Mucho se ha discutido sobre los efectos positivos del fin del conflicto. Y después de 50 años de un conflicto se hace difícil imaginar un país sin éste. No obstante, es evidente que un país sin tanta violencia es un país que es más atractivo y que tiene la posibilidad de crecer a un mayor ritmo.
Muchos ejemplos como estos se pueden encontrar, para no contar los sobrecostos de las “vacunas” y la extorsión que sufren algunos ciudadanos. Por otro lado, el presupuesto del gobierno tendrá que ser reestructurado. Las prioridades podrán cambiar en el gasto. Ya no será necesario invertir tanto en defensa y se podrá invertir más en educación, en salud y en infraestructura. Esto ya se está viviendo: la inversión en educación y en infraestructura está creciendo, algo impensable en la década pasada.
Es importante anotar que el último año ya se ha vivido en parte estos beneficios. El desescalamiento del conflicto que se ha vivido ha permitido vislumbrar lo que dignificaría un país sin conflicto. Si bien la economía colombiana no está creciendo a una tasa muy grande, el crecimiento sí es mayor de lo que se esperaba. No obstante lo malo del ambiente internacional, la economía colombiana sigue creciendo. Y es precisamente esta fortaleza de la economía colombiana la que se espera que sea potenciada con el fin del conflicto.
(esta columna de opinión fue publicada en el portal America Economía de Chile)