Noticia publicada por el periódico El País de Cali
Columnista: José Luis Carrillo - Editor de Cali
Es temprano. Mientras nos dirigimos con Francisco Piedrahita, al impactante estudio de música de la Icesi para captar las imágenes de esta entrevista, el rector se detiene: “silencio. ¿Los escuchan? Son periquitos. Aquí en Pance se pueden ver al menos tres tipos de estos pájaros”, lo dice señalando una palma. Su pasión por los pájaros es bien conocida.
Camina rápido por los pasillos del alma máter, todos los saludan con una sonrisa. Él escucha detenidamente a cada estudiante y empleado que lo aborda. Aprovecha el recorrido para revisar un cuarto de máquinas. Todo funciona bien.
Francisco Piedrahita es de esos pocos caleños que tienen la ciudad y la educación en la cabeza, que puede pensar en muchas dimensiones: desde el problema de la última milla del MÍO hasta las talanqueras estructurales de la financiación de la educación superior. Pese a ello, a sus 75 años, en medio de su pragmatismo, dice que debe dar un paso al costado. Aquí la charla con él.
Hace 25 años, antes de llegar a la Icesi, usted estaba es un escenario laboral ideal: era presidente de una de las empresas de Carvajal. ¿En qué momento se convierte usted en educador y qué lo empuja a ello?
Las circunstancias de la vida. Cuando me retiré llevaba más de 26 años en Carvajal y tenía 50 años, había hecho de todo. Viví en Miami, en Puerto Rico, tuve una experiencia muy buena con Carvajal. ¿Y qué pasó? En diciembre de 1995 se da el accidente del avión de American Airlines, en Buga, y ahí murió un hijo y eso me cambió la perspectiva, los valores y las prioridades en mi vida. Yo tenía una inclinación por la educación, fui profesor de la Universidad del Valle, de la Universidad Javeriana Cali y participé mucho en la educación de mis hijos, pero en el año 1996, en una reunión de la Cámara de Comercio me encontré con Lucrecia Arango, quien era la directora Administrativa y Financiera de la Icesi y me contó que Alfonso Ocampo Londoño, quien era el director del Icesi, se jubilaba. Me quedó sonando el tema y le dije a mi esposa: “¿por qué no ahora?”. Y fui a hablar con Francisco Barbieri, presidente de la Junta de la Icesi, para preguntarle cuál era el perfil que buscaban y yo le dije que me postulaba. Pero el lío era: ¿Quién habla ahora con Adolfo Carvajal?, que era mi jefe en Carvajal y presidente del Consejo Superior de la Icesi. Yo le dije que necesitaba un traslado y él entendió. Seis meses después estaba trabajando en Icesi.
¿Hoy, la Universidad Icesi cuántas carreras tiene? ¿Cuántos diplomas ha firmado usted en estos 25 años?
Son cerca de 21.000 diplomas. La universidad tienen 30 programas de pregrado, un poco más de 20 maestrías, 21 especializaciones médico-
quirúrgicas -que MinEducación asimila a maestrías-, dos doctorados, son cerca de 100 registros calificados.
¿Cómo va el proceso de inclusión social y económica de estudiantes de estratos 1, 2 y 3 a la Icesi?
Las circunstancias han facilitado las cosas. Desde el año 2000 estamos buscando que la Icesi fuera más incluyente, pero financiar matrículas a punta de becas, en esa época, era muy costoso, eran muy pocas las personas a la que podíamos darles becas full. En el año 2003 se dio una reforma muy valiosa al Icetex: redujo la burocracia, sistematizó la entidad y volcaron los créditos especialmente a los estratos 1, 2 y 3 que, finalmente, fueron el 95 % de los préstamos de Icetex y nosotros le apostamos a esas becas e hicimos un convenio -aún vigente-.
Icesi daba el 25 % de la beca y el 75 % era de crédito. También teníamos las becas ‘Icesos’, bajo el mismo modelo, pero, además, tenía almuerzo incluido, préstamo de textos y un apoyo de un salario mínimo por semestre y un programa de acompañamiento.
De ese proceso, ¿a qué estudiante recuerda?
Un muchacho bachiller de Guapi (Cauca), hijo de maestros, se llama Diego Fernando Rodríguez. Inicialmente no lo aceptaron en la Universidad del Valle y aquí en el Icesi voló, se graduó con honores; egresado del programa de Contaduría Pública y Finanzas Internacionales, hizo su práctica en Deloitte y hoy es Senior de M&A de esa compañía en Bogotá. Como él llegaron centenares de muchachos, porque el talento no tiene raza, no tiene fronteras, la clave es darles a esos muchachos una oportunidad. Su Icfes no fue tan alto porque en Guapi los niveles de educación no son los mejores como sí lo son en los grandes colegios privados del país, pero a pesar de eso, él llegó aquí y tuvo la oportunidad para sobresalir. Con ese plan comenzamos a aumentar la población de estudiantes. Años después, llegó ‘Ser pilo paga’ y llegaron 1500 estudiantes de los estratos 1 y 2 bajo ese modelo.
Lamentablemente los gobiernos comenzaron a meterle política y eso le ha hecho daño a la sociedad. Se lo he dicho al presidente Duque y a la Ministra de Educación... el hecho es que cuando metieron ‘Ser pilo paga’, que fue una gran medida, al mismo tiempo le hicieron un daño al Icetex porque cambiaron los subsidios. Hasta el 2015 la tasa de interés de los créditos de los estratos 1, 2 y 3 eran subsidiados, pero allí mismo le metieron que no era por estrato sino por Sisbén. Haciendo nosotros cuentas, calculamos que en el año 2015 al 60% de la población -con créditos Icetex- le quitaron el subsidio.
¿Entonces cuál es la fórmula más adecuada para facilitar ese crédito que permita acceder a la educación superior a los sectores más vulnerables?
Ya hay un modelo para facilitar el crédito estudiantil, que incluso está legislado desde 2018. Se llama: financiación contingente al ingreso (FCI). Se lo inventaron en Australia hace más de 30 años; y ya se usa en muchos países. En Colombia, la ley 1911 de 2018 lo autoriza, pero no está reglamentado, no se lo han autorizado a Icetex.
¿Y en qué consiste ese modelo?
Que, en vez de pagar una cuota fija por el crédito, el graduado paga un porcentaje de su ingreso cuando ya esté laborando. Si no tiene ingreso, no paga nada; no hay codeudor. Cuando tiene un ingreso bajo, la cuota es muy baja. Entonces el joven va pagando en la medida de sus posibilidades; y cuando gane más va a pagar más. La gran ventaja de la FCI es que asegura a los jóvenes profesionales contra situaciones laborales difíciles; se elimina el riesgo de altas cargas de pago para aquellos con bajos ingresos; y se reduce la aversión al riesgo en la decisión de estudiar. Ha faltado voluntad política. Solo es aplicar esa regla nueva al crédito. Para mí es una frustración irme sin ver operando la financiación de contingencia al ingreso. Esto se conoce en Colombia desde hace 10 de años, eso se aprobó en el Gobierno de Santos, pero razones que no entiendo excluyeron al Icetex.
Desde su punto de vista, ¿cuáles son los aportes más destacados de la Icesi a la ciudad y a la región?
Es muy diverso. La Universidad tiene tres misiones: educación, investigación y proyección social. El impacto de la universidad es muy grande, ha formado a miles de jóvenes a un muy buen nivel. Nosotros tenemos un modelo diferente y que busca una construcción y mejoramiento permanente. Tiene estrategias de aprendizaje activo que implica compromiso, resolución de problemas, trabajo en equipo, por parte de los estudiantes. Vía investigación estamos haciendo un proceso de formación en doctores y hoy estamos sonando duro. También en el área social ha habido un impacto importante con observatorios que están aportando a la ciudad.
¿Cuáles cree usted que son la carreras universitarias del futuro?
Todo está cambiando muy rápido, hoy tenemos carreras que no existían hace 20 años y que hoy son muy exitosas como Diseño de Medios Interactivos, lo cual permite una interacción entre hombres y máquinas. Hoy los egresados de esa carrera salen sabiendo programación, casi como ingenieros. Creo que se destacarán esas carreras donde involucre ambos hemisferios del cerebro: el racional y el artístico. Ahora está en furor el big data y el manejo de datos. Pero, a la larga, lo importante es estudiar bien y después ajustarse con lo que trae la vida. Qué me iba a imaginar que yo siendo ingeniero industrial sería el rector de una universidad. La vida, las oportunidades y las demandas te van llevando.
Hoy cómo se siente, cuando da un paso al costado como rector de la Icesi...
Me siento realizado, siento que he cumplido, que he tenido una vida profesional muy extensa, voy a cumplir 76 años. El haberme venido a Icesi fue mejor de lo que me pude imaginar. Ser rector de Icesi llenó mi mente, pero también llenó mi corazón. El estar expuesto a varias disciplinas del pensamiento y a la vez interactuar con estudiantes y profesores de distintos lugares enriquece mucho. Yo trato de ser racional y uno comienza a deteriorarse paulatinamente y yo lo que menos puedo querer es que ese deterioro afecte la universidad.
¿Y ahora qué viene para usted? Se va a echarles maíz a las palomas, como dice el exalcalde Armitage...
Yo voy a tomarles fotos a las pájaros... trataré de viajar mucho, viendo aves, fotografiando aves.