Poesias finalistas

Ganador segundo puesto

LAS PALABRAS
Por: Liliana Sarria Parra
Me gustan las palabras.
Aquellas que hablan de verdad.
No la verdad absoluta de los libros de buena conducta,
no la verdad a medias del padre adolescente,
no la verdad pequeña del policía.

Las que llenan el estomago vació,
y calman angustias pasajeras.

Me gustan las palabras.
Aquellas que son puentes y acercan orillas,
aquellas que abren puertas a mundos inesperados,
aquellas indecibles en lenguaje ordinario.

Las que revelan el nombre de las cosas,
las que te sacan el corazón.

Me gustan las palabras.
Que franquean universos de significados,
que descubren el mundo paralelo que llevamos dentro,
Que desnudan secretos
y ofrecen la búsqueda de lo oculto.

Las que conjuran el desazón,
y cierran heridas.

Me gustan las palabras.
Esas de verdad propia y natural,
que nos toleran ser,
que nos conceden el hacer
y nos permiten la libertad.

Primera mención

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Gato Negro.
Autor: Carlos Augusto Pérez Montoya
He visto al gato negro dando pasos sigilosos
entre los escombros de la nada.
Es el mismo que naufraga en el silencio.
El mismo que parece ausente mientras
conjura penas apremiantes del corazón.

Un gato convaleciente de heridas graves,
de cuyos dolores se escuchan melancólicos
maullidos que divagan a través del eco piadoso,
único aliado que agita y acompaña el desencanto de su voz.

Lo he visto agobiado por los recuerdos en un ritual taciturno
que repite noche tras noche en interminables horas de llanto
y feroces pleitos imaginarios.

Lo he visto suspirando las nostalgias de su pasado.
Nostalgias de agravios y desengaños
De agonías y añoranzas.
De pasiones y sueños etéreos.
De esquelas desatinadas sin destinatario,
todas trastocadas y pringadas por el olvido
en el neceser de su inconciencia.

Lo he visto retozando con otras gatas,
saciando su naturaleza concupiscente y
lasciva en busca de un paliativo para su soledad,
pero la bendición de sus amantes jamás será el sosiego
de su espíritu y entonces se da a la fuga.

También lo he visto en callejones oscuros deslizándose
por pasadizos secretos que desembocan en los laberintos
empantanados de la desesperanza. Esa es su morada y
solo ahí puede enroscarse como gato indefenso y temeroso.

Este gato negro, criatura bohemia y suicida,
camina a tientas por el lindero que separa
la fatídica locura de la insoportable mesura;
mira para ambos lados y parece burlarse con un maullido,
mira de soslayo y con un meneo de cola hace
a un lado la dicotomía de su destino.

Es un felino insensato de la cofradía de la luna que espera
con fervor el plenilunio, una excusa para liderar la romería
de animales nocturnos que se pierden por desfiladeros perfumados
por jazmines y cantan antologías de maullidos tristes y hermosos.

Es un animal de la calle, de pelaje bruno y ojos nacarados como bisutería
hechiza.
Un espectro palmario en la noche y translucido en el día.
Una mentira de la vida, una alegoría de la soledad y el desahucio,
pero sobretodo un espectador de esta realidad pasmada.

Ah! Pequeña esencia de mi ser…
llevas tiempo sin ronronear y tus merodeo por intrincados
caminos me desvelan y me llenan de miedo.
Mi gato negro, no quiero que te pierdas
Mi gato negro… déjame acicalarte una vez más.

Segunda mención

Lugar de exquisitez
Autor: Leonardo Velasco

¿Quién iba a pensar hace dieciocho años y unos meses atrás
Que ibas a nacer, ¡lugar de exquisitez!?
¿Y que la excepcionalidad de tu mundo nacería en complicidad
Con la variedad de la contrariedad?
¡Mírame ahora! Ahogándome en este terrible placer;
¿Escribirte en el universo inverosímil de la poesía?,
Estaré dejándote a la deriva en los pensamientos ajenos,
Desnudándote de verdad, exponiéndote a los demás.

¡Quédate ahí donde estas¡ no te apresures más,
muy lento y directo entraré a metaforizarte perfecto.
En este escrito está lo oscuro e incompleto
de la descripción que mejor tengo de ti,
es cuestión de leer, cuando sientas que no eres tú
¡Lugar de exquisitez!

Y es esa fémina silueta atractiva de blanca arena
que dibuja los límites del paisaje interior de tu isla
de inconstancia sentimental estable y serena
quién vuelve narcolépticos a los despiertos que aíslas;
y a los dormidos les hace al agua entrar en barrena.

Especial eres tú para mí ¡lugar de exquisitez!

Infinito lago de agua salada y cristalina que te rodea
¡Inteligente! Ser vívido que te reserva a los mejores
la inmensidad de tus maravillosos parajes,
cubiertos por túnicas que cambian día a día
de colores que se descubren ante esos pocos.

Algas castañas y largas, cabellera que embellece
el rostro único en tu especie.
Y en él, pegadas dos hermosas piedras negras
que vigilan la mirada de los que las observan,
encantan a los hombres que le interesan.

En la mitad de las piedras, sube el camino al cerro
Acantilado es lo que hay desde arriba.
Prisionero esta el pequeño ovalado mar de agua dulce
¡Atrapado! bordeado por tus extrañas flores carmín
en forma de hoja labial al que pueden algunos visitar
para saborear el mito de su manantial.

Si al saltar las corrientes que salen de dos orificios
no los mandan a volar. Asustados, ¡pobres tontos!
no saben que enfrentar. ¡Pasional eres! terrenal lugar.

Emocionado, quién del dulce mar llega a probar
y más cuando al salir de su suavidad
mira tu gran eme esparcida y blanca piel terciopelada.

Dos montículos espectaculares de maleable arena.
Senos que forman dos medios círculos perfectos
y en los puntos más altos, erectas las flores rosadas
florecen con el toqueteo juguetón de los hombres
aprobados por tu suculenta atención,
tras haber cruzado un cuello con mucha seducción.

Necesario es recorrer todo el delicado desierto extenso
de fina candidez para encontrarse con la redondez
del hoyo de arena movediza y entrar y mojar
un poco el centro de gravedad que hace mecerte,
mi preciado lugar. Me entiendes ¿verdad?

Poco, el camino que falta para terminar de rematar
a todos los poseedores de tu vanidad.

¡Ardiendo! tu isla suda, mudas y transpiras grandeza
al tacto de buenos amantes con tu nívea y suave seda.
Abandonas a la fría soledad a tontos perdedores
y a payasos con caras de inocentes asustados.

Algunos son dignos de visitar tu secreto más especial.
los otros, son solo afortunados que lo hallaron.

Tú parte más fascinante y enloquecedor
lugar paradisiaco de la exquisitez es

¡El túnel del amor fruto de tu desnudez!

Ese que humedece más ante las clavadas repetitivas
del afortunado hombre que lo hace una y otra vez
hasta quedar extasiado y asfixiado
en el océano del placer de tu ardiente pleamar.

Después del intenso paseo en el goce de amarte,
no queda otra cosa que acariciar
las tiernas y juguetonas cordilleras flexibles
que juntan el túnel del amor con el lago banal
para gritar que eres tu, otra ves,
¡Lugar de exquisitez!

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