Por:
Fernando Cruz Montoya, profesor de derecho tributario
de la Universidad Icesi y Defensor regional del Contribuyente
El
gobierno nacional a través de su Ministro de Hacienda y Crédito
Público se ha dado a la tarea de presentar al Congreso de
la República un proyecto de Reforma Estructural Tributaria,
siendo una iniciativa de gran trascendencia económica para
el país que desde el año 1986 (Ley 75 de 1986) no
se daba. Por lo tanto, no obedece a un simple capricho de la rama
ejecutiva sino al clamor general de las entidades especializadas
en estas materias, dado que, habiéndose producido más
de 11 reformas tributarias desde el año 1990, el sistema
tributario se había convertido en una “colcha de
retazos” que solo satisfacía la enorme brecha
que existe de manera permanente entre los ingresos y los gastos
del Estado llevando, con esto, a transigir los principios constitucionales
de equidad, eficiencia y progresividad (Artículo 363 CN).
Además, produciendo una constante vulneración de los
derechos de los contribuyentes.
Por
eso, y después de muchos estudios como los realizados por
la Misión del Ingreso Público y por las entidades
expertas en el tema, el gobierno nacional se ha dado a la no fácil
y mas bien osada tarea de Reformar de manera sistemática
e integral el Estatuto Tributario del país teniendo como
objetivo simplificar su normatividad, el de lograr la defensa de
la equidad, lo mismo que fomentar la competitiviad; es decir, promoviendo
el crecimiento y el empleo formal; y, la estabilidad para defender
la sostenibilidad fiscal y lograr un grado de inversión.
El
proyecto de Reforma Estructural Tributaria se ha venido sensibilizando
con los agentes de la economía, académicos y gremios
de la producción, por ello, desde que se dio a conocer la
propuesta de dicha Reforma hasta la fecha ya se ha producido varios
ajustes. Es que tanto, para productores como consumidores es preocupante
de cómo se afectará con la Reforma Estructural Tributaria,
sus propios intereses.
Un
ejemplo de ello, que se dio en la propuesta inicial de proyecto
de Reforma, era gravar con IVA a los servicios de agua, energía
y gas para los estratos socioeconómicos lo cual generaría
un incremento de estos servicios en desmedro, especialmente, de
las clases populares.
Lo
anterior, también lo vemos reflejado con el reciente ajuste
que el presidente Uribe hizo en la convención de ASOBANCARIA
de considerar disminuir en un punto el impuesto a las transacciones
financieras aliviando, parcialmente, el clamor que hacía
los banqueros del país al solicitar el desmonte de dicho
impuesto (por considerarlo un tributo regresivo) como lo contemplaba
la presentación inicial del proyecto de Reforma Estructural
Tributaria pero de manera gradual.
Los
comentarios que acabamos de mencionar, evidencia la sensibilidad
de recomponer el ordenamiento tributario del país produciéndose
desde ya cambios sin haberse iniciado el respectivo estudio en las
comisiones económicas del legislativo presagiando el gran
debate que se surtirá en el Congreso de la República
en los próximos 150 días sobre la Reforma Estructural
Tributaria. Inclusive organizaciones políticas como Cambio
Radical han presentado su propia propuesta. Por lo tanto, serán
muchos los temas de controversia y de forcejeo entre las fuerzas
sociales, económicas, políticas y académicas
que, los legisladores como representantes del pueblo, deberán
obrar a conciencia de la mano conjunta del ejecutivo para que las
decisiones que se tomen sean del bien general.
Teniendo
en cuenta que el proyecto de Reforma Estructural Tributaria tendrá
un efecto fiscal neutro, es decir, no generaría nuevos ingresos
si no más bien se compensarían unos impuestos con
otros. Es importante entonces destacar que dicho proyecto legislativo
se han introducidos cambios sustanciales interesantes como el hecho
de pasar de 1.100 artículos desintegrados del actual Estatuto
Tributario, a uno nuevo de 250 artículos integrados siendo
un gran avance que facilitaría la vida de los contribuyentes.
Por otro lado, se crearía la UVT (Unidad de Valor Tributario).
Con respecto al impuesto a la Renta se bajaría gradualmente
la tarifa actual del 38.5 al 34% para el 2007 del 33% al 2008 y
del 32% a partir del 2009. Sobre el IVA se destaca la reducción
de nueve a cuatro tarifas, así: 10% (Cubriendo el 70% de
la canasta familiar); 16%, 20% y 25% y; habría devolución
del IVA a la población de niveles 1 y 2 del Sisben con pago
anual de $233.000. Con respecto al Gravamen a los Movimientos Financieros
la tarifa podría bajar al 3 x 1000 y quedarían exentos
los retiros en la cuentas de ahorro por movimientos mensuales no
mayores a $2.856.000.oo.
Resumiendo,
el proyecto de Reforma Estructural Tributaria tendrá muchas
posiciones contrapuestas queriendo señalar algunas de ellas
como: Lo que tiene que ver con la aplicación de un nuevo
sistema fiscal pero, por otro lado, la obligación de tener
en cuenta parámetros internacionales tributarios en épocas
de globalización. Así también, tendrá
gran discusión el incremento súbito de las tarifas
del IVA del 0% y 2% al 10% y de los que están hoy del 10%
al 16%, especialmente, lo que recae sobre los productos de la canasta
familiar. Lo mismo, la eliminación de la exención
del 25% a rentas laborales; quedando abolidas las deducciones en
retefuente por créditos hipotecarios, cuentas de ahorros
AFC, planes de salud y educación. No en vano ha señalado
una de las agremiaciones más importantes del país
como ACOPI, lo siguiente: “Gravar con IVA a la canasta
familiar llevará a la pauperización a muchos hogares:
La clase media será la más afectada porque la carga
a los asalariados será más pesada”.
Si
bien, la política fiscal debe mirarse con relación
al contexto económico del país y posiblemente podría
aplicarse otras medidas gubernamentales para compensar los desequilibrios
que podría generar la eliminación de ciertas exenciones.
No obstante, sería imperioso volver a revisar de manera mas
detallada aquellos sectores afectados con la Reforma para determinar
cuál es realmente su impacto en la inversión y al
desarrollo económico y cultural colombiano para que no se
vean perjudicados algunos sectores con el desmonte de los incentivos
en renta e IVA establecidos desde 1983 para el sector editorial,
las empresas de la cadena gráfica y las librerías;
o, la posibilidad de acabar con la exención tributaria para
inversiones nuevas en hotelería y de reducir de 30 a 10 años
este beneficio para quienes ya las hicieron; o, el desmonte a los
estímulos actualmente vigentes como los del ahorro para el
fomento de la construcción (AFC), y la eliminación
a la exención a los intereses por bonos hipotecarios y titularizaciones;
así como los ingresos derivados de la financiación
y construcción de VIS. Lo mismo, que la eliminación
de las deducciones que hoy tiene derecho a efectuar los contribuyentes
del impuesto de renta por las donaciones que hagan a entidades sin
ánimo de lucro.
No
me cabe la menor duda, el liderazgo del actual gobierno en lanzar
sus “cartas sobre la mesa” en temas tan espinosos
e impopulares como los tributarios. Lo mas fácil, para un
gobierno sería “pasar de agache” y por
eso creo en su buena intención para sus conciudadanos que
conjuntamente con el nuevo Congreso tendrá la responsabilidad
histórica para revisar, revisar y revisar con lujo de detalles
las diferentes propuestas y mejores opciones sin lastimar la Hacienda
Pública que cumple funciones del bien colectivo, señaladas
en nuestra Constitución Política (Provisión
de bienes y servicios, redistribución y estabilidad), pero
sin “golpear” al pueblo colombiano. Es un equilibrio
y un ejercicio financiero, económico, social y político
que debe hacerse con sabiduría para lograr una justa y razonable
medida. Usemos de la justicia divina para entender de la justicia
de los hombres, pues, nuestro Superior premia al que protege a los
pobres; y, de esta manera, se establezca en la conciencia de quienes
tienen la conducción y el futuro de la vida de los colombianos
una manera madura y civilizada para la construcción, entre
todos, de un sistema tributario mucho mas justo, estable, eficiente
y comprometido. |