Análisis de la película “The Fight Club”

Por: Alejandra Valencia

 

Según Freud (1930), el ser humano vive en una eterna lucha entre sus pulsiones y su necesidad de unirse a la humanidad. De esta forma, la cultura implica una limitación de la libertad, en donde las pulsiones se reprimen para ser manifestadas de otras formas que no resulten perjudiciales para la vida en sociedad. Aunque esto resulta indispensable para organizar los vínculos humanos, la energía de las pulsiones no queda encerrada sino que, por el contrario, siempre busca llegar a algún lado (economía libidinal). Así, aunque la cultura reprima la pulsión de destrucción, ésta siempre buscará satisfacerse ya sea descargándose hacia afuera (hacia otros) o hacía adentro (hacía el propio yo).

Para ilustrar esta idea, en el presente escrito analizaré aspectos de la película El Club de la Pelea del director estadounidense David Fincher, en donde se observa la exteriorización de la pulsión de destrucción y el malestar, irremediable, que experimenta el ser humano frente a la incompatibilidad entre sus pulsiones y las exigencias de la cultura. Esta película, estrenada en 1999, narra la historia de un consultor de seguros de una compañía automotriz, que se encuentra inmerso en una cultura consumista. Al comienzo de la película el protagonista se enmarca es las distintas demandas de la cultura y sigue las normas de esta, sin embargo, después de conocer a Tyler Durden, crea junto a este El club de la Pelea, el cual es un espacio donde desconocidos se encuentran para luchar entre sí. Al final de la película los actos de este club se salen de control y se revela que el protagonista y Tyler son la misma persona.

El protagonista de la película se muestra insatisfecho con su vida y sufre de insomnio. En un intento por manifestar ese malestar acude al médico, pero éste le expresa que no tiene nada y que si quiere ver un sufrimiento de verdad vaya a grupos de apoyo para víctimas de enfermedades terminales. Este personaje empieza a asistir todos los días a diferentes grupos de apoyo, a pesar de no padecer de ninguno de los problemas/enfermedades que tenían los miembros de estos grupos y, por un tiempo, su insomnio desaparece. Considero probable que el protagonista estuviera reprimiendo gran parte de sus emociones al intentar encajar en una sociedad donde lo importante es trabajar y comprar un sinfín de bienes materiales. De hecho, cuando el protagonista describe su vida lo que realiza es una descripción de sus bienes materiales y, al comentar todo lo que posee, dice “estaba cerca de estar completo”. Esto refleja la neurosis en la que vivía este personaje, acatando de manera estricta las normas impuestas por la sociedad, persiguiendo la imagen de perfección que esta ofrece. Estas exigencias de la cultura, y su afán por seguirlas al pie de la letra, sofocaron las pulsiones del protagonista y éste, al no poder contenerlas por completo, se refugió en los grupos de autoayuda pues allí podía exteriorizar parte de su vida pulsional (llorar, abrazar, lamentarse…). Esto concuerda con Freud (1930), quien expresa que, ante lo dolorosa que puede resultar la vida, el ser humano se inventa salidas (en este caso, acudir a grupos de apoyo). Sin embargo, esta salida del malestar deja de ser efectiva cuando una mujer, Marla Singer, empieza a acudir a todos los grupos de apoyo a los que el protagonista acude. La presencia de Marla resulta amenazante para el protagonista pues, al igual que él, ella no padece ninguna de las enfermedades de esos grupos; es una turista. Considero que la presencia de Marla le resulta insostenible porque ataca a su ser, me explico:

El protagonista se encuentra sumergido en una sociedad capitalista, donde el consumismo gobierna y, por tanto, aquello que es se encuentra lapidado por bienes materiales; el sujeto es lo que tiene. En este sentido, el protagonista encuentra en los grupos de apoyo un lugar donde puede ser. Aunque resulta irónico, pues finge padecer enfermedades, en medio de estas mentiras puede ser aquello que es: un sujeto que sufre. Ante la presencia de Marla, el protagonista expresa “no puedo llorar si hay otro mentiroso presente”, lo cual, desde mi interpretación, manifiesta una angustia ante la idea de que no puede ser si hay otro igual a él. En pocas palabras, el protagonista opta por odiarla, por alejarse de la idea de ella como igual, por investirla de enemiga para diferenciarse de ella y proteger su identidad.

Resulta interesante observar como la pulsión de destrucción (pulsión de muerte), descrita por Freud (1930) como una pulsión dirigida a destruir, a reconducir al ser humano a su estado inorgánico inicial, busca siempre manifestarse. Al principio de la película esta pulsión se exterioriza en deseos, esto puede evidenciarse cuando el protagonista dice “cada vez que el avión estaba cerca de aterrizar rogaba por un accidente, una condición aérea, lo que sea”. Sin embargo, posteriormente, esta pulsión se materializa no sólo en las palabras sino en las acciones. Después de un viaje de trabajo el protagonista encuentra que hubo un incendio en su casa, por lo que se ve obligado a irse a vivir con Tyler, un hombre que conoce en el avión. Sin embargo Tyler es una creación del protagonista. Se observa entonces otra forma de salida ante el malestar en la cultura: La psicosis (crea a Tyler como realidad alternativa).

Como he mencionado, el protagonista se caracteriza por cumplir con las normas impuestas por la sociedad y seguir los estereotipos de ésta. Podría decirse que representa al superyó pues intenta ubicarse, en todo momento, dentro de la cultura. Por el contrario, Tyler representa lo que el protagonista ha reprimido y lo que quisiera ser. En pocas palabras, podría decir que Tyler es el ello diciéndole al superyó que renuncie, que deje de exigir. Esto se evidencia en diálogos donde Tyler le dice al protagonista “yo digo que nunca estés completo, digo que dejes de ser perfecto (…) deja de tratar de controlar todo y déjalo ir”. Estos llamados no se hacen únicamente desde verbalizaciones sino también desde acciones como quemar su casa. En pocas palabras, la conciencia moral del protagonista no lo deja exteriorizar de manera directa su pulsión de muerte, por ello crea a otro capaz de no sentir culpa y, por tanto, capaz de materializar sus deseos inconscientes. Los constantes llamados a la agresividad que le hace Tyler al protagonista los lleva a la creación de El Club de la Pelea. En éste, la pulsión de destrucción se libera en las luchas que tienen con los desconocidos que conforman en club. Así, el Club de la Pelea consiste en un llamado a la destrucción. Me parece importante traer a colación la escena donde Tyler quema la mano del protagonista y le dice “quédate con el dolor, no te lo quites”. En esta escena se visibiliza al ello diciéndolo al superyó que deje de reprimir tanto.

Otro aspecto a resaltar en torno a la creación de El Club de la Pelea es que además de constituir una salida al malestar, pues permite la exteriorización de la pulsión de muerte por medio de la agresión a otros y al propio ser, este club constituye una masa: un grupo de personas que actúan como unidad. Se puede observar que en este club “lo heterogéneo se hunde en lo homogéneo” (Freud, 1921, p.71),  pues sus miembros se rapan, visten igual, hablan igual, se hacen la misma marca en la mano, e incluso llegan a renunciar a sus nombres, es decir, dejan de lado su singularidad para parecerse entre sí; para ser uno. Además de esto, se puede observar que esta masa es acrítica cuando, por ejemplo, cuando el protagonista les pregunta por qué están fabricando bombas, todos responden “la primera regla es no hacer preguntas”. Por otro lado, cabe resaltar que el ideal que se busca en este club esconde una pulsión de muerte (atentar contra el sistema capitalista sin importar los medios para ello; se busca la destrucción).

Para finalizar, quiero resaltar la insistencia del superyó, quien intenta, a pesar de los esfuerzos del ello, imponerse en todo momento y permitir la vida en sociedad. Cuando el protagonista descubre que es Tyler se ve invadido por un sentimiento de culpabilidad e intenta corregir sus actos: se entrega a los policías, desconecta la bomba, y, finalmente, se dispara. Me parece pertinente destacar este último acto, pues ejemplifica a la perfección el trabajo del superyó, gracias al cual “la agresión es introyectada, interiorizada (…), reenviada a su punto de partida (…), vuelta hacia el propio yo” (Freud, 1930, p.119). Es decir, el superyó, actuando en pro de la cultura, impide la exteriorización, al menos gran parte, de la pulsión de muerte, pero ya que esa energía debe dirigirse a algún lado, recae en el propio yo (se dispara a sí mismo para silenciar al ello y poder vivir en sociedad). Ahora bien, en el final de la película se observa que Marla es fundamental en este “triunfo” del superyó, pues protegerla forma gran parte de la motivación que tiene el protagonista para impedir los actos destructivos que había planeado. Esto es posible porque el protagonista, a pesar de manifestar que odia a Marla, tiene una ligazón libidinal hacia ella y “todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la guerra” (Freud, 1932, p.195).

Referencias

Fincher, D. (1999). El Club de la Pelea. Disponible en: https://vimeo.com/44576547

Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. En: Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Freud, S. (1932). ¿Por qué la guerra? En: Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. En: Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu editores.

 

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