De estudiantes a monitores: la importancia de la experiencia Matileo
Este pequeño artículo surge de un ejercicio dialógico y retrospectivo. A partir de las conversaciones con monitores de los centros de apoyo (LEO, E.L y Cambas) que en su inicio de la vida universitaria atendieron a Matileo, nos propusimos responder las preguntas sobre su importancia y significado. Coincidimos en dos puntos: primero, que la experiencia Matileo es valiosa porque crea un espacio para relacionarse con los otros y empezar a tejer vínculos que permiten la amistad y el aprendizaje a partir de ella. Y, segundo, porque permite evaluar las propias habilidades y falencias, así como empezar a aproximarse a lugares adecuados para su fortalecimiento y ejercicio, en este caso, los centros de apoyo.
Juan José Flórez, estudiante de cuarto semestre de ingeniería industrial y finanzas, definió Matileo en la entrevista como un ‘proceso recreativo de adaptación’ en sentido que, al tiempo que perite reforzar áreas del conocimiento, brinda la oportunidad de compartir con personas nuevas. Sobre su vinculación a Cambas, reconoce la importancia de haberse relacionado con el profesor Jimmy Ramírez, que, en darle clase, reconoció su potencial y lo motivó a asumir, en sus palabras, una posición de ‘voluntad y servicio’. Otra monitora, Manuela Manzano, también estudiante de ingeniería industrial y actual monitora de EL Center, manifestó que Matileo influyó en su experiencia universitaria porque fue su ‘primer contacto’, y le dio amigos que conserva hasta el día de hoy, con los cuales comparte y se apoya.
Estos dos primeros testimonios son útiles para ilustrar un punto central de convergencia: que la experiencia Matileo gira en torno a la formación de vínculos con estudiantes y profesores que permiten encuentros, aprendizajes y crecimiento personal. En un principio, se trata de relacionarse con otros a partir de la emoción de una experiencia nueva, formar amistades que enriquecen la vida universitaria y funcionan como soportes y acompañantes para compartir las victorias y sortear las dificultades. Pero, en el acercamiento a la vocación de monitor, el ejercicio relacional empieza a convertirse en una forma de retribución, ya no solo vinculándonos con otros, sino trabajando para la creación de espacios donde sucede la vinculación, Matileo es uno de ellos.
Aquí surge una reflexión sobre la importancia del otro en el proceso de aprendizaje, que se nutre cada día en la labor de monitoria, cuando ayudamos a formar relaciones de apoyo, o cuando, en nuestro intento de apoyar a otros, terminamos adquiriendo conocimientos nuevos y replanteándonos significados. Al retribuir, paradójicamente, se sigue recibiendo, de lo que se sigue que, al recibir, se retribuye, incluso cuando no existe en ello una intención consciente. En la conversación, como en la experiencia, se modifican constantemente los saberes y perspectivas de los interlocutores.
En la entrevista, Manuela también contó que se interesó por trabajar en EL Center porque toda la vida le ha gustado el inglés, la considera, tanto como el español, una primera lengua. Encontró desde ahí un medio para demostrar su amor por el idioma y enseñarles a otros que no es tan difícil como piensan. Alejandro Trujillo, estudiante de tercer semestre de Economía y negocios internacionales, y actual monitor del Centro LEO, reconoció que Matileo fue fundamental también en el hecho de que le permitió identificar carencias, dificultades y formas de trabajarlas. Desde ahí, por sentir afinidad con la vocación de ayudar y pasión por los argumentos, despertó el interés en los centros de apoyo.
Aquí el segundo punto de convergencia: al conocer y acercarse a los centros en posición de estudiantes, que en primera instancia existen como soportes para el fortalecimiento del aprendizaje y la superación de falencias, algunos también se acercan a medios valiosos para ejercer y potenciar sus habilidades, en algunos casos no conocidas. Sucede, a partir de un proceso de autoconocimiento, uno de crecimiento, donde se empieza a encontrar un lugar propio desde el cual aportar y entrenarse al mismo tiempo.
De eso, finalmente, se trata la experiencia del proceso, ir encontrando lugares desde los cuales ser, dar y recibir, que en diversos puntos nos devuelven a instancias pasadas en las cuales fuimos desde posiciones contrarias y complementarias; el maestro es antes alumno y el monitor, antes de sentarse a un lado de la mesa, debe sentarse en el otro. La vivencia presente está conectada de maneras insospechables con la futura, y solo empezamos a obtener claridad sobre lo vivido desde la reflexión retrospectiva. Como solía decir Cortázar, cualquier escalera va hacia atrás si se sube de espaldas, y lo que en ese caso puede verse, es el resultado del mismo proceso, de la misma forma en que se va subiendo. Hoy llegan los nuevos estudiantes a Matileo, llenos de emoción y expectativa, mañana podrían estar en el equipo organizador.