Presentado por los estudiantes de Comportaminto del consumidor: Juan David Ocampo, Jaime Medina, María Paula García, Juan Manuel Montenegro, Miguel Ángel Zambran0.
Pocos días después de que Gustavo Petro se posesionara como presidente de Colombia, luego de ganar las elecciones y enfrentarse contra Rodolfo Hernández en las urnas, el mandatario decidió presentar su primer proyecto reformista, con el que buscó garantizar la viabilidad de varios de sus proyectos sociales. La reforma tributaria aumentó la carga de impuestos a algunos sectores del comercio también a los consumidores finales.
Entre los nuevos impuestos que el Gobierno estableció para los consumidores colombianos se encuentran dos muy importantes. Estos aumentan no solo la carga tributaria en los hogares, también afectarían los bolsillos de los hogares más desfavorecidos. Se trata del nuevo impuesto saludable, que empezaría a gravar varios alimentos y bebidas que los colombianos consumen a diario, dependiendo de sus niveles de azúcar y sodio. Entre estos, se encuentran gaseosas, jugos artificiales y todo tipo de galguerías como papas fritas y ponqués.
En Colombia, los impuestos sobre los alimentos azucarados han sido objeto de debate en los últimos años. El gobierno implementó medidas para gravar estos productos con el objetivo de reducir el consumo de azúcar y promover hábitos alimenticios más saludables. Esta política busca no solo aumentar los ingresos fiscales, sino también abordar preocupaciones de salud pública, como la obesidad y las enfermedades relacionadas con el consumo excesivo de azúcar. Sin embargo, estas medidas también han generado controversia, con argumentos a favor y en contra, mientras el país continúa evaluando el impacto de estas políticas en la salud de la población y la economía.
Asimismo, los productos con exceso de azúcares u otros edulcorantes, sodio, grasas trans y saturadas verán aumentados sus precios a causa de esta tasa y deberán lucir un “sello frontal de advertencia” -es decir, una inscripción visible en el exterior del envase. Esta etiqueta, homologada por la Organización Panamericana de la Salud y por la OMS, es un símbolo octogonal con fondo negro. La industria ha tratado de imponer resistencia durante los últimos años a la instauración de tributos de este tipo y se alega el escaso límite de beneficios que podría suponer para los pequeños comerciantes, que tienen más dificultades para ajustar los precios.
Si bien la idea de gravar los alimentos ultra procesados puede tener como objetivo promover una alimentación más saludable, es importante abordar estos problemas potenciales y considerar cuidadosamente cómo se implementaría dicho impuesto, qué productos se verían afectados y cómo se mitigarán sus impactos negativos, especialmente en los grupos más vulnerables de la sociedad.