Por la vía pasa todos los días un camión
Por: Diana Collazos
Por la vía pasa todos los días un camión, lleva mercancía de una ciudad a otra. Desde la carretera se escucha el murmullo del mar, se siente la cercanía del agua. Se huele también la podredumbre que levanta el viento a su paso, de agua que se acumula en charcas. Flotan en ellas algunos trastos y basuras.
El camión pasa por pueblos hechos a punta de lata y de zinc. El paisaje siempre ha sido el mismo, ya nadie se molesta en mirar. No hay siquiera, como en otros lugares, infraestructuras a medio empezar, o rotas, como promesas que un día fueron. Se habló de agua, alimentación, energía, salud y educación. Se habló y se habló.
Un día pasó un camión y se volcó, quien pudo vino y tomó un poco de esto y de aquello. Es que tal vez era agua, atún o arroz. Tal vez una noche dormirían sin estrellas en el vientre.
Un espectador grabó y describió la salvedad del despojo. El saqueo de aquel camión. No enfocó el paisaje, no merecía encabezar ninguna publicación. Aparecieron las manos y las piernas de quienes corrían, ratas, les tildaron. La escena ya había sido vista en otra localidad. Habían ido un disque alcalde y un tal gobernador.
Un día pasó otro camión, quien pudo, vino y tomó un poco de aquí y de allá. Es que quizá era un poco de agua, atún o arroz. Quizá una noche dormirían sin estrellas en el vientre.
Un espectador grabó y describió la salvedad del despojo. Grabó el estallido. Aparecieron las manos y las piernas de quienes corrían, brutos, les tildaron. El disque ladrón, una vez más no se presentó. No se enfocó el paisaje, no merecía encabezar ninguna publicación. Salió el camión, las cenizas, la explosión. Ganaron el titular, pero nada de arroz.
Ayer salió en la portada del periódico, en las redes también se divulgó. El artículo quedó donde la semana pasada titulaba, ¿para cuándo los mercados? ¿Para cuándo la salud? Y donde la semana que viene aparecerá un hombre elegante, jocoso, robusto y sonriente que dice, con su gracia, me lo mecatié en cositas.
Por la vía pasa todos los días un camión, llevan mercancías de una ciudad a otra. Desde la carretera se escucha el murmullo del mar, se siente la cercanía del agua. Se huele también la podredumbre, a la que no han querido nombrar. A la que en realidad ni siquiera se han detenido a mirar.
Hoy amaneció la ciénaga sin el titular. Se agotó el tiempo de la fama, así como un día lo hizo el arroz. Y si algo hay que recordar es que esta, es la tierra del olvido.