La motivación por aprender es lo que se percibe en los estudiantes que acaban de ingresar a la universidad. Unos se muestran entusiasmados, otros participativos, otros un poco tímidos, pero lo que todos demuestran en el segundo día de Matileo es una motivación incalculable por aprender. La versión 2021-2 de Matileo, tiene varios enfoques, entre ellos el del lenguaje; componente crucial en el mundo académico. Por ello, en este artículo se abordarán las concepciones que tienen los estudiantes frente a la importancia de fortalecer los procesos de lectura, escritura y oralidad.
Para el grupo liderado por Shalom Ospina, los procesos de lectura, escritura y oralidad, trabajados de manera idónea garantizan “buenos resultados en la universidad”, algo similar creen Valeria Restrepo y María Sánchez quienes consideran que, “la lectura, la escritura y oralidad, son base para un crecimiento universitario eficaz”. Por otro lado, Isaac Calle y su equipo concuerdan en que, “tener buenas bases de cada uno de estos procesos, nos ayudará a mejorar no solo en el ámbito universitario sino que también en el profesional”.
Siguiendo con la misma línea, Juan Fernández, estudiante de Derecho, cree que se debe trabajar en la lectura, pues por medio de esta se adquiere información útil que enriquece o crea conocimiento. Desde otro eje, entre las opiniones y las creaciones de los integrantes de Matileo, retumba la creencia que la escritura es la forma “ideal” para comunicar cualquier idea y fortaleciéndola se estaría garantizando una manera correcta de hacerlo. Y, por otra parte, los estudiantes coinciden en que el fortalecimiento de la oralidad tendrá repercusión en la seguridad que tengan estos en el mundo académico, ya sea con ponencias o simplemente para dar a conocer sus ideas o sus perfiles.
Así entonces, para estos jóvenes que apenas comienzan su vida universitaria, el lenguaje en si mismo es fundamental en el mundo académico y profesional. Sin duda, están en lo correcto, pues no hay conocimiento nuevo y útil, sin buenas lecturas; no hay un buen ensayo, sin un buen escritor y no hay una buena entrevista sin un buen orador. Todo buen académico debe ser un excelente lector, un buen escritor y un gran orador.