El discurso poético y las transformaciones subjetivas

Por: Laura Ospina Mejía

 

Todos los días pienso en las diversas transformaciones subjetivas que he tenido, las cuales, según yo, por todo lo que me ha llevado a experimentar dos etapas de mi vida, ser estudiante de psicología y vivir sola en un lugar que apenas empiezo a conocer. Aquellas etapas han implicado la construcción de significados para adaptarme al entorno y esto lo he logrado gracias al discurso poético. En este sentido, me voy a centrar en la experiencia que he tenido con el discurso poético con la intención de sustentar, a partir de esta, la premisa de que El discurso poético es una vía que favorece las transformaciones subjetivas.

 

Mi primer encuentro con la poesía, fue después de irme de mi pueblo natal, me permitió recordar mi infancia y mi familia. Sin embargo, este encuentro no fue con un poema, fue con una canción. Esta se llama pueblito viejo de José A. Morales, con esta recordé todo lo que había dejado atrás, resignifiqué mi nueva vida y aprendí a llevar la angustia de la soledad. Esto no se logró solo con escuchar la canción, de fondo hubo un proceso interpretativo, en el cual se vieron implicados aspectos afectivos, sociales y cognitivos, que permitieron darle un sentido y significado a aquel conjunto de palabras que se verbalizaban (Correa & Buriticá, 2016). Además, en ese encuentro con el discurso poético, logré renombrar mis emociones, Cali deja de ser el lugar hostil donde habitaba, el cual me daba miedo, angustia, y se vuelve un lugar que debía conocer, para contrastarlo con lo que era y así, reafirmar mi identidad y reconocer que también he empezado a pertenecer a ese entorno.

 

“La poesía revela este mundo; crea otro…; invitación al viaje; regreso a la tierra natal” (Paz, 1988, p. 13). Por esto pienso que la canción es poesía, pues me muestra otro mundo, otras perspectivas que evidencian que hay otro personaje que me enseñan sus significaciones por medio de la poesía, pero le da a esta un carácter de libre interpretación, pues reconoce que es diferente a los demás “supone considerar la independencia entre la subjetividad del escritor y la del hablante lirico, la voz que enuncia” (Correa & Buriticá, 2016, p. 57) o que canta. En este sentido, deja que yo, como lector, busque algo allí “y no es insólito que lo encuentre ya lo llevaba adentro” (Paz, 1988). Y es allí, en esa libertad interpretativa que caracteriza al discurso poético, lo que me permite hallar un sentido al paisaje que me alberga y protege, lo que buscaba, logrando en mí una transformación subjetiva, en el momento en que tiene efectos, aquella poesía, en mis afectos, pensamientos y en mis formas de relacionarme con el entorno.

 

Un segundo encuentro con la poesía sucede un día en el que estoy en casa con algunos amigos y empezamos a reflexionar sobre las dinámicas de interacción actuales, concluyendo que estas nos llevan a vivir en tiempos acelerados. Alguno de ellos, frente a esta reflexión dice: “Mario Benedetti no lo pudo decir mejor” y nos lee una estrofa de su poema titulado Tiempo sin tiempo:

“…Tiempo para esconderme

En el canto de un gallo

Y para reaparecer

En un relincho

Y para estar al día

Para estar a la noche

Tiempo sin recato y sin reloj

Vale decir preciso

O sea necesito

Digamos me hace falta

Tiempo sin tiempo.”

 

Una de las niñas expresa que para ella el poema no se relaciona solamente con lo que nos encontrábamos dialogando, entonces yo expongo que al leer ese poema, siento cierto goce, pues interpreto algo que había pensado durante días sobre lo que para mí, ahora en la universidad significa el tiempo, donde el tiempo se vuelve un elemento tan importante, que debo aprovechar para conocer, no solo asuntos de la academia, sino también asuntos políticos, sociales y culturales que me rodean, que me competen como ciudadano. Sin embargo, aquel momento poético fue un encuentro más desenfadado y “a la vez reflexivo sobre los modos de hacer y pensar” (Bajour, 2013, p.27) que experimentamos hasta el momento mis amigos y yo; pues nos permitió reconocer que no todos pensamos igual sobre el mundo, no todos tenemos las mismas representaciones y significaciones de la sociedad y el tiempo. Además, en ese momento, las relaciones intersubjetivas permitieron que nos diferenciáramos y comprendiéramos que la interpretación que le damos al discurso poético, siempre va a estar relacionado con las experiencias, los deseos, sentimientos, pensamientos y significados que se hayan construido a lo largo de nuestro desarrollo.

 

Además, aquel discurso poético, me invitó “… a quedar en estado de pregunta como la propia poesía hace con el mundo y el lenguaje” (Bajour, 2013, p.27). Lo cual, me llevó a una confrontación de lo que sabía, de lo que había construido y de lo que creía que era yo. Entonces, fue allí cuando se dio una transformación subjetiva, a partir de nuevas emociones, nuevas representaciones de lo que me rodeaba, nuevas formas de significar el tiempo que empezarían a ser parte de mi identidad.

 

En conclusión, mis experiencias pasadas, evidencian como el discurso poético, no solo se ve reflejado en los poemas, sino también en canciones, paisajes, edificios, ciudades, entre otros; permite espacios intersubjetivos, en los cuales, construyo y me doy cuenta de mi identidad; me da herramientas para interrogarme sobre el mundo; me ayuda a resignificar mis experiencias, a pensar, sentir y desear algo nuevo, algo que no había sido conocido, explorado, lo cual, genera en mí una transformación subjetiva, la creación de nuevas formas de pensamiento, el surgimiento de nuevos deseos, emociones y sentimientos que me identifican como sujeto de una sociedad.

Referencias

Andricaín, S. & Rodríguez, A. O. 2010. ¿Por qué leerles versos a los                            niños?. Facilitado por la biblioteca virtual Miguel de Cervantes.                          Editorial del cardo.

 

Bajour, C.(2013). Nadar en Aguas Inquietas: una aproximación a la poesía infantil            de hoy.

 

Bonermann, E. (1976). Poesía. Estudio y antología de la poesía infantil. Buenos            Aires: Editorial latina.

 

Calles, J. (1997). La modalización en el discurso poético. Universidad de Valencia,             Valencia, España.

 

Correa, M & Buriticá, M (2016). El valor de la narrativa y la poética en la educación               inicial. Programa editorial Universidad del Valle.

 

Ospina, W. (2012). La lámpara maravillosa. Cuatro ensayos sobre la educación y                           un elogio de la lectura. Colombia: Editorial: Mondadori.

 

Paz, O. (1998). El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica. Colombia.

 

Petit, M. (2009). El arte de la lectura en tiempos de crisis. México: Editorial Océano   Travesía.

 

 

 

NOTA: anexo un pequeño párrafo de lo que he empezado a escribir, gracias a las experiencias que he tenido con los discursos poéticos, después de entrar a la universidad.

 

Nací en un pequeño pueblito en lo alto de la cordillera central, cargado de frío y cafetales: Sevilla, Valle del Cauca. Allí, en ese lugar, viví toda mi infancia y mi adolescencia, recorriendo esas calles de antaño que parecen no decaer con el tiempo, inmarcesibles, duras como la roca, prácticamente –al menos para mí- eternas. Ellas me vieron formar y me formaron, cada pequeño rincón, por insignificante que sea, va a estar presente en cualquier momento en el que piense en mi hogar. Lleno de complicidad y música al viento, surge de las montañas el sonido de un tiple que se extiende por toda la plaza, una plaza cargada de guayacanes y concordia. El día transcurre lentamente en mi “macondo” cafetero, llega a mí el aire de tango que invade el inicio de la noche, Casablanca, en palabras de Gardel: “Mi metejón”. Casablanca, la plaza de la concordia, la casa de la cultura, son solo algunos de los sitios que han visto nacer y crecer, generación tras generación, los retoñitos sevillanos.

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