La caída de salarios así como los despidos masivos se han convertido en la norma en medio de esta pandemia y ahora grandes firmas están en el ojo del huracán por este hecho. McDonald’s, Burger King y Starbucks son las últimas firmas que han dado de qué hablar al respecto.
En el mercado argentino, estas marcas y otras como KFC, Wendy, Burger 54 y Mostaza se vieron obligadas a dar marcha atrás a la medida de reducir casi un 50 por ciento los salarios por la cuarentena.
Del 50 al 30 por ciento
En aquel mercado, a inicios de la pandemia y con miras a mantener su rentabilidad, estas empresas habrían pagado a sus empleados entre un 30 y un 50 por ciento menos de lo que les correspondía en el mes de marzo.
La decisión logró unir a los más de 25 mil trabajadores del sector -la mayoría jóvenes de entre 16 y 25 años- quienes presentaron una denuncia al ministro de Trabajo, Claudio Moron, de la mano de la Federación de Trabajadores Pasteleros, Servicios Rápidos, Confiteros, Heladeros, Pizzeros y Alfajoreros, misma que terminó en un acuerdo que contempla que “el mes de marzo las cadenas de comidas rápidas pagarán el 100 por ciento de lo que corresponde y en abril, acordaron pagar el 70 por ciento del salario bruto surgido de un promedio de los últimos seis meses”, informan medios locales que citan fuentes cercanas al acuerdo.
De esta manera, entre las empresas que tuvieron que compensar el pago correspondiente a marzo y solicitaron reducir él mismo para abril se cuentan a importante firmas como McDonald’s, Burger King, KFC, Wendy, Burger 54, Mostaza y Starbucks, entre otras.
La denuncia original planteaba: “Las empresas del sector de comida rápidas, emparedados y afines, de manera unilateral, inconsulta y en violación de las normas de emergencia dictadas por el gobierno nacional (art 8 dec, 297/20) han liquidado y abonado los haberes correspondientes al mes de marzo del corriente año con drásticos e inexplicables recortes, sin respetar la integralidad y habitualidad de los citados ingresos, tal como señala el dispositivo legal citado”.
La explicación de las cadenas de fast food, que reunidas en una cámara se pusieron de acuerdo para hacer esta reducción es que: “La cámara definió pagar el proporcional por 48 horas de trabajo mensual, acogiéndose al convenio colectivo de trabajo 329/00 en caso de fuerza mayor”. Sin embargo, no se sostuvo ya que ese punto se refería en caso de incendio o situación similar, algo que no tenía nada que ver con el aislamiento social obligatorio.
Es importante mencionar que los empleados afectados manejan un promedio de 160 horas mensuales, mismas que se pagan en promedio en 179 pesos argentinos.
¿Y la reputación?
Si bien este caso se llego a un acuerdo que parece satisfacer a ambas partes, la realidad es que hablamos de un fenómeno que pone en tela de juicio uno de los activos más valiosos para cualquier empresa: la reputación.
Su relevancia es de tal grado, que el 80 por ciento del valor total de una empresa reside en la buena gestión de sus activos y recursos intangibles, de acuerdo con Corporate Excellence – Centre for Reputation Leadership.
En este sentido, no resulta extraño que, de acuerdo con una encuesta realizada por BSI, el 23 por ciento de los consumidores afirma que compañía un producto de la empresa si su reputación se encontrara dentro del promedio, cifra que se eleva al 39 por ciento cuando hablamos de niveles de reputación fuertes y al 77 por ciento cuando la reputación alcanza una calificación de excelencia.
Queda claro que las empresas de todos los giros se han visto obligadas a reducir el salario de sus empleados para mantener cierta estabilidad; sin embargo, las condiciones en las que estos ajusten se hacen y se dan a conocer entre los empleados tienen un juego esencial en lo que se pierde y lo que se gana.
El juego de la coherencia
La comunicación en este sentido tiene un papel clave. Muchas de las empresas listadas en el caso particular de Argentina han invertido millones de dólares para dar a conocer sus acciones relacionadas con el desarrollo de las comunidades en las que operan. No obstante, los hechos recientes restan coherencia y credibilidad a estas acciones.
Este será un problema que cada vez más empresas deberían de atacar en medio de la pandemia. En esta línea, es vital entender que la reputación de una firma por sí misma no es capaz de generar lealtad entre los públicos meta.
Lograr el cometido exige el desarrollo de experiencias al cliente coherentes, con la capacidad de conectar todas las referencias de la empresa que llegan al cliente final; tanto aquellas que son evidentes como muchas otras que parecen invisibles.
Recordemos que si la experiencia del cliente no coincide con la reputación que profesa, el 50 por ciento de los consumidores está dispuesto a comprar productos de una marca de la que nunca había oído hablar de antes, de cuando con Goldsmiths University.
Destinar esfuerzos a la sólida construcción de una marca es vital en este camino, pero estas acciones de nada servirán si la coherencia no tiene el debido reconocimiento.