A más de un año del inicio del proyecto, son varios los retos y aprendizajes que han quedado. Con un equipo transdisciplinar, con muchas diferencias entre sí y algunos puntos de encuentro, el proyecto se ha desarrollado en una tensa calma: entre acuerdos y armonía, tensiones y confusión.
Septiembre de 2023. Yacayacá, Mitú. Foto tomada por el equipo del proyecto durante una socialización en comunidad.
—El conflicto siempre nos atraviesa… ¿Cómo podemos entonces proponer conflictos más interesantes a partir de nuestras reflexiones? — Sugiere Robin en medio de una discusión sobre la ejecución del proyecto.
El conflicto siempre atraviesa lo humano. Por eso, en cualquier proyecto de investigación e intervención, y mucho más en uno de una magnitud como la de este —con un equipo de trabajo tan grande y plural— el conflicto, inevitablemente, estará presente.
Y si el conflicto siempre está presente, entonces, ¿cómo podemos proponer y generar “mejores” conflictos?
El conflicto —contrario a lo que a veces se piensa—es una importante fuente de aprendizajes y de oportunidades.
—El conflicto y la colaboración están atravesados por las trayectorias vitales y académicas de cada investigador—Aportó Yuli, un poco después de la intervención de Robin.
Y así es. Las distintas trayectorias vitales y disciplinares de las y los investigadores, y demás integrantes del proyecto, marcan las pautas y las dinámicas de las redes de colaboración que hacen posible su ejecución. Estas dinámicas no están desprovistas de conflictos. Al contrario. La diversidad que constituye a estos grupos de colaboración genera interesantes y complejas interacciones, cargadas de enseñanzas y de oportunidades de mejora. Los momentos de efervescencia, las discordias internas, las montañas de mensajes por correo y WhatsApp, la confusión. Las buenas intenciones, las ganas de que el proyecto siga adelante y llegue a buen término. El deseo, de que, en últimas, las comunidades sean realmente beneficiadas; de que, paso a paso se articule el cambio… Todo esto ha marcado los ritmos, los itinerarios: el inventario del proyecto.
Septiembre de 2023. Yacayacá, Mitú. Foto tomada por el equipo del proyecto durante una socialización en comunidad.
Reflexionar acerca de los aprendizajes y potencias que ha dejado el proyecto a su paso, nos puede indicar que ya estamos en vías de propiciar y elaborar conflictos mejores y más interesantes. Pues los logros, los fracasos, las tensiones, las colaboraciones, las rupturas… que se han dado a lo largo del proyecto, dan cuenta de lo que hace valioso a cualquier esfuerzo de investigación e intervención: el proceso. Un proceso con muchas semillas y con frutos que se descubren poco a poco.
Septiembre de 2023. Yacayacá, Mitú. Foto tomada por el equipo del proyecto durante una socialización en comunidad.
El proceso en el camino, también abre preguntas:
¿Cómo incorporar los aprendizajes del presente a proyectos futuros?
¿Es posible planear, gestionar y ejecutar proyectos de mejores maneras?
¿Cómo aportar a la construcción de conflictos más interesantes en el presente y en el futuro?
Son preguntas que quedan para la reflexión en torno al presente y al futuro de proyectos de investigación e intervención.
Y tú, querida lectora, querido lector:
¿Cómo piensas que se pueden proponer mejores conflictos?