Ramírez, M., Prada, S. – Museo de la inmigración

Museo de la inmigración

 Por: Mariana Ramírez & Sara Prada

El Museo de la Inmigración y Centro de Arte Contemporáneo – MUNTREF nos muestra cómo en sus inicios el museo funcionó más que como un hotel, este era un foco de una política diseñada para ser un país migratoriamente permisivo. En 1974 se convirtió en el Museo de la inmigración, dada su importancia histórica, cultural, social y económica. Esta iniciativa tenía como objetivo revivir las circunstancias del hecho histórico de la inmigración en Argentina, mostrando las etapas que éste había tenido como: el viaje, la llegada, la inserción y el legado.

El Museo muestra las diferentes funciones del hotel, como era: recibir inmigrantes en el puerto, el albergue, el centro de salud, y además de la estancia, el hotel se encargaba de la coordinación para conseguir el empleo y la residencia de las personas que llegaban. Es importante mencionar, que Argentina en ese entonces era un gran destino para los inmigrantes porque contaba con un muy buen estilo de vida, porque muchas de las personas que viajaban, que se estiman que entre 1820 y 1924 viajaron unas 55 millones de personas a las Américas, lo hacían con la esperanza de encontrar materias primas, mercados para sus productos y nuevas tierras. Además de esto, el continente Americano les ofrecía a las personas menos favorecidas, la posibilidad de acceder a la tierra, a mejores salarios y un mejor nivel de vida.

Después de la guerra contra Paraguay (1865-1870), Argentina perdió 50.000  hombres en la guerra, más de 500 millones de pesos y después del regreso de las tropas, se trajo a Buenos Aires una terrible epidemia de fiebre amarilla contraída por los soldados en la guerra que dejaría un saldo de trece mil personas fallecidas. Esto hizo que las políticas del país se direccionaran a buscar nueva mano de obra y familias, especialmente hombres para repoblar el país y el sector productivo.

Esta invitación estableció los cimientos del país, puesto que al haber personas de otras partes del mundo, sobre todo de España e Italia, en este caso particular, se creaban prácticas sociales donde había que recibir a un “otro” y acogerlo, y donde se empezaba a ver una mezcla cultural. Las corrientes inmigratorias modelaron notablemente la conformación cultural y poblacional de Argentina, y sobre todo la ciudad de Buenos Aires, que era el centro receptor de estos nuevos ciudadanos. A los inmigrantes se les pedía 3 documentos esenciales para poder vivir en el país: antecedentes penales, un certificado de no mendicidad y un certificado de buena conducta para el trabajo.

El viaje desde Europa se demoraba un mes y las condiciones en las que viajaban en los barcos estaban directamente relacionadas con su poder adquisitivo, la organización era por clase social. Solía presentarse hacinamiento porque sobrevendían los tiquetes de los barcos. La organización por clases solo se daba en el barco, ya que al llegar al hotel los inmigrantes estaban en igualdad de condiciones, dicho hotel tenía capacidad para 3000 personas.

(Ilustración división de clases en una embarcación)

Una vez llegaban al hotel, la división dejaba de ser por clases y pasaba a ser por género, donde las mujeres y los niños menores de 14 años dormían separados de los hombres, esto para favorecer la organización. El hotel se encargaba de casi todas las tareas, menos el lavado de la ropa, que debían hacer los huéspedes. Normalmente, los inmigrantes se quedaban en el hotel de cinco a siete días, que era lo que demoraba aproximadamente conseguir trabajo. Los hombres debían levantarse más temprano, desayunar y salir todos los días a buscar empleo, mientras que las mujeres se quedaban en el hotel tomando cursos y cuidando de los niños. Además de obtener buenos trabajos, los inmigrantes lograban conseguir educación gratuita para sus hijos.

El hotel llevaba un exhaustivo registro de todas las personas que llegaban, donde anotaban todos sus datos personales, incluyendo su religión, más adelante, en la década de los 30, al estar alrededor del mundo la amenaza comunista, se les empezó a pedir a los inmigrantes su afiliación política para no correr el riesgo de que algún inmigrante fuera un revolucionario profesional.

El hotel era muy parecido a un hospital, esto con el propósito de mantener la higiene, teniendo en cuenta que para la época no existían vacunas para las diferentes epidemias y con las olas migratorias se propagaron enfermedades provenientes de Europa. Por lo que cuando un pasajero venía enfermo se hacía pasar cuarentena a toda la embarcación en la Isla Martín García.

Nos pareció muy interesante el museo porque actualmente se ve fuertemente la influencia europea en Argentina, en cuanto a la arquitectura, la cultura, la gastronomía y el fenotipo de la ciudadanía. Además de esto, las instalaciones y exposiciones del MUNTREF que incluyen fotografías, documentos, y pertenencias como televisores, gafas, maletas, etc., nos permiten hacernos una idea de cómo eran las circunstancias en las que llegaban las personas y la atención que se les daba cuando llegaban al país. Nos fuimos del museo profundamente agradecidas con la oportunidad de conocer un lugar que nos enseñó tanto sobre temas tan importantes para la construcción histórica de un país como lo es la inmigración.

 

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