Carlos Alban

MI GRAN HISTORIETA

CARLOS ALBAN

Los cómics son mi pasión. Todo comenzó cuando tenía siete años y me encontraba en una sala de espera para ser atendido por el doctor. Para pasar el tiempo empecé a ojear las revistas que había en el consultorio y entre esas, hallé una que me llamó la atención: la historieta de los 4 FANTÁSTICOS. No la conocía, así que la leí. Y fue tanto lo que me cautivó que, sin pensarlo, al salir de allí me la llevé.

Al llegar a casa, mamá se enteró que me había traído la revista y me regañó. Por esto me castigó una semana. Pero a mí no me importó, porque después del travieso incidente la miraba y leía todos los días. Después de esto, le pedí a mamá que me comprara la revista que salía a final de cada mes. Ella accedió sin problema y comenzó a comprarlas sin falta; así me entretenía por aquellos días y me sumergía, cada vez más, en ese mundo fantástico de los superhéroes.

Cuando cursaba bachillerato empecé a dibujar. Me gustaba, me entretenía y por los comentarios que recibía de mis profesores, comprendí que no lo hacía nada mal. A ellos les gustaba mi trabajo. También sucedió que, cada vez que dejaban tareas donde se requerían dibujos, mis compañeros de curso me pagaban para que les hiciera los suyos. Aproveché esta situación y, con el dinero que me pagaban, me compraba más revistas. En esa misma época también comencé a comprar cosas relacionadas con los superhéroes como muñecos, calcomanías, afiches… Hasta que un día decidí comenzar a dibujar los personajes. Lo hice con lápiz y colores. Y mientras más aprendía sobre el dibujo y sus técnicas, seguía comprando cómics, coleccionando figuras, camisetas y leyendo sus historias. Todo lo que tuviera que ver con su universo lo quería para mí.

En una ocasión, mientras conversaba con un amigo que había viajado a Estados Unidos —y que sabía de mi pasión por los superhéroes—, me habló del furor que allí tenía la gente por estos personajes. Los niños no eran los únicos fanáticos. También los adultos vivían atrapados en el universo del cómic. Era algo loco, me decía mi amigo.

Me contó que existían tiendas exclusivas en las que se podía conseguir todo alrededor de estos personajes: lámparas, relojes, cartas… lo que imaginara era posible conseguirlo en esas tiendas. Con el tiempo, mi amigo me envió muchos de estos suvenires. Los guardaba con mucho cuidado, sin saber el significado que todo esto tendría para mí en el futuro.

Con el tiempo, decidí tomar clases de pintura al óleo. Empecé a pintar cuadros para decorar mi casa: flores, bodegones, papagayos. También incursioné en la pintura de una imagen religiosa para regalarse a mamá en el día de las madres; sin embargo, y pese al entusiasmo que había en mi familia, sentía que no hacía lo que a mí me gustaba.

Algo me hacía falta. Un día, le dije al profesor de pintura: lo mío es pintar superhéroes. Y en seguida le pregunté, pese al miedo que me daba un posible rechazo, si podía intentarlo y él, sin pensarlo, me respondió: “¡vos podés pintar lo que querás!”.

Y así lo hice. Mi primera obra fue un retrato de Los vengadores. En la pintura aparecen Hulk junto al Capitán América, Iron Man, Thor y La Avispa. Me tomó seis meses acabarlo y, cuando por fin di la última pincelada, me sentí orgulloso. Me gustó mucho ese cuadro pues retrataba los primeros personajes creados por ese gran artista, escritor y creador de historietas como era Stan Lee. Cuando leí su biografía me enamoré indefinidamente de él y de sus personajes.

Me reconocía en su historia y en los superhéroes creados por ese enorme genio de las historietas. Comencé a compararme con estos seres fantásticos pues algunos de ellos tienen defectos físicos. Por ejemplo, Medusa. Ella tiene una larga cabellera de serpientes que puede mover cuando quiera. Gorgón, un ser que nació con patas de toro, pero que posee una gran fuerza. Tritón, que tiene facciones de anfibio. Y mi favorito, el Hombre Araña, quién adquirió sus poderes a través de una araña usada para experimentos radioactivos.

En esta lista de criaturas fantásticas y súper poderosas hay muchos más. En sus historias se cuenta que la mayoría de personas les temen por su forma física, o por sus habilidades, o por ser distintos físicamente a las personas llamadas “normales”.

Esto me ayudó a entender que lo mismo ocurría conmigo: cuando las personas me veían, en ocasiones se asustaban o simplemente, prefería evitar contacto conmigo; en los peores casos se reían de mí, me apartaban y, sentían también, como en las historietas de los superhéroes, miedo.

Tal vez por esto me sumergí en ese mundo fantástico donde encontraba y hallaba situaciones semejantes a las que yo me enfrentaba. En ocasiones he llegado a sentirme un personaje más de estas historietas. Me he visto salir victorioso de situaciones peligrosas, feliz, y orgulloso de una gran coraza que me protege de esas burlas y rechazos. Quizá esto significa para mí el súper poder de pintar: mi escudo de protección.

Soy metódico con mi trabajo. Cuando decido pintar uno o varios personajes, busco sus fotografías. A veces, yo mismo hago un montaje con sus imágenes; las recorto y las organizó en grupo para hacer una sola pintura. Comienzo dibujándolos en lienzo; luego, realizo algunas correcciones; después, pinto el fondo del dibujo y, por último, trabajo a los personajes. Es tanta mi pasión que en dos semanas puedo pintar un cuadro completo. Mamá me regaña porque en esas intensas jornadas, me levanto muy temprano y trabajo hasta muy tarde. No puedo ni quiero parar de pintar. En esos momentos, mamá me trae los alimentos hasta mi espacio de trabajo, porque incluso llego a olvidar que debo comer.

Pintar superhéroes me ha traído muchas alegrías. Y también reconocimientos. He sido invitado por dos universidades de mi departamento para exponer mis pinturas. He sido invitado también por la alcaldía de Dosquebradas y pude realizar una exposición en Expofuturo. Todo esto me ha servido para relacionarme mejor con otras personas. He dejado a un lado la timidez.
Hoy me siento orgulloso de que otras personas aprecien este gran poder que tengo en mis manos, en mis pinceles, en mis pinturas y toda la magia que yace en mi corazón.

Para mí este foto ensayo ha sido muy importante. Me ayudó a reconocer los cambios ocurridos en mi vida. Me ayudó a recordar momentos de alegría y los logros que he alcanzado como pintor. He vuelto a recordar mis épocas de niño, los momentos difíciles que he pasado y los momentos creativos.

Les doy gracias a todas las personas que nos acompañaron en este camino. Por ayudarnos a recordar con felicidad etapas de nuestras vidas. Gracias a los profesores Juan Arias y a las profesoras Carolina Navas y Andrea Serna. También le doy gracias a quienes nos apoyaron en este programa para que este proyecto fuera una realidad. Gracias, de todo corazón.

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