Very Friendly

Ian Brady y Myra Hindley asesinaron a Edward Evans el 6 de octubre de 1965. Ian Brady usó un hacha y un cable. Myra Hindley preparó té. La madre de Myra Hindley dormía en el segundo piso. Chocolate caliente y seconal sódico. Tres tabletas.

Un día cualquiera en Manchester

Música de fondo. El estruendo antagonista de Throbbing Gristle no es más que eso: simple musak. Genesis P-Orridge, Cosey Fanni Tutti, Peter Christopherson y Chris Carter no nos dejaron más que eso: música ambiental. Abrasiva, como corresponde a los días que corren. O que corrían: eran los setenta. Todo por inventar. Jon Savage, en sus palabras incluidas en 20 Jazz Funk Greats, lo entendió muy bien: no es más que basura. Tan seria y relevante como usted quiera hacerla. Porque bien podría tratarse de una broma. De mal gusto, claro. Throbbing Gristle ahora hace parte de algún canon musical. Dándole la espalda a los espectáculos enmarcados por pañales y tampones usados, la historia los ha convertido en “clásicos”. Sin Throbbing Gristle no se entendería el surgimiento de la música industrial—repiten. Como si fuese importante. Como si a ellos no les diese lo mismo.

Ha habido un a-a-a-sesinato

Continúa en Papel de Colgadura Vol. 4…

Por Diego Cagüeñas*

*Diego Cagüeñas ha estudiado varias cosas aunque no se note. Atribuye los males del país a la falta de conciertos decentes. Por eso, mientras espera que Leonard Cohen aterrice de emergencia en estas tierras y lo obliguemos a cantar, pasa el tiempo en una oficina del Departamento de Estudios Sociales.


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