Osorio, G. (2022). El estudio y las calles, ¿quién dijo que no van juntos?

El estudio y las calles, ¿quién dijo que no van juntos?

Por: Gillian Victoria Osorio Erazo

Soy fiel creyente de que cada viaje tiene un fuerte impacto en nuestros adentros. Cada calle, cada monumento, cada museo, cada persona, y cada experiencia, te marca tan profundamente que es difícil pasarlo desapercibido, más aún, cuando el viaje está relacionado con tus gustos y proyectos de vida, en este caso, con el enfoque de estudio escogido y visiones sobre el futuro. México fue una experiencia enriquecedora en todos los sentidos. Acompañado de los momentos más serios, como la visita a la Embajada de Colombia, donde nuestra postura tenía que dar muestra de lo preparados que estamos como próximos politólogos, hasta los más chiflados, como el tener que viajar en buses distintos después de que el tsunami de personas en el metro consiguiera separarnos. En definitiva, el país nos acogió de la forma más grata posible.

Si tuviera que pensar en las actividades más provechosas del viaje, sin duda, enfatizaría en los museos. Considero que cada uno de los museos visitados expandió nuestros conocimientos y creó otros nuevos. Algunos se sintieron como un hogar, en mi caso, el Museo de Antropología significó una re-conexión con mi carrera que sinceramente no había logrado experimentar. El Museo Casa de León Trotsky, permitió ver un más allá del papel de las relaciones exteriores y la dedicación cuando se trata de defender los ideales. Museo Frida Kahlo, que más allá de una visita a su hogar, fue también una visita al concepto de feminidad enraizado con fortaleza, autoridad, y poder. El Museo de Memoria y Tolerancia, que aunque mostraba una verdad conocida a nivel global, dio el espacio para vivir una experiencia aparentemente cercana a los sucesos, desgarradora e impactante, pero fuertemente reflexiva en cuanto a la importancia que tiene la persona que asume el mandato de un país. Entre otros museos visitados, que ofrecieron al igual que los mencionados, una experiencia propia de cada aprendizaje que tenían por brindar.

Por otro lado, México no solo nos enseñó desde sus espacios educativos. México también instruyó desde sus calles, desde su gente, desde el carro de los tacos, la cerveza de litro, la avalancha de personas en el metro, las caminatas infinitas, y entre otras peculiaridades que hicieron de esta experiencia algo educativo en todos los sentidos, incluso desde la calle. México nos mostró su cultura en cada esquina, y disfrutamos de ella como si fuera nuestra. Sin duda, fue un viaje beneficioso tanto en el ámbito educativo como social, un perfecto equilibrio para nosotros, estudiantes de ciencias sociales.

 

 

 

 

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