Archivo mensual: enero 2011
Sábado, de Ian McEwan. Anagrama. 2005.
Dramaturgos de la talla de Chejov y Pinter labraron en siglos anteriores una escena corrosiva en contra del realismo: una pequeña familia burguesa reunida en casa goza de su condición y riqueza; de repente, tocan a la puerta y la realidad irrumpe en la sala. Sigue leyendo
Masala chai para toda ocasión
1. Chai es la palabra con que se le conoce al té en el Asia del sur.
2. Masala es una palabra india. Significa mezcla de especias.
3. Masala chai = té (negro) + mezcla de especias + leche + azúcar.
4. Se bebe frío o caliente.
5. Es delicioso.
6. Prepararlo es laborioso pero el resultado es realmente especial
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Larry tragamonedas
Larry se incorporó con dificultad y vomitó un poco. La cabeza le ardía y sentía el cuerpo ensopado en un sudor que olía a alcohol y a orines. El día no había empezado nada mal.
Hacía un calor de mil demonios. El asfalto parecía derretirse a lo lejos y el sol brillaba implacable en lo alto; era medio día. Larry casi no podía ver en medio de tanta luz. Le dolían los ojos. A su lado distinguió vagamente una botella de cerveza. Sonrió al instante, la cogió y se la llevó a la boca. Estaba hirviendo y su sabor era espeluznante. Larry se sintió reconfortado.
Antes de terminar lo poco que quedaba de la cerveza, vio que un perro callejero se le acercaba. Se dirigió al vómito y lo lamió un buen rato. “¡Wow!” pensó, “el mundo si es verdaderamente absurdo”, y se echó a reír a carcajadas. Estaba de maravilla.
El perro se volteó y trató de orinar sobre el costado derecho de Larry. Él lo empujó con fuerza y el perro le peló rabiosamente los dientes. Luego se fue a orinar a otro lado y siguió su camino. Larry sabía que si seguía sentado ahí, en ese andén, tarde o temprano se insolaría, pero no le importó. Aceptaba su dolor pues se sabía culpable del mismo y esto lo hacía sentir poderoso. Él decidía sobre su propio flagelo y se responsabilizaba de su decadencia. “¡Soy un miserable, pero consciente! ¡Mi destino me pertenece!” gritaba a veces por ahí cuando estaba bien borracho. La gente lo creía un loco, un borrachín indeseable. Larry se creía un adelantado.
El tipo no era un indigente ni mucho menos. Recibía una renta mensual gracias a una herencia que le había dejado una tía y que le alcanzaba para vestirse y comer bien. También para beber alcohol y tener mujeres de vez en cuando.
Ese día estaba fatal pero bien vestido. La noche anterior se había tirado a una chica que andaba buscando algún burro que la mantuviera por lo alto. Él ya sabía cómo eran estas mujeres, así que se hizo el tonto y dejó que ella actuara. Él sólo sacaba los billetes para el licor. Lo demás fue esperar.
¿Cómo había llegado a ese lugar al día siguiente? No lo sabía pero tampoco le importaba. Sentado, mirándose la punta del zapato, sintió una sombra que lo iba cubriendo. Era un hombrecillo reluciente. Zapatos bien lustrados, pantalón de lino y camisa por dentro. Llevaba un libro negro en su mano izquierda: La Biblia.
– “Hermano mío, Dios es omnipresente, omnisciente y todo poderoso. Todo lo ve, todo lo oye y todo lo sabe. No es posible escapar de su voluntad” – dijo el hombrecillo convencido y con vos estentórea. Sigue leyendo
El 41 Salón Nacional de Artistas en Cali: imágenes, impresiones y huellas indelebles
El paso del Salón Nacional de Artistas por Cali en Noviembre de 2008, sin duda dejó algunas huellas. Huellas en los lugares de la ciudad que ocupó y resignificó, entre los que se destaca la sede antigua del Colegio La Sagrada Familia en el barrio El Peñón; pero sobre todo huellas en la memoria de los visitantes y espectadores de las obras que allí se exhibieron. Quiero referirme en particular a dos obras que capturaron mi mirada y dejaron en mi memoria algunas huellas indelebles.
La capilla ubicada en el segundo piso del Colegio La Sagrada Familia acogió la obra del artista bogotano José Alejandro Restrepo. Su video instalación Variaciones sobre el Santo Job, enmarcada en el eje curatorial llamado Representación/presentación, ocupó este espacio, una vez vaciado todo su contenido religioso. Suponemos que el altar, los vitrales, muebles, crucifijos, íconos y demás objetos propios de una capilla partieron del lugar junto con las monjas que habitaron el colegio durante varias décadas. Sigue leyendo
El muro de los lamentos: el Club San Fernando de Cali (1930-2007)
Dicen que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo; más a menudo de lo que uno cree o suele aceptar, sucede que si no se tiene o no se hace uso de la memoria, puede que ni siquiera uno se dé cuenta de ello.
Memoria y Olvido son dos caras de una misma moneda. La Historia, que separa dichas caras, suele tener escaso interés para una ciudad que no quiere preguntarse por su pasado. Existe el temor, cuando no el rechazo, a recordar; no porque el pasado sea siempre mejor, sino porque no se quiere aceptar que si el presente nos decepciona, es porque nos hemos quedado demasiado tiempo añorando el pasado. Si por el contrario el presente nos parece fabuloso, ocurre que nadie quiere reconocer lo que su esplendor le debe al pasado.
Quizá esta doble circunstancia explique la ausencia de una historia de la arquitectura y el urbanismo en Cali: no tenemos claro qué vale la pena recordar ni qué es imperativo preservar. Es difícil hablar de las bondades o desventuras de las obras de arquitectura cuando ellas ya no están presentes entre nosotros. Cuando forman parte de nuestra cotidianidad simplemente “están allí”, siempre han estado, pero no siempre lo estarán. Sigue leyendo
FALCIONI: ONCE CEROS PARA LA HISTORIA
I.
“No sé si me decían gato por los ojos azules o por salir tanto de noche”, dice, ríe. Entonces el cigarrillo se hunde de nuevo en el cenicero inútilmente: ya hace dos sacudidas que estaba apagado. Afuera golpea el sol, adentro se proyecta la media luz de la tarde, el letargo de un verano que no parecía diseñado para los recuerdos.
“Ha pasado mucho tiempo, desde el año 91 no he vuelto a Colombia. Pero pronto lo haré porque tengo una deuda pendiente con mis hijas: llevarlas a Cali para hacer el recorrido de su infancia”. Mira hacia la ventana, media cara iluminada, agarra la cajetilla de Camel que está sobre la mesa y dice despacio: “Me gustaría poder saludar y ver a mucha gente a la cual le guardo mucho cariño. Solo tengo palabras de agradecimiento con el pueblo colombiano por como me trató, como viví… si tengo la oportunidad de ir a trabajar allá de nuevo, lo haría sin ningún tipo de inconveniente”. Sigue leyendo
Porque están en españolete
Cuándo la profesora, con un tono entre curioso y acusatorio preguntó por qué no leíamos más libros, un amigo solo atinó a responder la frase que titula este artículo: “porque están en españolete”. Asumo que los lectores saben que con la palabra “españolete” mi amigo se refería al el español que hablan en España: el español en el que se dicen cosas como, “¡Cómo mola!” o “¡Está muy guay!” para referirse a algo que les gusta. Así pues que… Sigue leyendo