Por primera vez, en los Juegos Olímpicos se establecieron guarderías en las villas olímpicas, un logro significativo que marca un hito en la lucha por los derechos de las mujeres atletas. Esta conquista fue impulsada por la incansable labor de Allyson Felix, la atleta más condecorada en la historia de estas justas deportivas.
Felix, invitada a formar parte del Comité Olímpico, abogó firmemente por la creación de guarderías y salas de lactancia, con el objetivo de transformar los Juegos Olímpicos en un entorno menos hostil y riesgoso para las madres. Este avance representó un gran paso para las mujeres atletas y para sus hijas e hijos.
Sin embargo, el camino hacia la corresponsabilidad no termina aquí. No basta con la creación de espacios de cuidado; es crucial que estos espacios sean utilizados por todos, incluyendo a los padres atletas.
Hasta hoy, muchos de ellos no habían tenido la oportunidad de contar con guarderías para sus hijas e hijos. A pesar de esto, rara vez hemos escuchado quejas de su parte por la falta de estos servicios. Esto se debe a que la organización social del cuidado ha estructurado las responsabilidades de tal manera que los hombres no sean los encargados del cuidado, permitiéndoles avanzar en sus carreras sin la preocupación constante por la crianza de sus hijas e hijos.
Aplaudimos la apertura de guarderías y salas de lactancia en las villas olímpicas, reconociendo que no solo somos trabajadoras, sino también personas interdependientes que debemos cuidar y ser cuidadas. Sin embargo, también hacemos un llamado urgente a los hombres para que asuman la corresponsabilidad en los cuidados.
Es vital que los hombres comprendan que participar en el cuidado no solo desafía y reduce las brechas de género, que imponen barreras sobre las mujeres en el ejercicio de su autonomía económica, sino que también les permite experimentar un aspecto fundamental de la vida: el cuidado no es solo un trabajo, es la actividad humana más importante.
Necesitamos un mercado de trabajo y espacios laborales donde la corresponsabilidad sea una realidad. Necesitamos organizaciones que comprendan que sin cuidados no hay vida. Y, sobre todo, necesitamos hombres que deseen cuidar y que se esfuercen por crear y utilizar espacios que les permitan ejercer paternidades corresponsables.
Escrito por: Natalia Escobar Váquiro