“La equidad necesita desacartonarse y empezar a entenderse desde la base de lo comunitario para que se reconozcan existencias, se reconozca al sujeto, al sujeto no como objeto, sino como sujeto…”
- Katherine Gil
Desde 2008, Katherine Gil lidera Jóvenes Creadores del Chocó, una organización social, artística y cultural ubicada en Quibdó, Chocó. Desde esta organización, la cultura y el arte se convierten en la herramienta para generar entornos protectores para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, quienes pueden desarrollar sus potencialidades artísticas, sanar por medio del arte y re-existir.
El Centro de Estudios Afrodiaspóricos – CEAF de la Universidad Icesi, tuvo la oportunidad de generar una conversación con Katherin Gil para visibilizar su historia de vida y liderazgo:
CEAF: ¿Qué nos puede contar de su historia de vida y que la llevó a ejercer su liderazgo?
Katherine Gil: Mis procesos de resistencia, como les llamo yo, nacen de la experiencia personal. Crecí en un barrio de Quibdó que presentó y aún hoy presenta muchas problemáticas: las sustancias psicoactivas, la criminalidad y, por ello, la estigmatización. Vi a mis amigos caer en esas dinámicas: hacer los mandados por drogas, consumirla, ser parte de grupos delincuenciales. Ahí me juré, y se lo juré a mi abuela, que yo no caería y que haría todo el esfuerzo posible por usar mis conocimientos, mis manos y mi voluntad para que jóvenes como mis amigos no caigan en eso.
A mí me sorprendió mucho que, a pesar que el barrio estaba marcado por droga, la delincuencia y el homicidio, pasaba que, además de los enfrentamientos violentos entre los integrantes de los grupos delincuenciales, estos mismos también tenían una suerte de enfrentamientos culturales. Yo me escapaba por los “calados” de mi casa para ver los enfrentamientos culturales. Se me activaba algo como en mi ser, porque yo no podía creer que estos mismos jóvenes que en contados minutos formaban un conflicto, sean los que hoy estén generando este espectáculo. Yo me los imaginaba en un show con Michael Jackson o con cualquier artista reconocido de Hip Hop. Yo decía ¡Uau! Y cada vez que eso ocurría yo estaba ahí. Siempre preguntándome por qué cuando hay actividad cultural no hay violencia, sino choques de mano, abrazos y líricas.
CEAF: Usted ha presenciado de cerca las violencias que experimentan los y las jóvenes afrodescendientes de Quibdó. ¿Cuál es su sentir-pensar?
Katherine Gil: Siento mucha rabia por las situaciones tan terribles que se generan en nuestro territorio. Me causa aún más rabia la actitud, a veces complaciente, que tenemos con esas situaciones. Las normalizamos y seguimos permitiendo, como gente negra, esas prácticas colonizadoras y racistas que continúan metiéndose en el territorio. Eso me enoja, pero no me enoja para gritar, sino para movilizarme a la acción y canalizar mis emociones.
He encontrado en Jóvenes Creadores del Chocó, la organización que lidero, ese escenario en el que puedo tomar todo lo que siento, escribirlo en un guion y verlo materializado en una obra de danza o teatro. Porque hay que hacer algo y ese algo para nosotros está en el arte. Entonces, desde allí puedo denunciar, puedo posicionar, puedo decir ¡aquí estamos!, ¡levantémonos!, ¡basta!, ¿Quiénes son nuestros principales enemigos? Nosotros mismos si seguimos permitiendo esas prácticas colonizadores y racistas.
Sí, sí. Sobre eso estoy todo el tiempo, todo a través de una pedagogía del amor. Ayer les decía a unos jóvenes: si ustedes eligieron ser bailarines o artistas es porque van a ser bailarines o artistas desde la dignidad, es porque van a posicionar una narrativa diferente del territorio, porque van a demostrarse que ustedes sí pueden ser lo que ustedes quieren ser y porque van a demostrarle a quien esté estigmatizándoles que está en una lógica equivocada. Esa es la pedagogía del amor.
CEAF: ¿Jóvenes Creadores del Chocó es la respuesta a lo que usted se preguntaba cuando era espectadora de esos enfrentamientos culturales: «por qué cuando hay actividad cultural, no hay violencia»?
Katherine Gil: De alguna manera sí. Esos sucesos violentos me marcaron mucho porque vi a mis amigos caer, pero también porque encontré en la cultura una oportunidad en medio de todo el caos que vivimos en el territorio de manera permanente. Encontré que la cultura es un diálogo que nos genera un estado de conciencia inigualable, de reencuentro, de denuncia, de manifestación y de despojo de lo que nos ahoga y encierra como jóvenes. Ese descubrimiento no podía quedar allí. La cultura había que reconocerla, entenderla, valorarla.
Por esto, y también con el ánimo de escapar conscientemente de esa ola de violencia, aposté fuertemente por educarme. Decidí ser abogada con la convicción de servir a la comunidad, pues el derecho es una vocación por el servicio, y en paralelo inicié a participar en cuanto espacio juvenil encontraba. Sin embargo, sentí que en esos espacios no podía tener una voz y eso era un patrón. Entonces en 2008, cuando se llegó la oportunidad de hablar con jóvenes que estaban pensando como yo, decidí que ese era el momento de soltar todo esto que no me dejaba ser y de traer a Quibdó un proceso fuerte de un joven para otro joven, en el que las palabras más grandes fuesen jóvenes, acompañados y creadores. Desde allí inicié mi proceso con Jóvenes Creadores del Chocó.
Cuando decidimos hacer parte de una práctica artística al interior del municipio las personas decían ¿Para qué te dedicas a eso? ¡De eso no vas a vivir! ¡Nadie es profeta en su tierra! Una tiene que iniciar a luchar con esas palabras para sostener su práctica artística. Pero para mí el arte en el Pacífico es, será y ha sido durante toda nuestra presencia como afrocolombianos y negros en Colombia un entorno protector.
CEAF: ¿De qué manera el arte se convierte en un entorno protector?
Katherine Gil: En general, los espacios culturales permiten presentarle a los y las jóvenes otras maneras de vivir. Sus cuerpos, que yo llamo como cuerpos violentos, porque reflejan la violencia, y no solo me refiero a la imagen del muchacho con un arma, no se presentan de esa forma a través de la práctica artística. Absolutamente todo cambia en el joven que está en situación de riesgo a través de la práctica artística, pues cuando entran a la práctica artística inicia un proceso que yo llamo el proceso del despojo; es un acto muy intencional donde ellos y ellas se encuentran como personas en medio del arte.
Si pudieran observar el comportamiento de un joven que está en el tránsito de bandas delincuenciales cuando entra a un entorno protector artístico se darían cuenta que se convierte en otra persona. Creo que es el mundo mágico, el arte. El arte provoca un encuentro obligatorio con el ser. Un joven bailarín me dijo Doña, vea es la primera vez que yo me siento como un ser humano. La primera vez que yo siento que en un espacio me escuchan. Es la primera vez que yo me miro en el espejo y no coloco una cara de asesino o de muchacho delincuente. Es la primera vez que yo siento que pertenezco a un lugar y que me aceptan. ¿Qué provoca eso? O sea, ¿eso de dónde viene? Ese es ese lenguaje tan implícito, esa relación tan armónica, tan profunda, que se genera entre el individuo con el arte.
Creo fuertemente que la práctica artística - cultural debería ser considerada un pilar de desarrollo y que no hay un mejor entorno protector que el arte. Creo también que JCH tiene la corresponsabilidad de amplificar y masificar el levantamiento de las voces de resistencia afro que hoy se gestan en el territorio y que lo único que piden es la palabra.
CEAF: ¿Qué significan los procesos que lidera JCH para la comunidad, para el territorio y especialmente para la juventud?
Katherine Gil: Todo lo que sacamos a nivel de creación artística está relacionada con lo que ocurre en el territorio hoy, porque si quienes lo habitamos no somos quienes hablamos, entonces permitiremos que alguien más lo haga. Aquí ya nos cansamos de eso. Nosotros como personas negras o afrocolombianas necesitamos estar al frente. En efecto, existe el abandono estatal y el racismo estructural, pero hay una corresponsabilidad de nuestra parte. Procesos como el de Jóvenes Creadores del Chocó permiten abrir espacios culturales para que los y las jóvenes estén al frente instalando narrativas positivas, frescas y fuertes del territorio. También para empoderar a la gente, para generar oportunidades y unas mejores condiciones de vida, y para comprender que hay otras maneras de resolver nuestros conflictos diferentes a la criminalidad.
CEAF: ¿Cuáles son los obstáculos que afronta un proceso comunitario como JCH?
Katherine Gil: Nos enfrentamos a muchos obstáculos en la construcción de ese legado que queremos dejar instalado en las juventudes de Quibdó, y ojalá luego en las juventudes de todo Chocó y del Pacífico. Primero, nuestro proceso está atravesado por la violencia, porque la violencia ataca principalmente la construcción del proyecto de vida de la población con la que trabajamos. Segundo, existe una desvalorización y estigmatización hacia la práctica artística y cultural y hacia nuestros artistas. Por último, se han creado imaginarios muy diferentes de lo que es Jóvenes Creadores del Chocó.
Somos un proceso que permanece a pesar de, porque cuando el último aliento se apaga, lo toma otro y así nos vamos.
CEAF: ¿Qué es la equidad para usted?
Katherine Gil: La equidad es tener condiciones de vida digna y reconocer la condición del ser humano. Creo que cuando hay pobreza siempre se coloca en duda que quienes están allá son seres humanos. La equidad es una palabra ligada a garantías y a oportunidades, cuya base es el ser humano; y si la base es el ser humano, entonces debo entender a este para que, con las decisiones y las oportunidades que se generen, se sienta parte y puedan construirse relaciones equitativas y justas entre todas las partes.
Desde una posición de poder alguien no me puede hablar de equidad. ¡No! Desconectado de la comunidad no me puede hablar de equidad. Creo que esta palabra necesita desacartonarse y empezar a entenderse desde la base de lo comunitario para que se reconozcan existencias, se reconozca al sujeto, al sujeto no como objeto, sino como sujeto, y se generen procesos disruptivos en el que el sujeto como sujeto sea un factor siempre determinante y condicionante de absolutamente todo.
CEAF: Según esto, ¿cómo sería un Quibdó equitativo?
Katherine Gil: Esta pregunta me confronta, porque yo no debería de estar reclamando equidad a un Estado social de derecho, lo que significa que debería tener garantizado unas condiciones mínimas para vivir con dignidad. No me siento bien cuando tengo que responder que no quisiera ver a mi gente muriendo porque no hay un sistema de salud, no quisiera tener que ver en mi teléfono a personas haciendo cadenas de oración y denunciando para poder sacar a alguien de Quibdó porque una ambulancia cobra 10 o 20 millones.
No me siento cómoda diciendo que necesitamos salud, cuando eso debiera existir y yo no debería estar hablando de esto. Tampoco me genera comodidad decir que no tenemos acceso a la educación de calidad, ni existen condiciones mínimas para ejercer el derecho a educarse. Somos una potencia en recursos naturales, renovables y no renovables y que hoy no podamos sentirnos como esa potencia, porque ni los recursos ni las regalías nos pertenecen, es doloroso. Creo que en un Estado social de derecho preguntas así no deberían tener que elaborarse.
CEAF: ¿Qué se necesita para vivir en una sociedad equitativa?
Katherine Gil: Lo primero es el reconocimiento. Te hablo desde mi condición de mujer negra del Pacífico: necesitamos que se nos reconozca como parte de Colombia, no de la «Colombia profunda», periférica. Necesitamos que se reconozcan nuestros aportes y que los espacios que se nos abran sirvan para generar prácticas de inclusión y concertar proyectos de verdadera transformación en el territorio. ¿Por qué creen que todo el tiempo estamos diciendo etno, etnodesarrollo, derecho étnico? ¿Por qué tenemos que estar particularizando constantemente? Porque no hay una garantía de derechos para nuestras poblaciones.