Por: José David Buitrago
Recorrer Europa con gente que no conocía fue muy agradable. Diré que muchas y muchos de los compañeros con los que compartí, nunca nos habíamos visto en la Universidad. Gracias a la experiencia, ahora tengo más compañeros con los cuales compartir. A su vez, la experiencia de la misión me ayudó a expandir ese conocimiento sobre Instituciones Políticas Europeas. Considero que muchas de estas visitas que realizábamos no podría realizarlas fuera de un ambiente académico, y estas son las experiencias que valen la pena realizar en la Universidad. Además, no solo visitamos ese tipo de Instituciones, también visitamos universidades, organizaciones que tienen otros intereses diferentes de las que se vinculan con el Estado.
El intercambio cultural tan grande que hubo, me ayudó a comprender lo diferente que somos tan solo con cruzar una línea llamada frontera. A veces uno cree que los cambios no pueden ser significativos, pero lo son y más en la forma en que percibimos el mundo. El lugar del cual quedé enamorado, fue Praga, esos días fueron los mejores. Adentrar en todo el trasfondo político-histórico que tiene esa “pequeña” ciudad es fabuloso. Desde la “maldición” que abarca su ciudad por su reloj astronómico, hasta por esa iglesia en la que se refugiaron los paracaidistas.
Por último, uno no solo se queda con la experiencia, se queda con memoria, recuerdos, gente que conocí… eso es lo más importante. Ya había viajado a Europa pero no con tanto agite, y siempre quedaré con esas anécdotas de se nos pasó el metro, nos dejó el bus, cuido con cometer una infracción, etc. En sí, expandí mi zona de confort al arriesgarme a vivir casi 17 días por fuera de mi casa, ser “independiente”, creo que para todas y todos los que hicimos parte del Study Tour, ese fue el mayor reto.