En días recientes, Mark Zuckerberg anunció que Meta eliminará a los verificadores de información en Facebook e Instagram y los reemplazará con “notas comunitarias” generadas por los usuarios. Aunque la medida busca democratizar la moderación de contenido, las implicaciones para mujeres, personas LGBTQ+ y comunidades racializadas son alarmantes. Estas nuevas políticas, al permitir expresiones previamente inaceptables, no solo ignoran la violencia digital existente, sino que contribuyen a normalizarla.
Si algo debemos tener claro es que la violencia digital es un problema real y tiene consecuencias tangibles. Desde el Observatorio para la Equidad de las Mujeres hemos identificado que el 53% de las mujeres trabajadoras y empresarias en Colombia han sido víctimas de delitos como ciberacoso, suplantación de identidad o difusión no consentida de imágenes íntimas. Estas agresiones no son meros conflictos virtuales; generan ansiedad, estrés postraumático y afectan profundamente la autonomía económica y reputación profesional de las víctimas.
Al relajar la moderación y confiar en sistemas comunitarios, Meta corre el riesgo de amplificar discursos de odio y perpetuar desigualdades estructurales. Esto impacta de manera desproporcionada a las mujeres, quienes ya enfrentan altos niveles de hostilidad al abordar temas de género o al intentar posicionarse en la política.
Meta enmarca estos cambios bajo el argumento de proteger la libertad de expresión, pero esta narrativa desatiende cómo ciertos discursos vulneran la dignidad de grupos históricamente discriminados. Tolerar lenguaje que cosifica a las mujeres o perpetúa roles estereotipados, deshumaniza y limita su participación plena en espacios digitales que deberían ser inclusivos y seguros.
Además, al trasladar la responsabilidad de moderación a los usuarios, se amplifican los sesgos existentes, dejando expuestas a las mujeres y a las comunidades diversas. Esto es particularmente problemático en plataformas donde las mujeres que lideran causas sociales o feministas ya son blanco frecuente de campañas de desprestigio y acoso masivo.
Aunque estos cambios representan un desafío, no estamos solas. Es momento de actuar de manera colectiva y estratégica para protegernos y exigir transformaciones reales. Aquí, algunas ideas:
- Crear redes de apoyo: compartir experiencias y soluciones fortalece nuestra resistencia ante el acoso y amplifica nuestras voces.
- Tomar medidas proactivas: denunciar colectivamente agresiones en línea genera visibilidad y presión para que plataformas e instituciones actúen.
- Exigir cambios estructurales: participar en campañas que promuevan regulaciones claras y demanden a las plataformas mayor responsabilidad es crucial para construir entornos digitales más seguros.
El gran reto es proteger espacios digitales inclusivos, dado que las decisiones de Meta reflejan una falta de compromiso con la seguridad y el bienestar de sus usuarias. No podemos aceptar que la violencia digital sea normalizada en nombre de la libertad de expresión. Hoy, más que nunca, es imprescindible unirnos, alzar la voz y trabajar por un futuro donde todas las personas puedan navegar en internet con dignidad y seguridad. Esta lucha no es solo por nosotras; es por las generaciones que vienen.
English
To Protect Expression or Normalize Aggression? The Challenge of Meta’s Policies
Written by: Natalia Escobar Váquiro, Project Director at the Observatory for Women’s Equity
Recently, Mark Zuckerberg announced that Meta would eliminate fact-checkers on Facebook and Instagram and replace them with user-generated «community notes.» While the measure aims to democratize content moderation, the implications for women, LGBTQ+ individuals, and racialized communities are alarming. These new policies, by allowing previously unacceptable expressions, not only ignore existing digital violence but also contribute to its normalization.
We must be clear: digital violence is a real problem with tangible consequences. At the Observatorio para la Equidad de las Mujeres, we have identified that 53% of working women and businesswomen in Colombia have been victims of crimes such as cyberbullying, identity theft, or the non-consensual dissemination of intimate images. These attacks are not mere virtual conflicts; they generate anxiety, post-traumatic stress, and profoundly affect the economic autonomy and professional reputation of victims.
By relaxing moderation and relying on community systems, Meta risks amplifying hate speech and perpetuating structural inequalities. This disproportionately impacts women, who already face high levels of hostility when addressing gender issues or attempting to position themselves in politics.
Meta frames these changes under the argument of protecting freedom of expression, but this narrative neglects how certain discourses undermine the dignity of historically discriminated groups. Tolerating language that objectifies women or perpetuates stereotypical roles dehumanizes them and limits their full participation in digital spaces that should be inclusive and safe.
Additionally, transferring the responsibility for moderation to users amplifies existing biases, leaving women and diverse communities exposed. This is particularly problematic on platforms where women leading social or feminist causes are frequent targets of smear campaigns and mass harassment.
Although these changes represent a challenge, we are not alone. It is time to act collectively and strategically to protect ourselves and demand real transformation. Here are some ideas:
- Create Support Networks: Sharing experiences and solutions strengthens our resilience to harassment and amplifies our voices.
- Take Proactive Measures: Reporting online aggressions collectively generates visibility and pressure for platforms and institutions to act.
- Demand Structural Changes: Participating in campaigns that promote clear regulations and hold platforms accountable is crucial for building safer digital environments.
The great challenge is to protect inclusive digital spaces, as Meta’s decisions reflect a lack of commitment to the safety and well-being of its users. We cannot accept that digital violence is normalized in the name of freedom of expression. Now more than ever, it is essential to unite, raise our voices, and work for a future where everyone can navigate the internet with dignity and security. This fight is not just for us; it is for the generations to come.
Escrito por: Natalia Escobar Váquiro