El COVID-19 ha afectado, alterado y modificado la vida de todos sin importar nivel educativo, económico, social, cultural, raza, credo, empleo o ideología política. Esto a su vez ha venido acompañado de un cambio abrupto en la vida de todos y como consecuencia, un cambio en los hábitos de consumo y cambios en la forma de gastar nuestro dinero.
Hoy el futuro es incierto, y después de salir en el caso de Colombia de un periodo de 5 meses de confinamiento, es posible decir que un gran porcentaje de consumidores son más conscientes de cómo gastan su dinero, dónde gastan su dinero y en qué gastan su dinero.
El coronavirus nos cambió la mentalidad a la hora de gastar nuestro dinero, por esto los estrategas de marketing y fidelización tenemos un reto muy grande, mantener la lealtad de nuestros clientes teniendo claro los cambios en sus modelos de consumo y que en muchos casos están comprando productos más económicos para poder ahorrar.
La gran pregunta: Cómo les entrego el mismo valor a menor costo? Y con valor no hablo del precio del producto hablo de servicio y experiencia de compra.
Antes de esta “nueva normalidad” muchas de nuestras compras eran por impulso o compulsivas, hoy tal vez pensamos un poco más en la necesidad que nos satisface un producto, antes de comprar investigamos más, comparamos marcas, precios, ingredientes, propiedades, creo tenemos mucho más conciencia frente a lo que gastábamos hace 6 meses y en gran medida nos limitamos a comprar lo que realmente necesitamos.
Volvamos a mis retos como marketera: lo que tengo que hacer es ver oportunidades para mis clientes en esa previa búsqueda de información por parte de sus clientes y consumidores, y esto va de cara a atraer y retener a un nuevo público.
En mi columna del domingo pasado dije que si hoy hay un nuevo marketing, para mí es un hibrido entre marketing y tecnología, desde esa perspectiva al unir el comercio físico con el comercio electrónico, concentrándonos en servicio, valor percibido y la experiencia de los usuarios, y a esta mezcla incorporarle los procesos transformadores que está desarrollando una marca y su activación adaptada a esta “nueva normalidad”, creo podremos conseguir resultados positivos.
Solo podemos creer en las promesas cumplidas cuando se convierten en hechos.
Un proceso continuo de investigación de la competencia es necesario para que realicemos de forma permanente un análisis comparativo con el fin de medirnos, saber cómo estamos frente a la competencia, entender en que nos supera y si está dentro de nuestras posibilidades y presupuesto, adaptarlo y mejorarlo. La cantidad de información disponible y al alcance de la mano de cualquier empresa es infinita. Este hecho muchas veces en lugar de servir para ayudarnos a comprender mejor la situación, nos hace desviarnos y tomar rumbos equivocados.
Es necesario tener a los mejores analistas para tomar las mejores decisiones. Leer, interpretar y entender la información no es habilidad de todos.
Es definitivo tener muy en cuenta la posible reacción de la competencia, la cual actuará pronto al ver nuestras estrategias. Hoy en día la competencia dispone de procesos transformadores y tecnológicos para monitorear nuestros movimientos en tiempo real, al igual que nosotros, no se quedaran quietos. Es por eso que, además de contar con los mejores analistas, debemos contar con los mejores estrategas, quienes analicen a fondo la información de la que disponen, para así adelantarse a los movimientos de la competencia, detectar riesgos y oportunidades llevando dichas estrategias a la acción, antes que el resto, pero con la firme convicción y el conocimiento para que no haya equivocaciones.
Con la incorporación abrupta de la tecnología a los procesos tradicionales del marketing a causa del COVID-19, el mundo actual va a una velocidad que nunca hubiéramos imaginado. Es por eso que, tener un conocimiento profundo del sector, del mercado, del segmento, del cliente y de la marca, puede ser determinante y la única ventaja competitiva en este momento para transformar una oportunidad en tendencia.
Antes de ponernos a definir las acciones necesarias para cumplir los objetivos de marketing, debemos definir muy bien las estrategias relacionadas con segmentación, targeting y posicionamiento que en su conjunto nos llevan a determinar qué tipo de clientes existen para después realizar la selección correspondiente identificando al destinatario ideal o al más apto para al final y a través de la tecnología, tener la certeza de cómo describir y clasificar a nuestros clientes no sólo quedándonos en la descripción, sino que nos podemos anticipar y prever los comportamientos de consumo gracias a sus dispositivos y redes.
Estamos en un momento de reposicionamiento de las marcas, las estrategias más efectivas ampliamente utilizadas tiempo atrás ya no nos sirven, ahora vamos caminando de la mano con la tecnología, con los cambios de hábitos, las nuevas tendencias y un cliente cambiante que nos presenta retos a diario para satisfacer sus nuevas necesidades.
Hoy la diferenciación y los valores agregados de las marcas están en el posicionamiento o en las estrategias comerciales que diseñemos para conseguir nuestro producto ocupe un lugar distintivo y privilegiado relativo a la competencia en la mente del consumidor. La propuesta de valor está orientada al servicio y la experiencia de compra, la funcionalidad del producto, lo que me hace sentir la marca cuando la consumo y lo qué hace esta marca por sus grupos de influencia en la sociedad a la que pertenezco.