaba en una convocatoria en donde me pagaban muy bien porque era, justamente, la cuota, pero no estaba contada desde los negros ni pensada como nosotros.
CEAF: Entonces, ¿qué más nos puede contar sobre el deber ser y hacer de la comunicación étnica?
Andreiza Anaya: Cuando me doy cuenta que comunicación étnica no era lo que se quería, empiezo a conceptualizar el tema y a identificar que era esa relación interpersonal entre las personas afro e indígenas y su ambiente. Hace 10 años empecé a recobrar esas narrativas, a resignificar y a trabajar con los insumos de las comunidades: es el motivo por el cual estamos aquí.
Entonces la comunicación étnica se ha convertido en un pilar de mi vida personal, es mi agenda propia; lo que soy, como hablo, cómo me visto, cómo camino. Este pilar tiene una responsabilidad histórica porque Andreiza Anaya no llegó a ser Andreiza Anaya sola, ni va a continuar siendo Andreiza Anaya sola.
La comunicación étnica también es un pilar para mi desarrollo profesional, porque ha aportado metodologías, conceptos y formas de trabajar desde la comunicación que no dependen necesariamente de los canales tradicionales, en donde hemos sido invisibilizados, y que permite hacer un contrapunteo de acuerdo a nuestros intereses desde lo que somos y tenemos para agarrarnos y responder. La comunicación étnica es, además, un compromiso con el territorio en saber que también esa comunicación aporta a abrir espacios de visibilidad, reconocimiento y participación que históricamente no hemos tenido los hombres y mujeres afro.
CEAF: ¿A qué desafíos se enfrenta en Colombia un tipo de comunicación que quiere abrir espacios de visibilidad, reconocimiento y participación de las negritudes?
Andreiza Anaya: En el panorama colombiano el reto es lograr la participación efectiva y activa de las comunidades en las agendas de toma de decisión y evidenciar esa geografía diversa de las diásporas negras en Colombia. ¿Cómo garantizamos esa participación activa y efectiva? Ese es otro reto y es, al mismo tiempo, el norte de la comunicación. También es un reto, sin duda alguna: lograr que nos reconozcan y nos reconozcamos. ¿Eso cómo se hace? Con referentes y motivación. Al respecto, hace poco cuestionaba el personaje afro de una novela de la televisión, y me preguntaba por qué tenía que comportarse así, actuando desde lo que encontré como un escenario de ridiculización de las identidades afro, pues muchas otras personas afro, como yo, no somos así. ¿Por qué no podía ser un personaje serio, diferente, que de verdad nos representara? No podemos seguir reconociéndonos en un espacio de ridiculización. Esto es también sobre cómo nosotros asumimos esos roles de representación, entonces sí creo que es fundamental que podamos lograr la comunicación étnica desde la visibilidad, el reconocimiento y la participación.
CEAF: ¿Cómo se imagina usted, una mujer afrocaribeña, una Colombia equitativa y un Caribe equitativo?
Andreiza Anaya: Veo posibilidades que reconozcan las diferencias de mis sobrinos, que son unos pelados de la diáspora afro que no tienen posibilidades económicas de acceder a la educación, quienes tienen una mamá soltera. Veo a nuestros saberes culturales, económicos y políticos participando en la construcción e implementación de políticas públicas. Veo a la equidad necesariamente junto a la ruptura de los estereotipos. Esto sería un escenario ideal. En una sociedad equitativa, veo una narrativa que promueve, celebra y garantiza la diversidad y su reconocimiento. Una amiga mía decía: “Veo a la equidad muy cerca de esa sensibilidad humana que es lo que me permite reconocer al otro en mí y qué tengo yo de ellos”; o sea, es encontrarme a mí en el otro, pero también es encontrar al otro en mí.
Veo la equidad en la posibilidad de tener vías en nuestros territorios iguales a las de Bogotá, pues sabemos que comunicarnos y transportarnos van de la mano. No puede ser que sigamos pariendo para llegar, por ejemplo, a Palenque, al que escasamente le hicieron la carretera hace poco. No puede ser que las mamás vayan en moto a dar a luz, porque es más rápido llegar en ésta que en carro. Veré equidad cuando pueda garantizarse a nuestros municipios un sistema de salud básico y de calidad. Veré equidad cuando las mujeres de Yurumanguí, Berrugas y Tumaco puedan dar a luz en las mismas condiciones de calidad que tendría cualquier clínica de Bogotá.
Yo pensaría que, desde el Caribe, hombres, mujeres, niñas, niños y jóvenes negros y afro necesariamente nos veríamos en una sociedad sin corrupción. También estaríamos respetando necesariamente al medio ambiente. La equidad ambiental va de la mano con la equidad racial, porque si yo reconozco que este entorno natural es importante para esta comunidad y para la sociedad en general, yo no voy a “zamparle” a La Boquilla un oleoducto, como ya se lo metieron, ni tampoco voy a seguir construyendo sobre el manglar.
CEAF: Frente a este panorama, ¿cuál es el papel de la comunicación étnica para construir esa Colombia equitativa?
Andreiza Anaya: Aquí te das cuenta que la comunicación no es sólo cultura. La comunicación es cómo nosotros podemos evidenciar que allí en La Boquilla y en Berrugas no hay un sistema de salud para responder a las necesidades de 9,000 personas; que la carretera para los corregimientos de Sucre es paupérrima; y que todo eso no es gratis. No es casualidad que justo en los territorios negros y empobrecidos esto de las carreteras esté más mal. No imagino enunciar que hay cortes de luz sin decir que estos se producen en los estratos más bajos, ¿y quiénes están en estos estratos? ¿A quiénes le cortan las comunicaciones sistemáticamente en el Caribe? A la población negra, pues son quienes viven en estratos 0, 1, 2 y 3 máximo.
No imagino dar una noticia de la inauguración del oleoducto de La Boquilla sin mencionar que taponó la entrada al territorio, o sea, que su gente no puede entrar por donde ha entrado durante toda la vida y, además de eso, ¿cuánto manglar mataron? No me imagino dar la misma noticia sin decir cuántos pescadores se quedaron sin comida y cuánto fue la población negra afectada. Tampoco me imagino dando la noticia de la muerte de Martin Elías sin mencionar que en ese hueco otras 50 personas han muerto, en su mayoría negros, jóvenes mototaxistas que estaban buscando sustento económico. ¡Es sistemático!
Desde la comunicación étnica podemos hacer narrativas que propendan por visibilizar y reflejar lo equitativo y lo no equitativo, pues no debemos normalizar tener tantas diferencias en términos estructurales. Así nos vemos y proyectamos, pero aquí también debe pensarse cómo nos ven a nosotras y nosotros los afrocaribeños.
CEAF: ¿Cómo les ven?
Andreiza Anaya: Nadie conoce a la Diana Blanco de ILE Sanción Jurídica, quien fue una de las organizaciones que entabló la demanda contra el censo poblacional. ¿Conocemos a Ricardo Leal quien está trabajando en Bogotá también como abogado étnico? ¿Y a Mariluz Barragán? ¡No! Y así existe una cantidad de personas jóvenes también, que terminas diciendo: ¡sí hay del Caribe! Dentro de la Constituyente tuvimos gente del Caribe; ese ejercicio se hizo entre esta región, el Pacífico y la población indígena. Hablaba con una organización hace poco, me hablaban del tema cultural y ayer todo era el Pacífico y el Pacífico. ¿Dónde queda el Caribe? ¡No nos ven!
Hay que empezar por cómo nos ven y eso es equidad. El mayor puerto negrero no puede seguir contándose desde la inequidad, de dejarnos el lastre histórico del Caribe: “Es que de Cartagena es donde pusieron los esclavizados” y nos dejan el pedacito de la historia de Benkos Biojó, y ya.
CEAF: ¿Cómo comienza la comunicación étnica a evidenciar y visibilizar el cómo se ve lo afro?
Andreiza Anaya: La comunicación étnica está convocada a motivar a que la sociedad en pleno le guste, le huela, le sepa y quieran lo afro. No me refiero a que únicamente queramos lo afro y, si no nos gusta, está bien que por lo menos tengamos lo que mencioné antes, esa sensibilidad de lo humano. Por ejemplo, ahora hay una discusión sobre el pelo. Yo llevo el mío afro y me rapé a los 14, entonces para mí esa discusión, aunque es muy bacana, no la lidero ni la lidera la comunicación étnica. Sin embargo, lo que esta sí debe liderar son esas formas de desear ese cabello afro. Aclaro que desear algo no siempre significa que lo debes tener, sino que lo admiras y respetas desde la distancia. Eso debe suceder con las personas que no son cercanas, deben respetar, valorar y entender que no todos somos negros, pero que existimos. Yo he presentado eventos, aunque no me gusta exponerme en público, y lo hice por el tema de la responsabilidad histórica del que hablé ahora: yo entendí que tenía que presentar eventos porque no había visto nunca una mujer negra presentando uno. Yo veía a Mabel Lara y nadie más. Después comencé a ver a Edna Liliana, a Yancy Castillo y a Lia Samantha. En su momento éramos 5 y eso empezó a cambiar.