Más de diez años hace que algunos personajes del marketing escribieron lo que llamaron los 10 mandamientos de la actividad; Jay Lipe, consultor y profesor de mercadeo de Carlson School of Management, de Minneapolis, y su profesor en la escuela Kelloggs y considerado padre del marketing moderno, Philip Kotler, entre otros, lo hicieron, y para este nuevo año, tras 10 meses de una pandemia que parece interminable, debido a la lógica incertidumbre generada, comentamos algunos, sin orden de importancia porque eso es relativo y depende de las circunstancias.
Primero: No considerar el mercadeo como un departamento. El marketing es algo que todos, sin excepción, incluyendo clientes, proveedores, socios y competidores implementan para una organización; desde las instalaciones, que generan una imagen inicial, hasta el presidente y su junta directiva, hacen que se vivan experiencias, las cuales tienen que ser positivas memorables siempre, para lograr un mercado.
Segundo: Cumplir la norma 3-90 de las comunicaciones. El mundo vive desde hace casi un año especialmente, un ruido ensordecedor emitido por el desespero de muchos que gritan “cuídense, compren, no salgan, etc”. Es necesario mantener una estimulación adecuada, y para ello se debe trabajar de manera que cada tres días, mínimo, se recuerde lo que se transmite por alguno de los medios que se frecuentan por parte de los segmentos, y cada 90 días debe haber, al menos, una acción que involucre al cliente, sin ser intensos.
Tercero: Honrar el concepto ensayo y error. Las circunstancias del mercado actual, más que nunca antes, exigen la innovación o reinvención. Drucker dijo que siempre habrá que innovar para lograr unos niveles de sostenibilidad y rentabilidad adecuados.
Cuarto: Persistir, con mente abierta. En todas las épocas y la actual no es excepción, se han tenido que enfrentar dificultades y tiempos tormentosos o caóticos, inclusive como los actuales; por eso hay que entender y aceptar que siempre, y especialmente de los errores, se aprende, y que no se puede suspender el proceso de ensayo y error, entendiendo que siempre no se podrá ganar, y que hay que saber identificar cuándo actuar o retirarse a tiempo. Los grandes éxitos no han estado nunca libres de problemas.
Quinto: Alimentar el túnel de los clientes y prospectos. Niñez, juventud, adultez y ancianidad, podría decirse que son las cuatro etapas del ser humano, y siempre lo serán. En el mercadeo se habla de sospechosos, prospectos, clientes y evangelistas, como los pasos por los cuales pasa una persona para convertirse en un multiplicador. Hoy, en medio de la competencia y la incertidumbre que se vive, debe comenzarse desde la infancia, sin sobrepasarse, por lo que el túnel de los prospectos debe mantenerse siempre bien alimentado.
Sexto: Crear el tiempo adecuado para los clientes. Los seres humanos destinan el tiempo que mejor consideran para la oferta o propuesta que se les hace. Por lo tanto, la gente de mercadeo debe identificar qué tiempo es el mejor para cada cliente, o segmento, y hacer de ello algo especial y valor, para que se dé una recordación memorable positiva. Para ello hay que saber identificar lo que ha sido llamado el estado de la demanda, o sea las circunstancias que vive el cliente en el momento de actuar.