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Discurso
ceremonia de grado febrero 3 de 2001
Cali,
3 de febrero de 2001
Dr.
Francisco Piedrahita Plata
Han
coincidido sus estudios aquí en la Universidad, queridos graduandos,
con los años más aciagos que hayan vivido las últimas
tres generaciones de caleños, de vallecaucanos o de colombianos.
La violencia aterradora y la inseguridad cotidiana, acompañadas
de un empobrecimiento general, han marcado estos años, en medio
del deterioro moral de la sociedad. Son circunstancias que llevan a la
frustración y a la desesperanza.
Hoy, cuando
ustedes dejan nuestras aulas, quiero invitarlos al liderazgo y al compromiso.
Se ha denunciado
hasta la saciedad que en la base de todas nuestras crisis hay una crisis
de liderazgo. Que se acabaron los líderes en la ciudad, en el departamento,
en el país. Que se acabaron las élites dirigentes. Y si
no, "¿Dónde estaban las élites? " preguntaba
en este mismo foro, hace un año y medio, el entonces Ministro de
Minas y Energía, Luis Carlos Valenzuela, "¿Dónde
estaban mientras el tejido económico y social del Valle del Cauca
era destrozado a pedazos?"
El nuestro
ha sido un país difícil, por decir lo menos, desde la propia
fundación de la nacionalidad. A pesar de todo, durante los dos
últimos siglos, el país progresó y trató de
incrustarse en la modernidad. Pero el regular progreso económico
nunca pudo acompañarse de la consolidación de un sueño
colombiano, de una visión de futuro que nos uniera a todos, en
la que cupiéramos todos. Algo hicieron mal las élites de
las generaciones que nos precedieron. Y en mucho nos hemos equivocado
las élites de la generación inmediatamente anterior a la
suya, queridos graduandos: unos han sido francamente corruptos; otros
han buscado sólo el beneficio particular, bordeando muchas veces
el límite de la ley; muchos más, han tratado de hacer el
bien, con éxito limitado; el resto, sumisos y cobardes.
Ustedes hacen
parte de la generación más preparada en la historia de nuestra
nación. Y dentro de esa generación, ustedes han tenido la
oportunidad de tener acceso a una magnífica educación; la
que recibe sólo una pequeña parte de la población.
Ahora hay
cambio de posta. Ustedes comienzan a asumir la responsabilidad de transformar
la sociedad. Asuman esa transformación con compromiso. Hagan a
Colombia digna de los niños que los de su generación van
a darle. Asuman el liderazgo que la sociedad espera de ustedes.
Liderazgo
es una de esas capacidades o competencias que la Universidad Icesi se
empeña en desarrollar y fortalecer en sus estudiantes. Afortunadamente,
el liderazgo ha sido de tiempo atrás materia de investigación
de decenas de académicos: desde cuando la historia se veía
por muchos como el estudio de las vidas de grandes hombres y su impacto
sobre la sociedad; pasando por los que han tratado de asociar el liderazgo
con una acumulación de rasgos de personalidad; hasta interpretaciones
contemporáneas que lo hacen aprendible y aplicable.
Aquí
en la Universidad creemos con Peter Drucker, ese sabio austríaco
que ha observado líderes organizacionales por más de medio
siglo, que "puede que haya "líderes de nacimiento",
pero con seguridad son demasiado pocos para depender de ellos". El
liderazgo, dice Drucker, "debe aprenderse y puede aprenderse".
Pero ese aprendizaje exige esfuerzo personal y práctica.
No entendemos
nosotros, entonces, el liderazgo como un conjunto de características
personales. Tampoco asociamos necesariamente liderazgo con posiciones
de prominencia o de autoridad. Preferimos otra acepción, otra definición.
Ronald Heifetz
es un médico psiquiatra que ha estudiado por años el fenómeno
del liderazgo y ha dirigido el Proyecto de Educación en Liderazgo
de la Escuela de Postgrado en Gobierno, John F. Kennedy, de la Universidad
de Harvard. El publicó a mediados de la década pasada un
libro que contiene lo fundamental de sus hallazgos bajo el título:
"Liderazgo sin respuestas fáciles".
Heifetz define
el liderazgo como una Actividad; como la actividad de movilizar, de conducir
un grupo, o una sociedad. ¿De conducir hacia dónde? ¿Hacia
qué? Hacia la solución de los problemas y necesidades de
ese grupo o de esa sociedad. Esa definición de liderazgo parece
obvia; pero usualmente no lo entendemos así. Si liderazgo es la
actividad de movilizar un grupo para que resuelva algún problema
importante, todos tenemos muchas oportunidades de ejercer liderazgo. ¿Qué
hace entonces que en nuestra sociedad no aparezcan los líderes?
¿O que sea tan difícil ejercer el liderazgo?
El mismo
Heifetz nos da la clave. Nos dice que los problemas que deben resolver
los grupos sociales pueden ser de dos tipos: o resolver conflictos entre
los valores y las aspiraciones de los diferentes miembros del grupo, o
reducir la brecha existente entre los valores y aspiraciones de los miembros
del grupo y la realidad que enfrentan.
En nuestra sociedad encontramos muchos problemas de ambos tipos: profundas
diferencias de valores, de creencias, de expectativas entre nuestros diversos
grupos y profundas diferencias también entre las aspiraciones de
esos grupos y la dura realidad colombiana.
La tarea
central del líder consiste en llevar al grupo a aclarar qué
es lo que más importa, con cuales prioridades, con cuáles
compromisos. Se trata fundamentalmente de un trabajo de adaptación,
y ese hallazgo es quizá el principal aporte de Heifetz. Requiere
cambios en los valores, las creencias,los comportamientos de los miembros
del grupo o sociedad. Requiere exponer, sacar a la luz, esas profundas
diferencias, para reconocerlas, entenderlas, negociarlas, cerrar las brechas.
Miremos por
un momento a nuestra golpeada ciudad de Cali y tratemos de entender su
crisis de liderazgo. Lo primero que debemos observar es el cambio dramàtico
que ha experimentado la ciudad en los últimos 30 ó 40 años.
No sólo ha vivido un crecimiento poblacional desmesurado y desordenado,
sino que ha incrementado considerablemente la diversidad de los grupos
sociales que la componen en cualquier dimensión que la observemos.
En lo económico, por ejemplo, Cali tiene cerca de un millón
de pobres que mal viven en las laderas occidentales o al oriente de ese
corredor privilegiado que nos lleva de aquí a La Flora o a Prados
del Norte por las mejores vías de la ciudad. En términos
de raza, nuestra ciudad es quizá la de mayor población negra
en hispanoamèrica; y esa población, gravemente subrepresentada
en las estructuras de poder, tiene sus propias aspiraciones culturales
y necesidades económicas. En religión, de una población
casi homogéneamente católica, Cali pasó a tener una
gran variedad de cultos, con distintas creencias y valores. Políticamente,
saltamos de dos partidos sumisos y disciplinados a una mezcla extraña
de escépticos e independientes por un lado y clientelas mercenarias
por otro. Y podríamos seguir … Pues bien, es mi creencia
que para las élites caleñas tradicionales, ese cambio y
esa diversidad han sido muy difíciles de reconocer y de aceptar.
Y ese reconocimiento y esa aceptación son los primeros pasos en
el camino adaptativo que nos sugiere Heifetz para resolver los conflictos
entre los diversos grupos de la sociedad.
Pero yo creo
que tenemos en Cali un problema mucho más grave, a la luz de esta
teoría: las profundas diferencias de valores entre diversos grupos
de personas que ejercen posiciones de influencia o autoridad en la ciudad.
Miremos esas diferencias en tres categorías: ¿Cómo
hacer negocios? Existen en Cali miles de empresarios y gerentes de empresa
grandes y pequeños, que luchan de sol a sol, que compiten lealmente,
que cumplen la ley, que toman sus decisiones dentro de marcos éticos
estrictos. Pero existen otros muchos también grandes y pequeños,
para los que el afán de lucro encuentra pocos límites; cuya
codicia los hace ver el patrimonio público como un botín
a repartir; quienes justifican cualquier decisión con el estribillo
de "si otros lo hacen, yo lo puedo hacer"; o peor, "si
todos lo hacen, yo lo tengo que hacer". El comportamiento de estos
últimos no sólo ayudó a llevar a la quiebra a las
principales entidades del estado sino que ha generado la mayor desconfianza
en nuestra historia por parte de la ciudadanía en el sistema de
empresa privada.
Ahora, ¿cómo
hacer política? Algunos de los caleños que llegan o luchan
por llegar a cargos públicos de elección popular lo hacen
limpiamente y ejercen esos cargos con pulcritud. Así mismo los
ejercen muchos de los que llegan por nombramiento. Pero otros logran la
elección por métodos sospechosos y consideran legítimo,
no sólo influir indebidamente en los nombramientos de funcionarios
de rangos inferiores, sino obtener beneficios económicos, para
sí o para sus organizaciones políticas en las adjudicaciones
de contratos, muchas veces inútiles o leoninos, en las que participan.
El comportamiento de estos últimos también ayudó
a llevar a la quiebra a Emcali o al mismo Municipio, ha desprestigiado
el ejercicio de la política y ha generado el mayor escepticismo
y la mayor desconfianza pública en el sistema democrático
de los que se tenga recuerdo.
Finalmente
¿cómo ejercer la justicia? Cuando yo era joven, era común
la queja, "La justicia es para los de ruana", en referencia
a lo poco probable que era que una persona con influencia en la sociedad
fuera a prisión. Con la Constitución de 1991, eso cambió;
pero, ¡cómo ha sido de difícil para mucha gente aceptar
la nueva realidad! Sí, se presentan injusticias; el sistema judicial
está muy lejos de ser perfecto; mas así, a veces injusto
e imperfecto, fue siempre para "los de ruana". Pero quiero mencionar
una brecha particularmente grande que existe hoy entre dos segmentos de
ciudadanos que ejercen posiciones de influencia en la ciudad. Tiene su
origen en los nefastos efectos que ha dejado el narcotráfico en
nuestra sociedad: un segmento acepta el proceso 8000 como acción
del Estado, con todas sus consecuencias, por dolorosas que sean; otro
segmento lo rechaza rotundamente; le niega toda legitimidad, justificando
las acciones que llevaron a las personas procesadas a la cárcel.
He ahí,
pues, queridos graduandos, un rápido recorrido por algunos de los
principales conflictos de valores que inmovilizan nuestra sociedad, que
sofocan nuestros intentos de liderazgo. Grupos importantes, en posiciones
de influencia, tradicionales y no tradicionales, consideran legítimos
diversos comportamientos que son prohibidos por la ley o considerados
inaceptables por otros grupos, igualmente importantes e influyentes. Las
comunicaciones entre esos grupos son casi inexistentes. La sociedad está
fragmentada.
Se impone
un trabajo de liderazgo colectivo, en el que ustedes, graduandos, tienen
que jugar un gran papel. Se trata de un trabajo adaptativo, de cambio
de valores y de comportamientos de grupos grandes e influyentes de nuestra
sociedad.
Para que
esos cambios en valores y comportamientos se hagan realidad va a ser necesario
hacer claridad, sacar los conflictos a la luz pública, discutir
sobre ellos. Debemos preguntarnos todos los caleños si es posible
que salga adelante una economía en la que todo vale; en la que
no se cumplen normas morales y legales. Debemos preguntarnos todos los
caleños si es posible construir una sociedad democrática
en una ciudad donde las decisiones públicas se toman con criterios
privados. Debemos preguntarnos todos los caleños si vamos a poder
recuperar nuestra paz y nuestras libertades cuando importantes grupos
dirigentes rechazan la ‘justicia como acción legítima
del Estado. Las respuestas a estas preguntas parecen obvias, pero sólo
lo serán cuando haya denuncia pública, dejemos de encubrir
estos conflictos nefastos y entendamos sus consecuencias. Sobretodo, cuando
la sanción legal esté apoyada por la sanción social.
Ese es el
trabajo duro de clarificar los valores en conflicto que compiten en nuestra
sociedad. Ese es el trabajo adaptativo que nos propone Heifetz. Ese es
el trabajo al que yo hoy los invito, señoras, señoritas,
señores graduandos. Ustedes son mujeres y hombres íntegros,
inteligentes y de coraje. Desde cualquier posición que ocupen en
la sociedad, ustedes pueden participar activamente en su reconstrucción.
Su ciudad y su nación demandan su decidido compromiso.
La solución
a los conflictos de valores descritos es un primer gran paso. Sólo
cuando las grandes mayorías de caleños, en especial sus
grupos dirigentes, nos hayamos puesto de acuerdo en unas creencias fundamentales
comunes y en unos comportamientos comunes, podremos como ciudad construir
un sueño y trabajar en la otra categoría de problemas que
nos plantea Heifetz: la reducción de la brecha entre las necesidades
más sentidas de la ciudad y de sus pobladores y la dura realidad
que hoy vivimos. Trabajaremos pues en mejorar la educación, la
seguridad, la vivienda, el transporte urbano, los servicios públicos,
etc. Entonces vamos a volvernos a enamorar de Cali, como en afortunada
frase ha dicho el nuevo Alcalde de la ciudad, John Maro Rodríguez.
Inicien esta
nueva etapa, graduandos de la primera promoción del Siglo XXI de
la Universidad Icesi. Muchas personas, muchas más de las que todos
podemos recordar, hicieron mucho para que ustedes llegaran hasta aquí.
Hagan ustedes ahora su aporte para los que vendrán detrás
de ustedes. Asuman el liderazgo al que siempre aspiraron y para el que
han sido preparados.
Nosotros les deseamos lo mejor.
Muchas gracias.
vida para
nuestros graduandos. Lo invito a dirigirles la palabra.
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