Por qué Netflix y compañía están “amordazando” las bandas sonoras de las series más icónicas
Quienes son suficientemente talludos para haber nacido antes del siglo XXI llevan apercibiéndose desde hace algún tiempo de un curioso fenómeno al que no dan crédito sus oídos (donde hunde raíces en buena medida la nostalgia en la que tanto les gusta retozar a quienes rebasan cierta edad). Al volver a contemplar series icónicas como Expendiente X, Buffy Cazavampiros, Las chicas Gilmore, Sobrenatural, Dawson crece o Cómo conocí a vuestra madre muchos de los que vieron por primera vez estas producciones televisivas en los años 90 y 2000 están descubriendo que no suenan no igual que antes. Y no son los diálogos los que han cambiado. Es la música la que es ahora radicalmente distinta.
Pero, ¿por qué suenan de repente diferente tan legendarias series? La respuesta a esta pregunta pasa por los cambios absolutamente drásticos que se han producido en el sistema de «royalties» que vela por los derechos de autor de la música que se abre paso en series y películas y que han sido propiciados por la estruendosa entrada en escena de las plataformas de vídeo en streaming.
Debido a los complejísimos acuerdos que hay parapetados tras los permisos de comercialización de las series de televisión en Netflix y compañía, cada vez que una producción televisiva se añade a una plataforma de vídeo en streaming, hay determinados temas musicales que se quedan fuera de los permisos de comercialización (y no pueden, por ende, emitirse).
Ello nos coloca frente a una curiosa paradoja, pues aun cuando la nueva era digital pone a nuestra disposición casi cualquier material audiovisual producido con anterioridad, se antoja imposible preservarlo tal y como vio la luz originalmente. Y coloca además bajo los focos un problema de primerísimo orden: los responsables de las bandas sonoras que se escuchan en muchas series de televisión siguen luchando por ganarse la vida dignamente haciendo música.
Las plataformas de vídeo en streaming han cambiado radicalmente el sistema de «royalties» por el que se rige la música que suena en series y películas
Aun cuando la mayor parte de las plataformas de vídeo en streaming contemplan como algo absolutamente baladí que en algunos «shows» dejen de escucharse determinadas canciones, lo cierto es que el resultado final horada no solo los bolsillos de los compositores sino también la calidad de las series víctimas de semejante ultraje.
Antes, cuando los compositores ponían sus obras a disposición de series como Seinfield se acogían a un sistema de «royalties» que huía de los pagos únicos y les remuneraba anualmente por la reproducción de sus canciones. Actualmente ese sistema es mucho menos frecuente y cuando un compositor trabaja para Netflix, la empresa de Los Gatos le abona generalmente un único pago y se queda con el derecho de sus obras, explica el compositor Nick Audy en declaraciones a Fast Company.
En el hecho de que cada vez más producciones audiovisuales sean huérfanas de bandas sonoras verdaderamente vibrantes se dan cita tres factores (que juegan a todas luces en su contra): el cambio en el sistema de «royalties», la manera en que se archivan en la red de redes viejos títulos y el frenesí con el que recalan nuevas series y películas en Netflix y otras plataformas de vídeo en streaming. Y puede que de vez en cuando sigan escuchándose aún canciones emblemáticas en este tipo de plataformas, pero cuando lo hacen, es habitualmente porque forman de un «pool» de temas cuyos derechos ya detentan previamente Netflix y compañía.
De acuerdo con Audy, la música que se escucha actualmente en las plataformas de vídeo en streaming es fundamentalmente de dos tipos: música que se encarga ad hoc a un compositor en particular y música de «stock».
El nuevo sistema de «royalties» por el que se rige la música en los servicios de música en streaming deja lógicamente muy desprotegidos a los compositores, que tienen, sin embargo, muy pocas opciones de ejercer presión porque son huérfanos de sindicatos que velen por sus intereses.
Detrás de los cambios efectuados en las bandas sonoras de series de televisión antiguas están, de todos modos, no solo las plataformas de vídeo en streaming. Algunas canciones están desapareciendo de series mítica simple y únicamente porque el estudio que las produjo jamás imaginó que tales temas necesitarían vivir para siempre alojados en las librerías de las plataformas de vídeo en streaming.
¿Es ahora más anodina que antes la música que se abre paso en las series de televisión?
Conviene, por otra parte, hacer notar que los cambios en las bandas sonoras de series como Las chicas Gilmore no son idénticos en todos los países. En Estados Unidos, por ejemplo, el tema principal que la famosa serie estadounidense se mantiene inalterable, pero no así en Sudamérica, donde sí se han introducido modificaciones.
Además, de los cambios son víctimas no solo «shows» producidos en Estados Unidos. En su Japón natal el «reality show» nipón Terrace House procura cobijo en su banda sonora a temas de Taylor Swift y CHVRCHES. Sin embargo, en Estados Unidos suena, por el contrario, música de «stock» (probablemente porque los creadores de este programa jamás pensaron que su creación iba a estar perpetuamente alojada en las librerías de las plataformas de vídeo en streaming y se decantaron originalmente por un sistema de «royalties» mucho más restringido).
De acuerdo con la supervisora musical Jules Zucker, las plataformas de vídeo en streaming están pisoteando vilmente del trabajo de músicos y compositores. Pero la culpa no es atruible única y exclusivamente a Netflix y compañía. También la audiencia, que se ha malacostumbrado a tener casi cualquier contenido de manera inmediata al alcance de la mano, es parcialmente culpable. «La gente se cree con derecho a todo por abonar una pequeña cuota mensual a las plataformas de vídeo en streaming, pero esta forma de actuar está afectando a la postre a los emolumentos que los músicos perciben por su trabajo», denuncia Zucker en declaraciones a Fast Company.
El cambio en el sistema de «royalties» de la música que recala en las películas y en las series de televisión estaría afectando asimismo de manera negativa a la calidad de la música (generalmente anodina) que se abre paso en las plataformas de vídeo en streaming.
A juicio del compositor y crítico cultural Sean T. Collins, el arte de elaborar buenas bandas sonoras para las series de televisión es hoy en día un arte en peligro de extinción. Y pone como ejemplo la elección (en modo alguno obvia) del tema «Don’t Stop Believing» en el episodio final de Los Soprano. Decantarse por esta canción fue una elección arriesgada, pero las series actuales no están dispuestas a asumir tantos riesgos (si bien series como Euphoria y Fallout demuestran que el arte de las bandas sonoras en televisión no está en realidad tan devaluado como parece a bote pronto).
Collins es en todo caso pesimista y aventura que quizás dentro de 20 años será virtualmente imposible no solo hallar las bandas sonoras originales de las series televisivas más icónicas sino también recordar temas mínimamente interesantes que suenen en producciones actuales.
Fuente: https://www.marketingdirecto.com/anunciantes-general/medios/streaming-muteando-bandas-sonoras-series-iconicas