Discurso ceremonia de grado agosto 21 de 2004

Cali, 21 de agosto de 2004

Dr. Francisco Piedrahita Plata

Es un honor para mí presidir y dar la bienvenida a todos ustedes a esta cuadragésima primera ceremonia de graduación en la Universidad Icesi.

Hoy es un día de celebración, de varias celebraciones, y a eso voy a dedicar estas palabras. Y los invito a celebrar conmigo, empleando varias de las acepciones de ese vocablo. Quiero aplaudir al grupo de graduandos y festejar sus logros. Y quiero conmemorar el vigésimo quinto aniversario del nacimiento de Icesi.

Empecemos por lo primero. Este siempre es un día muy especial, no solo para los graduandos, sino para sus familiares, sus amigos, sus profesores y todos los que los han acompañado en su proceso de formación. Y todos merecen nuestra felicitación.

En esta ocasión, diversas circunstancias relacionadas con el grupo de estudiantes que reciben su diploma me obligan a destacarlas.

Por una parte, si me permiten tomar prestada la expresión olímpica, tan usada por estos días, los graduandos de hoy baten varios récords. Por primera vez se gradúan estudiantes de Icesi en 7 programas de pregrado diferentes, al recibir hoy su título los tres primeros profesionales en Contaduría Pública y Finanzas Internacionales. Y para empezar con el pie derecho, dos, de esos tres, se gradúan con Honores. Además, en los 7 programas, otorgamos hoy 161 grados, el número más grande entregado en pregrado, en una ceremonia, en la historia de la institución. Y no solo eso: 32 de esos grados, o 20%, son con honores, también el número más grande y el porcentaje más alto jamás otorgados.

También otorgamos hoy 117 títulos de postgrado, 97 de ellos en ocho diferentes programas de especialización y 20 en el Programa de Maestría en Administración, otra cantidad récord, esta última, en la historia del Programa. Cabe resaltar aquí que estamos celebrando también 5 años desde que se estableció la alianza con la A.B. Freeman School of Business de la Universidad de Tulane para esa Maestría.

Pero deseo, por otra parte, exaltar la riqueza y diversidad del grupo de jóvenes que hoy reciben su título profesional. Detallo solo algunos casos y omito sus nombres para no ser injusto con muchísimos otros, también valiosos, cuya enumeración haría esta ceremonia interminable.

Muchos graduandos han desarrollado una precoz capacidad de liderazgo; destaco al actual Presidente Nacional de AIESEC, la por tantas década sólida y reconocida Asociación Internacional de Estudiantes de Economía y Carreras Afines; o a las jóvenes que fortalecieron el capítulo Icesi de la Asociación de Ingenieros Industriales de tal manera que hoy el Presidente Nacional de esa asociación es también estudiante nuestro.

Otros han desarrollado capacidades técnicas muy destacadas, como la nueva ingeniera de sistemas que hizo parte de la pareja representante de Icesi que ocupó el primer lugar en la competencia nacional clasificatoria para la Maratón Andina de Programación de Microsoft e Intel; y el segundo lugar en la prueba final de la propia Maratón. O como la nueva profesional en Economía y Negocios Internacionales que actualmente se desempeña como asistente del ex – ministro Roberto Junguito en Fedesarrollo, en Bogotá.

Algunos han iniciado ya su carrera de empresarios independientes, como el par de jóvenes ingenieros telemáticos que crearon PSIDIUM, empresa de tecnología, adscrita a Parquesoff, que facilita la oferta de publicidad autorizada, vía la red celular. Y aquí, permítanme una anécdota: cuentan que de Bellsouth los llamaron para que se entrevistaran con el proveedor de la plataforma sobre la que funcionaría su software; qué sorpresa se llevaron al encontrarse con ese proveedor: otro estudiante de Ingeniería Telemática en Icesi que debe graduarse el próximo semestre.

Varios de los graduandos han sido artistas dedicados, aprovechando las múltiples oportunidades que ofrece la Universidad. Dos de ellos clasificaron, en representación de la región suroccidental, a la ronda final, en Barranquilla, del Festival de la Canción Universitaria. Cabe destacar aquí que en la última convocatoria de ese Festival, los cuatro cupos disponibles para participar por la región en la ronda final fueron ganados por estudiantes de Icesi.

Otros muchos han sido deportistas activos durante sus carreras, también aprovechando las facilidades de la institución. Uno de ellos fue ganador de dos medallas de oro en Tenis de Campo, en los Juegos Nacionales Universitarios.

La tercera parte de los graduandos tuvo, durante su carrera, algún tipo de experiencia internacional propiciada por la Universidad. Varios de ellos cursaron un semestre o un año en prestigiosas universidades de Estados Unidos, Francia, España y Australia. Y 32 realizaron su práctica profesional en 10 países extranjeros, con magníficos resultados para ellos y para las organizaciones que los acogieron.

Muchos de los trabajos de investigación presentados como Proyectos de Grado por los graduandos fueron destacados por los respectivos departamentos académicos. Uno, en particular, en Ingeniería Telemática, fue considerado de tan alto nivel que dio origen a un proceso de discusión y decisión que muy probablemente concluirá con una reglamentación para laurear, en el futuro, ese tipo de trabajos.

La mayoría de estos nuevos profesionales se inclinan por desarrollar una carrera en el sector empresarial privado, a juzgar por las experiencias de Práctica escogidas y por los primeros cargos que ya empiezan a desempeñar.

Otros prefirieron el servicio público, como los dos practicantes del Banco de la República, uno de ellos asistente de investigaciones en un libro que se publicará próximamente, del cual son autores los prestigiosos economistas Salomón Kalmanovitz y Enrique López; o como la nueva Asesora Económica del Presidente de la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes, Doctor Santiago Castro; o como los dos nuevos consultores permanentes de la Comisión Interamericana de Puertos, en la OEA, en Washington, escogidos entre los 40 estudiantes de diferentes países que hicieron allá su pasantía.

Por todos los ejemplos presentados, considero que estamos graduando un grupo de jóvenes competentes y con intereses diversos, que prestarán grandes servicios a su país y a las organizaciones a las que se vinculen.

Uno de los indicadores más importantes para la universidad en esta etapa de los graduandos, y el que más nos permite confiar en la certeza de lo que acabo de expresar, es el informe de los jefes de los estudiantes al terminar su semestre de práctica. La casi totalidad de los informes recibidos sobre el desempeño de este grupo de graduandos los califica entre excelente y muy bueno. Y los comentarios que añaden los evaluadores nos hacen pensar que, en su diversidad, nuestros egresados se ajustan al ideal de nuestro modelo educativo en cuanto a conocimientos, capacidades y valores. Como último ejemplo, permítanme citar, traduciendo del inglés, apartes de la evaluación que nos llegó del Director Ejecutivo de una de las unidades de la Unión de Bancos Suizos, UBS, en Zürich, donde uno de nuestros nuevos profesionales acaba de terminar su práctica: dice que es “un empleado confiable y autónomo, que demuestra iniciativa y se distingue por su fuerte interés y habilidad para aprender. Lleva a cabo sus tareas conciente y profesionalmente, y siempre de manera eficiente y oportuna; a este respecto, sus sólidas habilidades analíticas y de organización lo destacan…”

Me detengo aquí en la primera celebración de hoy, el agasajo al grupo de graduandos y el festejo de sus logros, para pasar a la segunda: la conmemoración de los 25 años de la fundación de la Universidad.

La mayoría de ustedes, queridos graduandos, no había nacido aún cuando esta institución empezó a funcionar, con un grupo de 45 estudiantes, en un aula prestada, en el centro de Cali, al final del verano de 1979. Permítanme, con tres brochazos, tratar de darles una idea de lo que pasaba en el Mundo, en Colombia y en Cali, por esos días.

Vivíamos aún en época de Guerra Fría y la economía mundial estaba estancada, entre otros factores, por la resaca de la crisis petrolera de 1973, cuando los países de la OPEP lograron aumentar dramáticamente los precios de los combustibles, y por problemas en el manejo de la economía estadounidense durante el gobierno de Carter. El mundo ha cambiado mucho en este cuarto de siglo y en muchos aspectos; la caída de la cortina de hierro y la globalización económica, con la integración a la economía occidental de los llamados tigres asiáticos, primero, de los países de Europa Oriental, después, y de China e India, más recientemente, son fenómenos de mucho impacto. Y el avance científico y tecnológico ha sido gigantesco.

Pero, si hay algo sobre lo que llaman la atención los observadores del discurrir del acontecer humano, es la diferencia marcada entre el acelerado ritmo de cambio científico y técnico y la muy lenta mejoría en las relaciones y en las condiciones de vida de personas y países. Déjenme contarles brevemente dos historias que coinciden con la vida de Icesi e ilustran, como pocas, la verdad de esa aseveración. En 1979, los computadores personales llevaban solamente un par de años en el mercado; las ventas mundiales de esos equipos no habían llegado a un millón de unidades; eran lentos y tenían muy poca memoria. La fundación de Icesi coincidió con la salida al mercado de Word Star y Visicalc, el primer procesador de texto y la primera hoja de cálculo para esos computadores personales. Internet era solo un proyecto incipiente en el que participaban algunas universidades y entidades del gobierno de los Estados Unidos. Y la Web pública solo estaba en los sueños de unos pocos. Ustedes pueden juzgar el ritmo vertiginoso del cambio al comparar ese cuadro con lo que hoy experimentan. A propósito, varios de los graduandos, quienes no pudieron estar presentes hoy aquí, y muchos familiares y egresados de años anteriores, están siguiendo la transmisión por Internet de esta ceremonia.

En contraste, miren lo que ha pasado en la relación entre los países ricos y los países en desarrollo. Por curiosidad revisé en estos días los ejemplares del Harvard Business Review, la más reconocida revista académica gerencial, correspondientes al trimestre del nacimiento de Icesi. Encontré varios artículos de autores que ya eran o se convertirían en gurúes gerenciales. Pero me interesó y leí con detenimiento uno escrito por Barbara Ward, reconocida economista y ambientalista inglesa que habría de morir dos años después. Se titulaba “Progreso para un planeta pequeño” y proponía, ante las crecientes diferencias entre los países más ricos y los más pobres, una especie de nuevo Plan Marshall que duraría alrededor de 20 años y que transferiría algo equivalente a un impuesto directo anual del 0.7% del Producto Interno Bruto de los países desarrollados a los países en desarrollo, para lograr algunos objetivos relacionados con mayor bienestar para la población más pobre de estos últimos. Era un procedimiento para aumentar y manejar el renglón de ayuda externa de los países ricos. Señalaba que en ese entonces, solo Noruega, Suecia y Holanda, entre las naciones desarrolladas, ayudaban con sumas cercanas a ese 0.7% de su Producto Interno Bruto a las más pobres. El artículo me interesó particularmente porque seis meses atrás había leído, en el libro “Un Mundo: la ética de la globalización”, del filósofo australiano Peter Singer, una argumentación similar; pero el libro de Singer es de 2002. En realidad, en los 25 años transcurridos desde la fundación de esta Universidad, a pesar de que las economías de los países más ricos han crecido considerablemente y de que las diferencias con los más pobres han aumentado, solo Dinamarca se ha sumado al pequeño grupo de países que dan a las naciones en desarrollo 70 centavos de cada 100 dólares producidos por sus economías. El promedio de ayuda de todos los países ricos no llega a la tercera parte de esa suma y la ayuda de los Estados Unidos para el desarrollo es inferior al 20% de la misma suma. Todo eso, a pesar de que las Naciones Unidas acogieron, de alguna manera, hace años, la propuesta de la Sra. Ward.

El contraste entre las dos historias es palpable.

¿Y cómo estaba Colombia en 1979? Atravesaba una bonanza cafetera, como se llamaba a esas temporadas durante las que se vendían grandes volúmenes de café a precios muy altos. Esta duraría hasta 1980 y permitió un período de algunos años con tasas de crecimiento económico satisfactorio. El café representaba las dos terceras partes del valor de las exportaciones del país y éramos importadores netos de petróleo. El Presidente de la República era Julio Cesar Turbay Ayala. La violencia guerrillera era muy intensa, destacándose el M-19 por la espectacularidad de sus golpes. El país era reconocido ya internacionalmente como importante exportador de marihuana. En estos 25 años la población ha crecido alrededor de un 80% y muchos indicadores de desarrollo como acceso a servicios públicos, tasa de mortalidad infantil, cobertura en educación y salud y esperanza de vida al nacer, han mejorado substancialmente. Sin embargo, otros como los porcentajes de la población por debajo de las líneas de pobreza y miseria, y niveles de desempleo se han mantenido estancados o han empeorado.

¿Y Cali? Nuestra ciudad tenía, en 1979, solo la mitad de su población actual. No había sido afectada aún, al menos visiblemente, por el cáncer del narcotráfico que la agobiaría por las décadas siguientes. Por el contrario, era reconocida, entre las capitales del país, por el espíritu cívico de sus habitantes, espíritu cívico fortalecido por su alcalde de entonces, el bien recordado Rodrigo Escobar Navia.

En esa Cali de espíritu cívico ferviente, en el seno de la Junta Directiva del capítulo local de INCOLDA, una institución creada para capacitar a los gerentes y al personal administrativo de las empresas colombianas, nació la idea de fundar Icesi. Lo que siguió fue un esfuerzo sostenido de mucha gente, liderado, primero, por Germán Holguín Zamorano; después, por el Rector fundador, Doctor Alberto León Betancour; y más adelante, hasta 1996, por su sucesor el Doctor Alfonso Ocampo Londoño.

Hoy somos una comunidad académica formada por 500 empleados, entre profesores, directivos y personal de apoyo, y por 2.700 estudiantes en programas de pre y post grado. Además, por centenares de participantes en programas de educación continuada.

Debo mencionar, también, a los casi 7.000 egresados de los distintos programas de la universidad, 82% de los cuales mantienen vínculos con su Alma Mater y reciben, mensualmente, un boletín electrónico y, trimestralmente, la revista Interacción.

Al cumplir 25 años, como comunidad académica tenemos mucho que celebrar. Estamos satisfechos y orgullosos por muchos logros: por la calidad personal y profesional de nuestros egresados; por el ambiente riguroso en el estudio, y enriquecido y amable, al mismo tiempo, que viven nuestros estudiantes; por el alto nivel de formación de nuestro cuerpo académico: de los 75 profesores de planta, 90% de ellos de dedicación exclusiva, las tres cuartas partes tienen título de Maestría y el 30% o tiene el título de Ph.D o está trabajando en su tesis para obtenerlo. Estamos satisfechos y orgullosos también por nuestras publicaciones científicas y por el trabajo de nuestros grupos de investigación, cinco de ellos reconocidos por Colciencias. Estamos satisfechos y orgullosos por nuestro innovador modelo educativo, centrado en el aprendizaje activo, con planes de estudio que combinan educación liberal y profesional, y con un compromiso permanente por fortalecer en el estudiante unas capacidades intelectuales, de comunicación y de trabajo individual y en equipo, y unos valores morales y cívicos fundamentales. Estamos satisfechos y orgullosos por la competencia y el compromiso con la institución de nuestro equipo administrativo, de soporte y de mantenimiento y por el ambiente de trabajo que entre todos hemos construido. Y finalmente, estamos satisfechos y orgullosos por nuestra sede, nuestros recursos bibliográficos y tecnológicos, nuestros edificios y nuestros campos.

Yo, personalmente, me siento muy orgulloso de ser parte de todo esto.

Al celebrar el primer cuarto de siglo de existencia de la Universidad Icesi es preciso expresar nuestro agradecimiento a todas las personas que lo han hecho posible: a todos los directivos, profesores, empleados y estudiantes, actuales y pasados; a los fundadores y a los miembros de nuestros cuerpos directivos, el Consejo Superior y la Junta Directiva, por su orientación y consejo; a los padres y familiares de nuestros estudiantes y egresados, por su confianza y apoyo; a las autoridades locales y nacionales, por su reconocimiento y respaldo.

Deseo hacer un reconocimiento público a todas las empresas y personas naturales que, en distintas épocas, han beneficiado a la Universidad con donaciones, en dinero o en especie. Esas donaciones hicieron posible la construcción, hace 15 años, de la primera etapa de esta linda sede; y han hecho posible la construcción que estamos terminando, de cuatro edificios que amplían el área construída de la institución en casi un 70%.

Destaco a cuatro empresas vallecaucanas y a sus grupos familiares propietarios que a lo largo de la historia de Icesi han prestado apoyo y compromiso incondicionales y han efectuado aportes económicos fundamentales. Se presenta este año la feliz coincidencia de que las cuatro empresas cumplen también aniversarios importantes.

En 1864, hace 140 años, Don Santiago Eder adquirió cuatro fundos que dieron origen a lo que hoy es Manuelita S.A.

En 1904, hace exactamente un siglo, Don Manuel Carvajal Valencia y algunos de sus hijos fundaron la Imprenta Comercial, la que con los años se convertiría en Carvajal S.A.

A fines de 1934, hace 70 años, se fundó Colombian Sales, empresa que con el paso del tiempo se transformaría en Tecnoquímicas S.A., de la familia Barberi Ospina.

Y, también en 1934, empezó Don Nicanor Hurtado a sembrar tabaco en Candelaria, dando origen a lo que sería con los años el Ingenio Mayagüez y sus empresas asociadas.

A esas empresas, a sus propietarios, administradores y empleados, mil gracias y felicitaciones en sus efemérides.


Queridos graduandos: La universidad Icesi ha cumplido con éxito su primer cuarto de siglo y se está preparando para cumplir con éxito el segundo.

¿Y ustedes? Después de sus años aquí podrían pedir prestado el conocido verso de Neruda: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Tálvez es cierto; pero les aseguro que llevan con ustedes la capacidad, la confianza y el coraje que necesitarán para las vidas plenas que todos esperamos de ustedes.

Muchas gracias,

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