¿CÓMO SORTEAR LOS DÍAS DIFÍCILES?
LIZ SANDOVAL
LIZ SANDOVAL
Hace aproximadamente cinco años la depresión llegó a mi vida y desde entonces no ha querido marcharse. Para mí es un poco difícil describirla o hablar sobre ella, pero siempre habrá una primera vez, ¿no? Así que este foto ensayo será ese primer intento. Escribir cómo me siento cuando estoy deprimida es entrar en un territorio espinoso. En mi caso, la experimento como una alteración de mis pensamientos y mis emociones que aparece de repente y le da vueltas a todo mi ser.
Hace aproximadamente cinco años la depresión llegó a mi vida y desde entonces no ha querido marcharse. Para mí es un poco difícil describirla o hablar sobre ella, pero siempre habrá una primera vez, ¿no? Así que este foto ensayo será ese primer intento. Escribir cómo me siento cuando estoy deprimida es entrar en un territorio espinoso. En mi caso, la experimento como una alteración de mis pensamientos y mis emociones que aparece de repente y le da vueltas a todo mi ser.
La depresión apareció en mi adolescencia. Empecé a sentirla cuando era rechazada por varias personas. Es muy duro sentir que en la calle no te miran por ser famosa sino al contrario, te observan con rechazo y burla, ¡no lo soportaba!. Además, pasé por una época en la que no sentía apoyo de absolutamente nadie. Solo pensaba que yo era un estorbo para todos y que a nadie hacía feliz.
Por muchos años, mi gran enemigo era el espejo. Mirarme me resultaba imposible e insoportable. Verme y reconocerme era duro, me costaba aceptar que era pequeña, que no conté con la suerte de tener, como los demás, una talla promedio. Todo el tiempo me comparaba con otras personas, no era capaz de aceptarme tal y como era. Nada de lo que veía me resultaba suficiente ni aceptable: el tamaño de mis piernas, la silueta de mi cuerpo, la forma de mis labios, la expresión de mis ojos. Todo me resultaba desagradable. En esa época me perseguían muchas preguntas. ¿Será que no hay un lugar para mí en la sociedad?
Hace tres años, todo se agravó: un día para mí significaba entrar en un agujero negro, tenía mi mundo totalmente al revés; nada, ni mi familia, ni mis amigos, ni la calle, me alegraba o me levantaba el ánimo. Sin esperanzas, sin sueños, sintiendo que nadie me apoyaba, toqué fondo y decidí acabar con mi vida. De repente me vi en un hospital con mi mamá al otro lado de la habitación, angustiada y orando para que yo sobreviviera. En ese momento pensaba que mi intento de suicido era una total pesadilla. Recordarlo ahora es terrible pero sé que es necesario hacerlo, hoy, ahora. No lo hago como dice la gente "recordar es vivir"; al contrario, me siento bien de estar viva y de compartir mi historia.
Hace tres años, todo se agravó: un día para mí significaba entrar en un agujero negro, tenía mi mundo totalmente al revés; nada, ni mi familia, ni mis amigos, ni la calle, me alegraba o me levantaba el ánimo. Sin esperanzas, sin sueños, sintiendo que nadie me apoyaba, toqué fondo y decidí acabar con mi vida. De repente me vi en un hospital con mi mamá al otro lado de la habitación, angustiada y orando para que yo sobreviviera. En ese momento pensaba que mi intento de suicido era una total pesadilla. Recordarlo ahora es terrible pero sé que es necesario hacerlo, hoy, ahora. No lo hago como dice la gente "recordar es vivir"; al contrario, me siento bien de estar viva y de compartir mi historia.
Poco a poco, y con ayuda de los psiquiatras, y el apoyo de mi familia, me libré un poco de la depresión, pero ella aún no se ha ido; sigue presente en mí. La cuarentena removió mi tristeza, me provocó melancolía. La sensación de soledad y de angustia se apoderaron de nuevo de todo mi ser; sé que no de la misma manera, pero cierro los ojos y recuerdo... me angustio y no hallo la manera de olvidarlo. En mi habitación, el tiempo se hace eterno...
Poco a poco, y con ayuda de los psiquiatras, y el apoyo de mi familia, me libré un poco de la depresión, pero ella aún no se ha ido; sigue presente en mí. La cuarentena removió mi tristeza, me provocó melancolía. La sensación de soledad y de angustia se apoderaron de nuevo de todo mi ser; sé que no de la misma manera, pero cierro los ojos y recuerdo... me angustio y no hallo la manera de olvidarlo. En mi habitación, el tiempo se hace eterno...
En medio de la cuarentena también pude sentir el amor, el vínculo y el apoyo incondicional de mi familia. Pude ver que la depresión vendaba mis ojos, y no me permitía darme cuenta que mi familia siempre ha estado ahí para mí.
Los héroes en mi vida son mis hermanos. Me ayudan a vencer y a sobrellevar la depresión. Cuando me invade la angustia y la tristeza ellos me salvan. En este tiempo entendí que es mejor tener una compañía que le dé color a nuestra vida. Con mis hermanos he creado un lazo indestructible; sé que siempre serán fieles a mí, jamás me dejarán sola. Con pequeños actos de amor, se aseguran día a día que yo esté feliz. Ahora son mis maestros, me enseñan el valor del amor. Después de todo esto, entendí, que en la vida, el amor real que te brinda la familia vale más que el dinero.
Carlos Gabriel Diaz Sandoval
Edad: 6 años
Su sonrisa ilumina mi día a día.
Edad: 6 años
Su sonrisa ilumina mi día a día.
Carlos Alberto Diaz Sandoval
Edad: 16 años.
Su música alegra a todo mi ser.
Edad: 16 años.
Su música alegra a todo mi ser.
Los héroes en mi vida son mis hermanos. Me ayudan a vencer y a sobrellevar la depresión. Cuando me invade la angustia y la tristeza ellos me salvan. En este tiempo entendí que es mejor tener una compañía que le dé color a nuestra vida. Con mis hermanos he creado un lazo indestructible; sé que siempre serán fieles a mí, jamás me dejarán sola. Con pequeños actos de amor, se aseguran día a día que yo esté feliz. Ahora son mis maestros, me enseñan el valor del amor. Después de todo esto, entendí, que en la vida, el amor real que te brinda la familia vale más que el dinero.
Carlos Gabriel Diaz Sandoval
Edad: 6 años
Su sonrisa ilumina mi día a día.
Edad: 6 años
Su sonrisa ilumina mi día a día.
Carlos Alberto Diaz Sandoval
Edad: 16 años.
Su música alegra a todo mi ser.
Edad: 16 años.
Su música alegra a todo mi ser.
Con los días, comprendí que era necesario evitar que los momentos de tristeza se apoderarán de mí. Descubrí que podía aprovecharlos y explotarlos en alguna actividad importante. En mi caso, encontré en la cocina algo especial. En mis recetas experimento mezclas explosivas. Allí, mi altura nunca ha sido un impedimento para poder hacer un plato delicioso. Un pequeño banco es suficiente para alcanzar esos centímetros demás qué necesito para estar a la altura de mis instrumentos de cocina. En ese espacio no existe la tristeza ni el tiempo. Encontré un lugar en el que puedo ser libre. Sé que la pasión por la cocina es algo que estará presente toda mi vida. Hoy tengo una frase favorita que define cómo lo experimentó, comer es una necesidad, pero cocinar es un arte.
Con los días, comprendí que era necesario evitar que los momentos de tristeza se apoderarán de mí. Descubrí que podía aprovecharlos y explotarlos en alguna actividad importante. En mi caso, encontré en la cocina algo especial. En mis recetas experimento mezclas explosivas. Allí, mi altura nunca ha sido un impedimento para poder hacer un plato delicioso. Un pequeño banco es suficiente para alcanzar esos centímetros demás qué necesito para estar a la altura de mis instrumentos de cocina. En ese espacio no existe la tristeza ni el tiempo. Encontré un lugar en el que puedo ser libre. Sé que la pasión por la cocina es algo que estará presente toda mi vida. Hoy tengo una frase favorita que define cómo lo experimentó, comer es una necesidad, pero cocinar es un arte.
En este tiempo de pandemia descubrí que la depresión es como una olla a presión: depositamos allí los alimentos, encendemos el fuego, le damos tiempo a la cocción; de pronto no calculamos el tiempo, dejamos que pite, una, dos, tres veces, dejamos que avance sola hasta que, de repente, se oye una explosión causada por el sobretiempo en el que se dejaron los alimentos y descubrimos cómo su contenido ha volado por el aire, ensuciando y manchando todo a su alrededor. Así sucede en la vida: nuestro ser está lleno de momentos, amor, ira, angustia, felicidad, se soportan demasiadas situaciones; el tiempo pasa y pasa, pero llega el día en que todo explota, como en una olla a presión.
Nuestros sentimientos se ven afectados por no dejarlos salir a tiempo y, sobre todo, no encontramos maneras de hablar sobre ellos o no hallamos ayuda para liberarlos. Entonces explotamos y se liberan pensamientos de angustia, melancolía, tristeza... experimentamos que la vida no tiene sentido, que lo mejor es abandonarlo todo. Pero podemos tomar medidas como ignorar y rechazar los malos comentarios que nos dicen las personas y así evitar la explosión. Podemos estar atentos al tiempo que necesitamos para reír, para llorar; permitir que se cocinen otras ideas en nosotros. Descubrí también que si le bajo el fuego a los comentarios como “¡miren a esta niña gorda!” 'hahaha... ahí va una enana” y a todas las ideas que tiene una sociedad sobre nosotros… es posible evitar una próxima explosión. Así podré dejar que la vida alcance nuevos sabores.
Nuestros sentimientos se ven afectados por no dejarlos salir a tiempo y, sobre todo, no encontramos maneras de hablar sobre ellos o no hallamos ayuda para liberarlos. Entonces explotamos y se liberan pensamientos de angustia, melancolía, tristeza... experimentamos que la vida no tiene sentido, que lo mejor es abandonarlo todo. Pero podemos tomar medidas como ignorar y rechazar los malos comentarios que nos dicen las personas y así evitar la explosión. Podemos estar atentos al tiempo que necesitamos para reír, para llorar; permitir que se cocinen otras ideas en nosotros. Descubrí también que si le bajo el fuego a los comentarios como “¡miren a esta niña gorda!” 'hahaha... ahí va una enana” y a todas las ideas que tiene una sociedad sobre nosotros… es posible evitar una próxima explosión. Así podré dejar que la vida alcance nuevos sabores.
Después de todo este tiempo puedo afirmar que la depresión abruma, produce angustia, asusta. Cuando siento que está cerca, me siento insegura, automáticamente solitaria, pero hoy también puedo decir con certeza que es manejable. Aunque no exista una manera clara de enfrentarla, tan sólo con escuchar o hablar sin juzgar se puede resolver todo. No estoy sola. Quizá, pienso que nadie comprende con exactitud cómo me siento, pero sé que es importante dejarse ayudar. A veces pedir ayuda no es un signo de debilidad sino, al contrario, es de fortaleza. Descubrí que tengo un chance de ver la luz y hallar la esperanza con el amor de mis hermanos, el apoyo de mis padres, y la expresión artística en la cocina. Tal vez no resuelva todo pero si me ayuda a comprender cómo me siento y cómo poder sortear los días difíciles.
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