Por petición de Gane Corredores, actual concesionario del chance en Cali, la Superintendencia de Salud y la Beneficencia del Valle abrieron una investigación para establecer que pasó con dos millones y medio de formularios de este popular juego, que fueron vendidos irregularmente en la ciudad.
Dichos formularios, en lugar de haber sido remitidos por el impresor a Gane, que es la única empresa autorizada para recibirlos y distribuirlos, fueron enviados el pasado 19 de octubre a la sede del ex candidato al Concejo Manuel Torres. La empresa que los imprime asegura que ese cambio de dirección fue ordenado por el funcionario de la Beneficencia que se encarga de manejar las órdenes de pedido de los formularios.
El País conoció una auditoría interna de Gane que cuestiona la actuación de Torres y de la casa de Apuestas Azar. En primer lugar, los formularios de chance no sólo fueron recibidos en esta dirección, Calle 9 #44-112, por una persona cuya firma es ilegible, sino que luego fueron vendidos por agentes comerciales de esa empresa. ¿Cómo terminaron esos formularios en manos de las vendedoras de Azar? es un total misterio. Lo cierto es que varios auditores de Gane encontraron más de 85 formularios en poder de estas vendedoras.
La preocupación del concesionario radica en un estudio que la Gobernación del Valle encargó a la Universidad Icesi, sobre la actividad del chance en la ciudad. El documento sitúa el promedio de dinero, que una persona se gasta cada vez que apuesta al chance, en $1.580 pesos. Al multiplicar esa cifra por los dos millones y medio de formularios vendidos irregularmente se concluye que se habrían desviado unos $3.950 millones de pesos. Además, el departamento habría dejado de percibir el 12% de este dinero, unos $474 millones de pesos, que por ley se destinan a la salud de los vallecaucanos.
Consultado por este diario, el ex candidato Torres manifestó no tener idea del asunto, “en esa dirección funcionan varios locales, entre ellos mi oficina y un punto de venta de Gane”. También afirmó que esta maniobra podría responder a las dinámicas del mercado negro de apuestas, que todavía rodea los juegos de azar.
El chance legal funciona en Cali desde diciembre pasado a través de Gane Corredores, un consorcio que agrupa a 19 de las 20 casas de apuestas de la ciudad, y que tendrá a su cargo las apuestas de forma exclusiva durante los próximos cinco años.
Por fuera de esta concesión quedó la firma Apuestas Azar, cuyo dueño es Roberto Ortiz. Gracias a un convenio comercial firmado entre Gane y Azar en 2006, el primero le entrega mensualmente 825.000 formularios de chance al segundo para que atienda su porción del mercado e, incluso, le respeta un crecimiento moderado.
Las relaciones entre Gane y Azar no han sido las mejores. Para Ortiz la denuncia que interpuso Gane es una acción hostil que busca sacarlo del negocio, en el que lleva 13 años. “Tenemos una crisis que amenaza con sobrepasar los límites comerciales”, dice Ortiz, quien recuerda que hace año y medio su cuñada fue torturada y luego asesinada, cuando se establecían las reglas para la nueva concesión.
“La enterramos en el cementerio
Metropolitano del Sur y su tumba lleva el número 1039, el mismo que jugué todo este tiempo, hasta que salió en agosto pasado”, dice Ortiz, quien obtuvo un
premio por un valor cercano a los 3.000 millones de pesos, apostando con Gane.
“Si quieren enlodar mi nombre y a mi gente, tendré que contarle a la comunidad que Gane no me ha entregado el certificado de retención en la fuente por el premio y advertir que si me quieren sacar, soy capaz de amarrarme con las vendedoras en la entrada del edificio”, sentencia Ortiz.
Al respecto, un vocero de Gane explicó que el certificado se le entregará una vez finalicen los pagos.
Más allá de la sospecha de que algo turbio sucede con el negocio del chance en Cali, y de las voces que claman por un mayor control de la Beneficencia del Valle para este popular juego, lo cierto es que la investigación para esclarecer qué ocurrió en el caso de los formularios vendidos irregularmente ya está en marcha.
Camino a la legalidad
Las apuestas continuas o chance, como se conocen popularmente, durante mucho tiempo operaron de forma clandestina. La gente las jugaba a través de apostadores que trabajan informalmente en cafés y fuentes de soda. En la década del 80 esta actividad comenzó un proceso de formalización que ha sido dispendioso. Finalmente, el Estado metió la mano en el asunto y, buscando regular, expidió la Ley 643 de 2001, la cual consideró que los juegos de azar son monopolio estatal y se pueden entregar a particulares en concesión.