Para acceder a Bard en EE.UU. y Reino Unido hay lista de espera, por lo que el acceso al chatbot no será inmediato y habrá que armarse necesariamente de paciencia.
Consciente de que la popularidad de ChatGPT sube como la espuma y está además muy lejos de tocar techo, Google ha decidido hacer público el acceso a su inteligencia artificial Bard en Estados Unidos y Reino Unido.
En estos dos países cualquier usuario que lo desee podrá solicitar acceso a la IA conversacional de Google, que como ChatGPT es capaz de dar respuesta a cualquier pregunta y crear y resumir textos.
Para acceder a Bard hay, no obstante, lista de espera, por lo que el acceso al chatbot no será inmediato y habrá que armarse necesariamente de paciencia.
Bard echa anclas en el modelo de lenguaje de Google LaMDA, que ha sido especialmente adaptado al nuevo producto de la compañía de Mountain View.
La IA conversacional de Google agasaja al usuario con una experiencia similar a la que brinda el cada vez más ubicuo ChatGPT. A Bard podemos pedirle consejos, que escriba textos rigiéndose por una serie de parámetros o que explique física cuántica de manera accesible para todo el mundo.
Bard se descuelga con tres respuestas simultáneas por cada consulta formulada por el usuario valiéndose de tonos diferentes. Algunas de sus respuestas están permeadas de más creatividad, mientras que otras son más directas y escuetas.
Google califica, no obstante, Bard de mero «experimento» y enfatiza que no nace con el último objetivo de reemplazar a las búsquedas tradicionales sino con el ánimo de erigirse en un asistente para «espolear la creatividad».
La compañía hace asimismo hincapié en que su IA no es ajena a los errores y puede en algunos casos «alucinar» e inventar datos.
«Estos modelos de lenguaje son una tecnología emocionante pero no están exentos de defectos. Por ejemplo, debido a que aprenden de una amplia gama de información que refleja sesgos y estereotipos del mundo real, a veces los aplica a sus resultados. Pueden proporcionar también información inexacta, engañosa o falsa aunque la presenten con confianza», dice Google en su blog corporativo.
Bard llegará previsiblemente a más países en el transcurso de los próximos meses
Por esta razón, y a fin de contrarrestar estos problemas, Bard incluye un botón para realizar búsquedas tradicionales en Google si el chatbot pone sobre la mesa información de naturaleza dudosa y es preciso contrastar datos.
Al igual que sucede con otros chatbots, en Bard pueden llegar aflorar personalidades extremas si se embarca en sesiones prolongadas de conversación. Google ha tomado precisamente por ello la determinación de restringir el número de interacciones consecutivas con Bard, que transcurrido un tiempo olvida todo lo anterior y inicia una conversación totalmente nueva.
El acceso a Bard está por ahora limitado a Estados Unidos y Reino Unido, aunque Google tiene previsto expandir esta funcionalidad a más países en el transcurso de los próximos meses.
La furiosa entrada en escena de ChatGPT ha añadido muchísima presión a Google, pues muchos expertos aventuran que los chatbots serán en el futuro la forma natural de buscar información en la red de redes. Si tales predicciones se cumplen, Google vería peligrar su reinado absoluto en el ámbito de las búsquedas, donde detenta actualmente el 90% del mercado.
Bing, que era hasta hace poco una suerte de paria en el universo de las búsquedas, ha pegado sustancialmente el estirón desde que el mes pasado decidiera integrar ChatGPT en sus dominios. Con la inestimable ayuda de la IA de OpenAI Bing ha logrado rebasar la barrera de los 100 millones de usuarios activos por primera vez en su historia.
Curiosamente y, aunque Microsoft y OpenAI han tomado la delantera a Google en el ámbito de los chatbots conversacionales, todas estas herramientas son deudoras de una tecnología desarrollada por la compañía de Mountain View. La mayor parte de los modelos de lenguaje agazapados en las entrañas de ChatGPT y compañía echan raíces en los denominados «transformadores», una arquitectura de redes neuronales alumbrada por Google en 2017 para mejorar la capacidad los motores de búsqueda de entender y expresarse en lenguaje natural.