Realizando la lectura de un interesante artículo de la revista Investigación y Ciencia de julio de este año, sobre el 1% que diferencia el ADN humano del genoma del chimpancé, me encontré unas páginas más adelante, con un estremecedor artículo sobre la crisis alimentaria que afecta actualmente al mundo. Algunos pensarán que este adjetivo para un artículo es hiperbólico, pero infortunadamente no lo es. El texto al cual hago referencia se titula Crisis alimentaria ¿Una amenaza para la civilización? Su autor, Lester Brown, un investigador estadounidense mundialmente reconocido por la defensa de la causa ambiental, con 24 títulos honoríficos en su haber, nos proporciona un desolador panorama que comprende las causas y consecuencias más significativas de esta crisis y su acelerado crecimiento, además de los peligrosos lazos que mantiene con el fenómeno del calentamiento global y la producción de biocombustibles. Una lista de los primeros 20 países que entrarán en colapso se encuentra allí descrita, entre los cuales figura una potencia nuclear…
Los factores claves en la escasez alimentaria deben ser conocidos por todos, es una responsabilidad vital y ética con nosotros mismos y con la especie. Si conocemos las experiencias nefastas de otros países, como por ejemplo, la extracción de aguas subterráneas para el riego de cultivos, tal como ocurre en China e India, ambos, primeros productores mundiales de grano, podemos sacar lecciones fundamentales para nuestra seguridad alimentaria. Los niveles de producción de grano están bajando debido al calentamiento global y a la escasez de agua (por cada grado Celsius que aumente la temperatura, se disminuyen la cosechas de trigo, arroz y maíz en un 10%), aunado a que parte de estas cosechas se están destinando para “alimentar” con biocombustible a los vehículos – que son “clientes” más rentables que los humanos-, al tiempo que varios países establecen convenios leoninos de suministro de grano con países que sí cuentan con el agua y demás recursos naturales.
No sería justo dejar de decir que Brown nos señala lo que él denomina un “Plan B”, que debería ser puesto en marcha y con urgencia por todas las naciones del mundo, con la ayuda por supuesto, de las más desarrolladas.
Este artículo lo puedes encontrar en la sección de Hemeroteca de la Biblioteca Icesi, en la revista Investigación y Ciencia, Nª 394, julio 2009. También puedes consultar sobre este tema en la Nathional Geographic v. 24, Nº 3, Marzo 2009; Innovación y Ciencia v. 16, Nº 2 Julio 2009, Gestión v. 14, Nº1, Enero 2009.