En el congreso de los Estados Unidos se está viviendo una verdadera lucha de fuerzas que ha puesto a sufrir, literalmente, a todo el mundo. Para aquellos colombianos que creían que la fuerte disputa en dicho Congreso por el TLC era algo contra nuestro país, los acontecimientos de los últimos días han demostrado que el trámite del TLC no era más que otro round en el fuerte pulso que libren republicanos y demócratas en ambas cámaras.
El problema en esta ocasión, para decirlo de manera sencilla, es que el gobierno americano no le alcanzan sus ingresos para cubrir sus gastos y ya no tenía autorización para endeudarse más. ¡La plata se estaba acabando!, el problema es de tal magnitud, que a mediados de agosto el gobierno federal no hubiese tenido recursos para pagarle a pensionados o cubrir el pago de los intereses de su deuda. El gobierno necesitaba que le aumentaran el cupo de endeudamiento. El problema no había pasado a mayores, pues casi todo el mundo esperaba que tarde o temprano el congreso americano autorizara ese nuevo cupo; claro está tras un proceso de negociación interno que no iba a ser fácil.
Creo que es importante resaltar dos aspectos en esta discusión: el económico y el político. Por una parte, desde el punto de vista meramente económico, es innegable que el gasto del gobierno federal americano excede sus ingresos. Y eso ha venido ocurriendo por más de una década, de tal manera que se ha acumulado deuda a niveles que serían imperdonables para países como Colombia. Esa diferencia entre ingresos y gastos se aceleró con la crisis financiera de 2008, en la que los ingresos cayeron y el gasto federal aumentó para evitar que la crisis financiera se convirtiera en una profunda depresión. El cambio de gobierno en los Estados Unidos implicó además unos gastos nuevos al implementar reformas al sistema de salud que no ayudaron a resolver el problema. Así las cosas, es inminente un ajuste fiscal en dicho país. La opciones son básicamente tres: recortar el gastos, aumentar impuestos o una combinación de las dos cosas.
El problema por sencillo que suene se ve permeado por el aspecto político, lo cual hace más complicado el escenario. Desde la perspectiva política, esta coyuntura se puede entender como la “cuota inicial” de las elecciones presidenciales de 2012. De cómo se solucione el problema, dependerá buena parte del ritmo de la nueva campaña. Por otro lado, se presenta una gran discusión entre dos concepciones algo diferentes del rol del sector público en ese país. Por un lado, los demócratas quieren un gobierno más grande que, por ejemplo, garantice el derecho universal a la salud; mientras que los republicanos creen que el papel del gobierno debe reducirse a ser un garante de las libertades y que permita que el sector privado compita para proveer servicios y bienes a los ciudadanos. Por lo tanto, desde ambas orillas la opción para resolver el problema económico son diferentes. Los demócratas quisieran aumentar impuestos y mantener el gasto; mientras republicanos quisieran todo lo contrario.
Así, el acuerdo al que se llegó deja ver que el problema de fondo no se ha solucionado, solo se apagó el incendio que se presentaba, pero el problema de fondo está ahí. Pues se acordó aumentar el cupo y crear una comisión para estudiar cómo balancear el presupuesto. El problema seguirá ahí, pues el problema de fondo no se ha atacado. Con seguridad, los próximos meses, el mundo estará atento como las fuerzas en el congreso hacen para concertar la balanceada de ese déficit de talla mundial.
(Este artículo de opinión fue publicado el 2 de agosto en el períodico El País de Cali)