Discurso
ceremonia de grado febrero 6 de 1999
Cali, 6 de febrero de 1999
Dr. Francisco Piedrahita Plata
Atraviesan nuestra ciudad, nuestra región
y el país su época más difícil de los últimos
setenta años.
Diversos y graves problemas sociales y ahora la dolorosa
tragedia de la Zona Cafetera, azotan a una sociedad empobrecida por una
larga recesión económica. El índice de desempleo
ha llegado en Cali a los niveles más altos desde cuando esa estadística
empezó a medirse.
La Universidad Icesi, afortunadamente, sigue avanzando
por su senda de progreso, cuando está a punto de completar sus
veinte años de fundada. Aunque no somos, y no podemos ser, ajenos
a la realidad económica regional, hemos visto con satisfacción
que la sociedad ha recibído muy favorablemente los cambios que
hemos venido adelantando. Los nuevos programas académicos, las
modificaciones curriculares, el aumento substancial en el número
de profesores de tiempo completo, la ampliación de las instalaciones
físicas, etc., han influído en que, cuando otras universidades
anuncian con preocupación la caída en el número de
estudiantes matriculados, nosotros podemos informar que por segundo semestre
consecutivo, el número de estudiantes nuevos, matriculados en los
programas de pregrado, aumentó en más de un cincuenta por
ciento.
Apoyado en estos resultados alentadores, quiero hacer
a nuestros graduandos de hoy una invitación al optimismo y a la
lucha. La mayoría de ustedes van a ser empresarios independientes
o van a estar vinculados a organizaciones empresariales. La innovación
en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de
la sociedad produce buenos resultados, aún en las épocas
más difíciles.
Quiero basarme en notas de una columna de opinión que escribí
hace poco, para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el proceso
de globalización de los fenómenos económicos, en
particular sobre el impacto de esa globalización en nuestras economías
latino americanas, y sobre los retos y las oportunidades que presenta
para ustedes y en general para nuestros empresarios en la creación
y desarrollo de sus organizaciones.
Primero voy a especular un poco sobre cómo puede
llegar a impactar nuestras vidas y las vidas de nuestras empresas la explosión
de capitalismo global que estamos viviendo: flujos de capital de inversión
por todo el mundo; creciente intercambio de bienes entre empresas ubicadas
en diferentes países; fábricas y centros de investigación
localizados en los más remotos lugares.
Un amigo argentino que visitó su país recientemente,
despúes de muchos años de ausencia, decía impresionado
a su regreso: “Argentina ya no es de los argentinos”. En el
país austral la penetración reciente de las firmas globales
ha sido más dramática que en Colombia. Pero aquí,
en estos últimos años, se han instalado Procter & Gamble
de Estados Unidos, los Bancos Santander y Bilbao Viscaya de España,
Michelin de Francia, Lácteos Friesland de Holanda y la impresora
Quebecor del Canadá, para mencionar sólo unos pocos de una
variedad de países. Y a Colombia han llegado también empresas
globales que prestan servicios a esas y a las demás firmas globales
establecidas en el país: las de Auditoría, Publicidad, Consultoría
Gerencial, Corretaje de Seguros, Banca de Inversión, Búsqueda
de Ejecutivos, etc.
Como Argentina y Colombia, en mayor o menor escala, todos
los países latinoamericanos, están siendo invadidos por
capital internacional. Y no es nada claro para cada país, cuáles
firmas locales sobrevivirán a la invasión y cuáles
industrias se mantendrán controladas por empresas nacionales.
En el mundo entero, centenares de millones de personas
toman Cocacola, conducen automóviles Daewoo o Volkswagen, ven CNN
en televisores Sony, usan Windows en computadores Compaq con “Intel
inside”, etc.
Soy de los que ven ese proceso de globalización,
empujado por cambios tecnológicos y culturales, como algo prácticamente
irreversible. Y soy también de los que piensan que no es necesariamente
negativo.
Por una parte, muchas empresas latinoamericanas están
aprendiendo rápidamente a jugar con las nuevas reglas. Eso se aprecia
en el sorprendente incremento, en años recientes, de los flujos
intrarregionales de capital de inversión y de bienes y servicios
comercializados.
Por otro lado, ¿quién está invadiendo
a los países en desarrollo? Aunque momentos antes asigné
nacionalidades a un grupo de firmas internacionales, lo cierto es que
esas firmas se están convirtiendo en entidades globales, con nacionalidades
cada vez más difusas.
¿De quién es la propiedad? Está distribuída
por el mundo entero, Latinoamérica incluída. En días
pasados encontré a dos profesionales caleños, no propiamente
de los ricos de la región, siguiendo con atención el Indice
Dow Jones de la Bolsa de Nueva York y los altibajos de sus inversiones
en esa Bolsa. Esa escena era impensable hace sólo 10 años.
Hoy se repite continuamente desde Santiago y Buenos Aires hasta Ciudad
de México y Monterrey.
¿Dónde está la casa matriz? ¿La
sede principal? Un libro reciente, escrito por dos consultores de Booz,
Allen & Hamilton y resultado de las investigaciones de esa firma,
propone “La Corporación sin Centro” como el modelo
para la organización global del futuro. Se trata de una casa matriz
que se concentra en tres facilitadores claves para el funcionamiento de
la corporación: la gente, el conocimiento y la coherencia. Los
dos primeros son los recursos básicos de la empresa moderna, pero
deben estar distribuídos por toda la organización para darle
flexibilidad y velocidad de respuesta al mercado. La coherencia mantiene
a la firma unida por medio de una visión compartida, unos valores
comunes y una gran variedad de articulaciones que la hacen operar. La
sede principal queda físicamente reducida a una pequeña
oficina en cualquier lugar.
¿Y dónde están las fábricas
y los centros de investigación? Esos sí están repartidos
por el mundo entero y por ellos compiten países y regiones, pues
son generadores de empleo y de riqueza. Intel Corporation escogió
recientemente a Costa Rica para la construcción de una de sus fábricas
por varios centenares de millones de dólares. Esa elección
se apoya en una combinación de factores que esa nación ha
sabido construir como muy pocas en Latinoamérica: infraestructura
para comercio y telecomunicaciones, recurso humano calificado y estabilidad
política y económica, entre otros.
Esta nueva realidad, descrita aquí en forma breve,
presenta obviamente grandes retos y amenazas al empresario latinoamericano.
Ya no existe la protección de las aduanas, la de las licencias
o permisos de importación y la de los altísimos aranceles.
Ya no existen las trabas al inversionista extranjero, las que le dificultaban
establecerse en nuestros países. En muchas industrias se compite
ahora con los mejores del mundo; y esa competencia puede ser brutal. Los
estándares de calidad han subido y los precios han bajado. Y sólo
los muy buenos sobreviven. Las empresas globales aprovechan cada vez mejor
sus economías de escala y cada día tienen más economías
de escala. Muchos empresarios regionales se han visto obligados a venderles
sus organizaciones y muchos otros han tenido que liquidar las suyas.
Pero al lado de esas amenazas, el proceso de globalización
presenta también grandes oportunidades. Al ver abrirse todas las
fronteras, nuestro empresario debe aprender a ver el mercado ampliado.
En principio, el regional; luego el continental; algún día
quizá el global. Obviamente tendrá que desarrollar nuevas
habilidades para penetrar y subsistir en esos mercados. Pero la retribución
puede ser mayor de la que jamás soñó. En un viaje
que hice a Oriente hace casi quince años, recuerdo cómo
me impresionó observar la vocación internacional de los
empresarios en Singapur, Taiwan, Hongkong y Corea del Sur. Aún
la de los más pequeños. Todos iniciaban sus empresas pensando
en los mercados de Japón y Estados Unidos. Esa misma visión
internacional es la que tiene que desarrollar el empresario Latinoamericano.
Otra gama de oportunidades se presentan al emprendedor
latinoamericano que desee establecer lo que yo llamaría relaciones
simbióticas con las empresas globales. Me refiero a alianzas de
beneficio mutuo. Esas empresas son grandes compradoras de bienes y servicios.
Ellas tienden a ser muy especializadas y a practicar el “outsourcing”
en forma generalizada. Y, aunque en muchos casos traen consigo o encuentran
acá proveedores globales con los que manejan globalmente esas relaciones
simbióticas, siempre requieren una gran cantidad de bienes y servicios
locales para los que escogen proveedores locales con muy altos estándares
de calidad y eficiencia.
Una tercera clase de oportunidades que trae la globalización
para el profesional latinoamericano de gran espíritu empresarial
es la apropiación misma que permiten algunos tipos de organizaciones
globales. Los mecanismos de franquicia o licencia, por ejemplo, ofrecen
oportunidades muy amplias de creación de empresa y de riqueza,
aprovechando las fortalezas del franquiciador o licenciador. Además,
muchos de los servicios profesionales que mencioné minutos antes
como los de Auditoría, Consultoría Gerencial, Banca de Inversión,
Publicidad, etc., que son prestados por firmas globales que funcionan
como “Partnerships” o sociedades de profesionales, ofrecen
también oportunidades de apropiación para jóvenes
lationamericanos ambiciosos y bien preparados que puedan llegar a ser
los socios locales o regionales de esas firmas.
Grandes motores de la Globalización y fuerzas importantísimas
en los cambios que vemos todos los días en nuestras empresas y
en nuestras vidas, son la Tecnología de la Información y
las Telecomunicaciones. Esas dos industrias, por cierto íntimamente
relacionadas entre sí, presentan también infinidad de oportunidades
a empresarios visionarios y creativos.
Deseo aquí hacer una aclaración: aunque
he querido presentar una breve relación de las oportunidades de
hacer y desarrollar empresas que se presentan ante el profesional emprendedor
latinoamericano al ritmo del proceso de globalización de la economía
mundial, no quiero que se interpreten mis palabras como que no existe
otro tipo de oportunidades.
En efecto, un documento del reconocido economista chileno
Ricardo French Davis, citado recientemente por un comentarista de prensa
colombiano, muestra cómo el peso económico de la globalización
es mucho menor del que normalmente le asignamos. Dice que el 80% del Producto
Interno Bruto Mundial no se comercializa internacionalmente y que alrededor
del 90% de la inversión mundial corresponde a fuentes nacionales.
Eso significa que las oportunidades para crear empresa
de tipo tradicional para atender los mercados locales siguen y seguirán
vigentes.
Pienso sin embargo que, como dije al principio, el proceso
de globalización seguirá avanzando acelerada e irreversiblemente,
y que aquellos que logren vincularse con éxito a ese proceso tendrán
mucha más probabilidad de ver florecer sus esfuerzos en el largo
plazo.
“… estamos lejos de imaginar cuánto
dependemos del vasto mundo que ignoramos”, ha dicho Gabriel García
Márquez. Gran parte del esfuerzo que ustedes, queridos graduandos,
han hecho durante su paso por la Universidad Icesi ha estado orientado
a reducir en algún grado ese vasto mundo ignorado. Y esperamos
haber sembrado en ustedes un deseo intenso, una necesidad, de seguirlo
reduciendo. Esa actitud será definitiva para el buen suceso de
sus vidas profesionales.
En el agasajo que en su honor celebramos el sábado
pasado, les hicimos entrega de un “Botón” con el nuevo
símbolo de la Universidad Icesi: un rosetón de íes.
Para unificar la imagen de la institución que con
el paso de los años, se había ido diluyendo en cinco o seis
símbolos diferentes, una firma especializada realizó un
estudio que llevó a la selección del nuevo logotipo de la
Universidad y del rosetón como símbolo.
Ese rosetón, con íes que parten de un centro
en todas las direcciones, cuyo diseño original fue realizado hace
muchos años por nuestro Rector fundador, el Doctor Alberto León
Betancur, debe significar la inmensa variedad de oportunidades que se
presentarán a ustedes en el futuro.
Señoritas, Señoras y Señores graduandos,
busquen y aprovechen esas oportunidades, lleven su símbolo, su
rosetón, con honor y con orgullo. Nosotros les deseamos lo mejor.
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