Presentado por los estudiantes de la clase de Individuo, Sociedad y Consumo: Juan Manuel Mallorquín, Santiago Vega Quintero, Maria Paula Alfaro, Isabella Morales, Juan Andrés Morales
Todos aquellos amantes del “Fashion” mantenemos una estrecha relación con nuestras marcas favoritas, tales como ZARA, H&M, Pull&Bear y Mango. Otros prefieren las compras en línea en compañías como Shein o Fashionnova. Si bien estos titanes del mercado nos encantan por sus diseños frescos inspirados en las últimas tendencias, así como por su asequibilidad económica, la verdad es que todos los anteriormente mencionados también son los más grandes exponentes del fenómeno del “Fast Fashion”. Una problemática ambiental y social que tiene repercusiones graves a nivel mundial y es por esta razón que, en un mundo moderno, donde el estilo se fusiona con la sostenibilidad, el mercado de la ropa de segunda mano emerge triunfante gracias a su infalible modus operandi y sus beneficios.
Por lo mismo, han surgido nuevas alternativas dentro de la industria de la moda que generan un impacto positivo en el mundo, siendo una de las más virales la comercialización de ropa de segunda mano o como actualmente se le denomina a esta práctica “Thrifting”. Que traduce literalmente la palabra “ahorrando” Pero ¿en qué consiste esta dinámica?: básicamente los compradores y vendedores se ordenan en un sistema de compra y venta de ropa y accesorios coloridos y “vintage”, muchos de los cuales han sido usados por alguien más. Estos artículos se encuentran en lugares conocidos como Bazares, locales, microempresas y marcas pequeñas creadas por amateurs, amantes de la moda o diseñadores.
Muchos se preguntarán ¿cómo es que utilizar ropa de segunda se ha vuelto tan popular estos últimos años?: la etiqueta #thrift en Tiktok tiene 12,7 Billones de visualizaciones en todo el mundo, celebridades como Macklemore, Ryan Tedder, Julia Roberts y Jada Pinkett Smith han confesado utilizar prendas de segunda mano. La explicación a esto es realmente muy simple, los Millenials y la generación Z han dado un giro a la forma en que las personas en el pasado interpretaban el uso de prendas usadas. Mientras que antes, se creía que hacerlo estaba relacionado a cuestiones monetarias, hoy es una muestra de consciencia e interés por la sostenibilidad ambiental. “los consumidores se encuentran mejor informados, por lo tanto, son más selectivos acerca de los productos ambientales y las consecuencias sociales que estos podrían tener” (Sánchez, s.f, cómo se citó en EL TIEMPO, 2023).
Además, unirse a esta nueva tendencia trae miles de beneficios para todas las partes involucradas, y van desde hallar prendas únicas en excelente estado que en muchos casos pueden ser marcas de lujo. Hasta causas con mayor impacto, como disminuir la devastación ambiental causada por la extracción de fibras naturales en donde se comprometen las aguas y la tierra debido a los pesticidas que ayudan a crecer el algodón. También con prendas sintéticas cómo el poliéster en donde su producción requiere del uso de carbón y gasolina, lo que hace que esta ropa sea insostenible. Por último, pero no menos importante, ayudamos a abolir la explotación laboral e infantil en países de África y Asia donde la mano de obra es “barata” y los derechos humanos no son prioritarios.
Finalmente, podemos decir que el mercado de la ropa de segunda está triunfando infaliblemente cómo una excelente alternativa al “Fast Fashion”. haciéndose infinitamente reconocido gracias las nuevas generaciones que reescriben su imagen a través de redes y medios de comunicación, siendo esto una consecuencia de su propia consciencia social y ambiental. Trayendo múltiples beneficios para sí mismos, el medio ambiente, y las personas trabajadoras alrededor del mundo.