Por: Camila Andrea Castaño Castro
Mi viaje a Bogotá, motivado por el Study Tour fue, entre muchas cosas, una experiencia enriquecedora, que me permitió conectar y sentir mucho más empapada de la historia de mi país, el funcionamiento de las ramas de poder y la versatilidad de mi carrera profesional. Ahora bien, el viaje vislumbra, con visitas a la Casa Florero, el museo de Bogotá y el museo nacional, varios hechos de la vida política del país, que hasta el día de hoy son importantes en nuestra construcción de Estado.
Tomando en cuenta esto, uno de los momentos exactos de la vida política colombiana que me causó bastante intriga fue su independencia, desde que tengo uso de razón siempre se nos habló de este hecho en las escuelas por encima de lo que, si se le presta atención más a fondo, representó esa riña al mediodía en una pequeña casa española de antigüedades, causada por un florero, que trae consigo todo un simbolismo y significación del mensaje de revolución que se quería llegar en la época, mostrando así que desde ya en esas épocas el lenguaje político tenía un gran poder para cambiar la arena política nacional.
Por otro lado, otro tema bastante presente en dichos museos, son la capacidad de manifestación popular, que viene consigo con el Bogotazo de 1949, hasta el paro nacional (2020-2021), que por el lado del primero fue una manifestación que al ser más centralizado sólo en Bogotá, tuvo un impacto significativo para dicha ciudad y fue la definición de una protesta desordenada, que apresar de que al igual de la protesta de 2021, estaba motivado por un sentimiento de oposición hacia el gobierno de turno, no tuvo la misma organización ni planificación que la protesta del 2021, que fue, si bien tuvo su momento de desorganización y escándalo social, también tuvo un sentido de colectividad mucho más amplio y una resistencia a la represión mayor.