El Grupo Creole & Hety and Zambo: Da Kings of Creole

Por Inge Valencia
¿Cómo dejar establecido que el Caribe es un mar histórico-económico principal, y además un meta-Archipiélago cultural sin centro y sin límites, un caos dentro del cual hay una isla que se repite incesantemente –cada copia distinta-, fundiendo y refundiendo materiales etnológicos como lo hace una nube con el vapor del agua?
Antonio Benítez Rojo
La isla que se repite

En el gran Caribe, que aparece en los mapas como un mar cerrado, donde un puente de islas conecta a Norteamérica con Suramérica, hay una pequeña región que otrora fue conocida como West Indies. Lugar de disputas imperiales, de corsarios y piratas, exploradores y cimarrones, la antigua West Indies o Caribe Occidental es una región construida a partir de las migraciones de variadas poblaciones. Sus intercambios han dado orígen a un pueblo poseedor de una historia y cultura propia, que entre otras cosas reconoce ritmos como el calypso y el reggae como parte del repertorio de su música tradicional. Ambos, aunque diferentes entre sí, se caracterizan por incluir elementos provenientes de tradiciones musicales inglesas y africanas que en su encuentro han logrado fundirse y transformarse para convertirse en ritmos musicales del Caribe Occidental. Esta región se afianza a mediados del siglo XIX, cuando a partir de la abolición de la esclavitud, se dieron fuertes movimientos migratorios de poblaciones que se dispersaron por islas como Jamaica, San Andrés y Providencia, Cayman, las islas Mangle y las de la Bahía tanto como por diferentes lugares del istmo de América Central como Puerto Limón en Costa Rica, Bocas del Toro y Colón en Panamá o Bluefields en Nicaragua. Entendemos que bajo esta idea de cultura compartida, hay toda una historia y memoria común que reúne a calvinistas provenientes de Inglaterra, expedicionarios coloniales españoles, franceses e ingleses, esclavos originarios del golfo de Benin en el África Occidental, insurrectos y liberados, que en sus movimientos permitieron consolidar un pueblo que hoy es denominado la diáspora creole anglófona del Caribe occidental. San Andrés, Providencia y Santa Catalina comparten esta historia tejida por las migraciones, las cuales han logrado expresarse con mucha fuerza en las tradiciones culturales de este Caribe Occidental.
Tal vez por esta razón, al escuchar ciertas agrupaciones musicales y cantantes de San Andrés y Providencia encontramos una cercanía entre la música de Jamaica, de las islas Cayman, de Bluefields en Nicaragua, o Colón en Panamá. Los ritmos se diluyen en su familiaridad y para el oyente del común es difícil determinar con exactitud su proveniencia. No es sorpresa entonces que San Andrés y Providencia sean una plaza visitada por artistas como Los Wailers, originarios de Jamaica, quienes por muchos años acompañaron a Bob Marley o el fallecido Lucky Dube, quien a pesar de haber nacido en Johannesburgo fue un artista muy importante de la escena del reggae y de esta región. Así que la familiaridad entre ritmos y lugares no es solo una cuestión de cercanía regional en términos geográficos, sino de ritmos musicales ligados a una lengua y una cultura compartida que pervive y establece lazos comunes.
Centrar la atención en la música nos ayuda a comprender que lo que ha dado unidad a este  territorio es la cultura compartida por los pueblos que habitan el Caribe Occidental. A pesar de las distancias y del aislamiento en que viven muchas de estas poblaciones, hay una misma cultura que se expresa al compartir un modo de vida marcado por rasgos como la religiosidad -que para este caso sería el credo bautista- y una lengua propia: el inglés caribeño y el creole. Esta último evidencia la historia colonial de la región al ser resultado del encuentro entre el inglés de los primeros colonizadores y las adaptaciones que le hacen los esclavos africanos.
Y ese es precisamente uno de los aspectos que quiero rescatar al recomendar dos agrupaciones de San Andrés Isla que han escogido cantar en creole para expresarse y a la vez comunicar algunas particularidades de la realidad del las islas. Podría nombrar muchas agrupaciones de San Andrés y Providencia como Ben Green and the Bananas, Magical Beat, o las Celis Sisters, pero en este caso quiero referirme a dos grupos que además de lograr posicionar la música hecha en el Archipiélago, han logrado revitalizar la lengua propia de las islas. Ellos son el grupo Creole y el dúo Hety y Zambo.
“Hold On” Creole
Creole es una agrupación conformada por músicos isleños que recoge los sonidos tradicionales de la herencia inglesa de las islas como el shottish, la polka y el quadrille, y los funde con ritmos propios nacidos en el Caribe como el mento y el calypso. El grupo se declara una unión entre el ayer y el hoy, entre sonidos tradicionales y otros más contemporáneos. Para su interpretación Creole utiliza instrumentos que llegaron a las islas como la mandolina, la guitarra y las maracas, pero también utiliza otros que nacieron del ingenio isleño, como la quijada de caballo y el tináfono o tub bass: una tina con un palo y una cuerda que se templa para convertirse en bajo, que se dice, en el día era utilizado por las mujeres para lavar y en las noches los hombres lo utilizaban como instrumento musical.
A estos instrumentos tradicionales se les ha sumado una percusión, anteriormente ausente. En el Archipiélago, a diferencia de otros lugares donde también existió la esclavitud, el tambor fue prohibido por el régimen esclavista. Hoy Creole revitaliza la música tradicional isleña introduciendo la percusión. “Metimos el tambor porque no tenemos que seguir sometidos. Es demasiado importante para dejarlo guardado” dice Felix Mitchell, integrante y guitarra líder. Así los sonidos tradicionales en compañía del tambor y de otra percusión como la batería, se funden con otros sonidos más contemporáneos, con lo cual Creole ha logrado dar a conocer ritmos y problemas propios de las islas.
El calypso siempre ha estado marcado por letras llenas humor, que Creole ha buscado utilizar para dar a conocer la profunda preocupación que tiene el grupo por la crisis que viven las islas. En su primer trabajo –Hold On– lanzado en mayo de 2004, encontramos temas que le cantan a su realidad socio-cultural. Por ejemplo en la canción Paña Man, palabra con la que los isleños coloquialmente llaman a los provenientes del continente, Creole le canta a lo que ha significado el choque cultural entre isleños y pañamanes. Canciones como Jail them, hablan de grandes problemas como la corrupción y la actual sobrepoblación. El título de su albúm Hold On significa “persevera”, que para Mitchell, hace referencia a la necesidad de aguantar y perseverar frente a los problemas que ha traído una crisis que lleva más de quince años.
El grupo está conformado por Felix Mitchell, quien ha compuesto la mayoría de las canciones; Leodan Grenard Archbold toca la quijada de caballo, Alex Martínez Pomare el tináfono, Fandor Barker Grenard las maracas, Marlon Acosta Pomare la mandolina y Elkin Miles Drake y Orlin Grenard Bent las guitarras. Los apellidos de sus integrantes dan cuenta de las herencias, claramente ligadas a apellidos y nombres de origen inglés, que además pueden ser rastreables en los lazos familiares extendidos por toda la región.
Creole guarda un cierto canon en lo que corresponde a la música tradicional pero introduce nuevos elementos como la percusión o algunas mezclas que han permitido esa unión entre el hoy y el ayer. Su sonido fresco y revitalizado ha hecho que sea bien recibido tanto por los jóvenes como las generaciones mayores y lo más importante: ha logrado que tanto el creole como los problemas de las islas sean conocidos a nivel nacional e internacional. Un dato curioso para cerrar: a pesar del desconocimiento de Creole en el ámbito musical nacional, para fin de 2004 la revista Rolling Stone reseñó el álbum Hold On y lo calificó con cuatro estrellas gracias a la calidad de su producción musical.
“Dreams can com tru” Hety y Zambo
Hety y Zambo son dos jóvenes de San Andrés que en los últimos años han logrado difundir el uso del creole cantando sobre cuestiones de la vida cotidiana. No en vano este dúo se hace llamar los Kings of Creole. Su álbum Dreams can come tru lanzado en el 2009 es una muestra de los sonidos más jóvenes que se están haciendo en el Archipiélago. Su propuesta se caracteriza por tomar elementos del dance hall para ser mezclados con sonidos caribeños como el souk y el calypso. Es importante mencionar que el dance hall puede considerarse como un ritmo nuevo que nace del reggae y consiste en montar mezclas hechas en sound systems sobre pistas clásicas de este género musical. Lo menciono, no porque el dance hall tenga un carácter tradicional, pero sí por la amplia difusión, aceptación y acogida que tiene en la región. Todo esto, unido a mezclas novedosas y letras pegajosas, ha permitido el posicionamiento de este dúo en el ámbito nacional.
Muchas de las canciones interpretadas por Hety y Zambo hablan de la cotidianidad de la vida de los jóvenes y de las islas. Hyper por ejemplo cuenta de las motos y cómo los mejores al volante se convierten en leyendas locales. No obstante, también hay un espacio dedicado a la preocupación sobre la realidad social y cultural del Archipiélago. Canciones como Proud hacen un llamado al orgullo por la cultura y la lengua propia y enuncian problemáticas ligadas a la reivindicación identitaria de la población isleña-raizal. Otros temas como Mi bunky hablan de relaciones amorosas a partir de letras coloquiales retomando las cuerdas tradicionales de la guitarra y la mandolina, en una clara alusión a la música tradicional de las islas. Aquí lo que se mezcla son las voces de Hety y Zambo con la colaboración de DJs de San Andrés como DJ Buxi o S.A. Finest. Es de resaltar Mama don´t cry, una canción escrita después de la muerte de la madre de Hety, donde sobresalen los coros de música gospel, que dan cuenta de otra de las particularidades culturales de esta población: la adopción del credo bautista y la  utilización de la música como una expresión de la religión.
Además de cantar en creole, podría decirse que Hety y Zambo le apuestan a popularizar la escritura de esta lengua. Esto lo podemos ver en el título del albúm Dreams can come tru o en otros títulos de canciones como Inna di canna, Neva try o Wi rule di eria que se destacan como un intento de fortalecimiento del uso y legitimidad de la lengua, no solo a través de la oralidad sino también a través de la escritura. Esfuerzos que no son aislados y que se suman a otras propuestas de masificación de la lengua como puede ser la gramática realizada por la Universidad Cristiana, o las clases de creole, tanto hablado como escrito impartidas por ORFA (Organización Raizal fuera del Archipiélago) que demuestran la actual preocupación, no solo por conservar sino valorar y difundir la lengua dentro y fuera del país.
Conociedo la propuesta de Dreams can come tru se evidencia uno de los aspectos más interesantes de Hety y Zambo. Su capacidad de enviar mensajes sobre la vida de las islas, la cotidianidad y otros hechos más relevantes, como el fortalecimiento de la propia identidad a través del uso del creole, apelando a a canales de fuerte difusión como la música dance hall, son parte de la atractiva esencia del dúo.
La importancia de grupos como Creole o Hety y Zambo radica en lograr masificar y fortalecer el creole a través de la música, utilizando ritmos de amplia difusión como el calypso, el reggae y el dance hall. Pero también en que permiten recordar la existencia de una memoria y una historia común entre los pueblos que han habitado el Caribe Occidental. En este territorio construido a partir de las migraciones y de los intercambios comerciales y familiares, hoy la fragmentación es inminente frente a la restricción a la libre circulación de personas o el cumplimiento a las fronteras de los actuales estados. Y tal vez ese puede ser otro gran aporte de estos grupos que han decidido cantar en su lengua: recordar que los pueblos existen y establecen relaciones más allá de las fronteras políticas y geográficas.

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