Archivo del Autor: Isabel Mancera Caldas
Sábado, de Ian McEwan. Anagrama. 2005.
Dramaturgos de la talla de Chejov y Pinter labraron en siglos anteriores una escena corrosiva en contra del realismo: una pequeña familia burguesa reunida en casa goza de su condición y riqueza; de repente, tocan a la puerta y la realidad irrumpe en la sala. Sigue leyendo
El 41 Salón Nacional de Artistas en Cali: imágenes, impresiones y huellas indelebles
El paso del Salón Nacional de Artistas por Cali en Noviembre de 2008, sin duda dejó algunas huellas. Huellas en los lugares de la ciudad que ocupó y resignificó, entre los que se destaca la sede antigua del Colegio La Sagrada Familia en el barrio El Peñón; pero sobre todo huellas en la memoria de los visitantes y espectadores de las obras que allí se exhibieron. Quiero referirme en particular a dos obras que capturaron mi mirada y dejaron en mi memoria algunas huellas indelebles.
La capilla ubicada en el segundo piso del Colegio La Sagrada Familia acogió la obra del artista bogotano José Alejandro Restrepo. Su video instalación Variaciones sobre el Santo Job, enmarcada en el eje curatorial llamado Representación/presentación, ocupó este espacio, una vez vaciado todo su contenido religioso. Suponemos que el altar, los vitrales, muebles, crucifijos, íconos y demás objetos propios de una capilla partieron del lugar junto con las monjas que habitaron el colegio durante varias décadas. Sigue leyendo
El muro de los lamentos: el Club San Fernando de Cali (1930-2007)
Dicen que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo; más a menudo de lo que uno cree o suele aceptar, sucede que si no se tiene o no se hace uso de la memoria, puede que ni siquiera uno se dé cuenta de ello.
Memoria y Olvido son dos caras de una misma moneda. La Historia, que separa dichas caras, suele tener escaso interés para una ciudad que no quiere preguntarse por su pasado. Existe el temor, cuando no el rechazo, a recordar; no porque el pasado sea siempre mejor, sino porque no se quiere aceptar que si el presente nos decepciona, es porque nos hemos quedado demasiado tiempo añorando el pasado. Si por el contrario el presente nos parece fabuloso, ocurre que nadie quiere reconocer lo que su esplendor le debe al pasado.
Quizá esta doble circunstancia explique la ausencia de una historia de la arquitectura y el urbanismo en Cali: no tenemos claro qué vale la pena recordar ni qué es imperativo preservar. Es difícil hablar de las bondades o desventuras de las obras de arquitectura cuando ellas ya no están presentes entre nosotros. Cuando forman parte de nuestra cotidianidad simplemente “están allí”, siempre han estado, pero no siempre lo estarán. Sigue leyendo
Porque están en españolete
Cuándo la profesora, con un tono entre curioso y acusatorio preguntó por qué no leíamos más libros, un amigo solo atinó a responder la frase que titula este artículo: “porque están en españolete”. Asumo que los lectores saben que con la palabra “españolete” mi amigo se refería al el español que hablan en España: el español en el que se dicen cosas como, “¡Cómo mola!” o “¡Está muy guay!” para referirse a algo que les gusta. Así pues que… Sigue leyendo
Las aventuras inconclusas de los swinger: o nuestro modo de pasarla bueno
Antes de entrar a un bar swinger uno le teme a dos cosas: a no gustarle a nadie y a gustarle a alguien. En el primer caso corre uno el riesgo de regresar a casa con el ego aplastado. Pero por fortuna no se regresa sola. En el mundo swinger no se va sola a citas a ciegas y no se enfrenta sola la molestia de la mañana siguiente después de… Lo sabroso de la vida swinger es que uno pasa por ésas con el otro, en una suerte de destino compartido que resuelve parte de la angustia. “Por lo menos voy con alguien a quien le gusto”, me dije cancelando el tema. Sigue leyendo
En memoria de la arquitectura: Túnel Azul (ca.1975-2007)
A la memoria de Gloria Fernanda Gómez y Mary Pereira
La muerte es un motivo para hablar de la vida. Y en el caso de la vida de un edificio, significa hablar de las vidas de un arquitecto y de sus clientes. Es describir la satisfacción de quienes superan el espinoso tema contractual, monetario, para hablar de los sueños y darles forma tangible. O denunciar el fracaso. Es a la construcción de esos sueños a los que llamamos arquitectura, la disciplina que hace que de repente ciertas personas dejen de ser anónimas para nosotros y para la posteridad. Ejercicio de la memoria al que nos invita Marcel Proust cuando en La muerte de las catedrales nos habla de las catedrales góticas como los libros de los ritos. Sigue leyendo